The fighter

Cultura · Juan Orellana
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1 febrero 2011
Inspirada en una historia real, esta película de David O. Russell cuenta la historia de Micky Ward, un boxeador que lucha por el éxito empujado por su familia. Todo lo que él sabe de boxeo lo ha aprendido de su hermano de madre, Dicky, echado a perder por las drogas. El film describe una familia de clase media baja, en un retrato esperpéntico que recuerda muchas cintas británicas o irlandesas de los ochenta y noventa. Más bien irlandesa por la presencia del catolicismo en los personajes. Familia numerosa, con una madre dominadora llena de carácter, un padre eclipsado por la hegemonía femenina, y un concepto de familia cerrada en la que nadie puede salirse del camino trazado de antemano sin fenecer en el intento.

Aunque ciertamente se exalta el valor de la familia unida, es muy asfixiante el modelo matriarcal que impide la autonomía de los hijos, y casi puede más el rechazo que el atractivo. Sin embargo, el guión busca una fórmula de superación que finalmente armonice libertad y pertenencia en el seno de esa extravagante familia. Mucho más interesante que las relaciones materno-filiales resulta la relación fraternal. El débil y humanamente quebrantado Dicky es el sabio en materia púgil y niño mimado de la familia; el físicamente preparado Micky es el segundón que debe ser dócil y obediente. Esa desequilibrada bipolaridad se va a romper en el desarrollo dramático del film para alcanzar un nuevo estatus de fraternidad, en la que ambos hermanos han crecido y madurado hasta llegar a una relación entre iguales. El amor entre esos hermanos es más limpio y atractivo que los amores algo turbios e interesados que se viven en su familia. Para el espectador es tan importante que Micky alcance el título de campeón como que Dicky supere su adicción a las drogas, y ambos se van a necesitar mutuamente si quieren conseguirlo.

La película está rodada y montada según los patrones del cine más vanguardista, con un montaje de sonido realmente barroco y abrumador. En el centro de toda esa riqueza de lenguaje fílmico, brilla con luz propia la interpretación de Christian Bale, secundada con solvencia por Mark Wahlberg y Amy Adams.

El boxeo en este film no es más que el marco adecuado para contar una historia de maduración, de superación e incluso de redención. También podemos ver la otra cara de la moneda, una existencia que parece deificar el éxito como única forma de acariciar la felicidad. Una cinta interesante, rica en perspectivas antropológicas, aunque a muchos les puede resultar abrumadora y brutal.

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