The Felice Brothers, el folk-rock en estado puro

Ellos son portadores de algo del mejor folclore que se hace ahora por aquel lugar y lo refrendan de nuevo con este trabajo, después de aquel extraordinario The Felice Brothers de tan sólo hace un año.
Armónicas, acordeones, la sutileza de teclados y los acordes de banjos y acústicas van aportando la textura musical, una escritura musical que se tornará en fanfarria bullanguera con pastosidad creciente. Guitarras, percusión y violines ponen la fiesta en su punto álgido con los rock and roll cargaditos de Chicken wire, Menphis flu o Run Chicken run; el pollo va y viene con pareja de baile en medio de la pista, mientras Ian y hermanos les dan gasolina musical para no parar.
Después de la agitación, Yonder is the clock, muchos momentos de reposo emocionante y expectante en cada acorde y en las declamaciones de Ian Felice, que nos recuerda a Dylan y su banda. Eso sí, aunque cante mejor que él, Ian y su banda no han llegado aún a la altura del maestro; para eso hay que recorrer camino.
El trabajo de los Felice es también un camino que recorre algunos parajes del imaginario colectivo de los pobladores de la América profunda, en los pastos inmensos, en el rancho cortando el horizonte y en el güisqui corriendo de mano en mano junto a la lumbre, reflejado también en el título de este disco, sacado del desván creativo del escritor Mark Twain.
Habrá que esperar que estos hermanos de sombrero, ropa interior de cuerpo entero y camisas de franela vuelvan a regalarnos un nuevo trabajo o que se dejen caer por estos pagos, pues ganan mucho en directo, según dicen quienes han asistido a alguno de sus conciertos-fiestas. Larga vida a los Felice.