´The chess history´, memoria viva de la música del siglo XX
Algunos de los principales "bluesman" de la generación de posguerra grabaron para la Chess, promovida por los emigrantes hermanos polacos Leonard y Phil Chess. Gente como Willie Dixon, Sonny Boy Williamson II, Muddy Waters, Little Walter, Jimmy Rogers, Buddy Guy, Howlin' Wolf, Chuck Berry, Bo Diddley, The Flamingos, Moonglows, Vibrations', Gene Ammons, Cymande, King Fleming, Ahmad Jamal, el trío Ramsey Lewis o la gran Etta James abanderaron el "blues", aquellas músicas de negros que lastimeramente declamaban sus frustraciones y penalidades (el "blues" refrenda el azul, la tristeza) en las plantaciones sureñas o en los arrabales apartados de las grandes urbes industriales, como Chicago.
Oír a Muddy Waters puntuando con su meñique enfundado en una cápsula de metal para sacar el estentóreo latido de las cuerdas o la desgarrada armónica de Little Walter es asistir a los orígenes de lo que vino después, es como escuchar a los padres del rock and roll, el "soul" en sus diferentes modalidades o el "rap". Para entender lo que escuchamos ahora, hay que abrirse a los primeros que comenzaron a crear música y canto movidos por la necesidad de gritar su drama a los cuatro vientos.
Es la voz rasposa de Howlin Wolf, el recorrido cromático de Solomon Burke o de Etta James, o el electrizante estilo del "rockanrolear" de Chuck Berry, por citar algunos de los más de 150 temas que componen esta historia viva de la música, los que hacen imprescindible su audición para quienes aprecien la música del siglo XX. Cada uno de los 14 álbumes (el 15 son entrevistas a los hermanos Chess) aglutina dos o tres años de la discográfica, siendo mayormente el "blues" el protagonista en buena parte de ellos, mezclado con "rockanroles", hasta finalizar en los setenta con el predominio del "soul".
Los hermanos Chess, fieles a la intuición de su raza judía, vieron negocio al ver por dónde caminaría en el futuro la música popular del siglo XX. Sabían lo que tenían entre manos porque eran apasionados de aquello que oían; sabían que era realmente bueno. La película Cadillac records refleja esta historia.