¿Son asesinados cada año 100 mil cristianos?

Mundo · Ricardo Benjumea
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22 noviembre 2013
¿De verdad mueren asesinados cada año 100 mil cristianos? Desde la BBC Británica, Ruth Alexander ha negado categóricamente estas cifras. La fuente de esta cifra es el Center for Study of Global Christianity, de Massachusetts. Fue este centro el que estimó en 70 millones el número de cristianos asesinados por su fe desde el siglo I, de los cuales 45 millones perdieron la vida en el siglo XX.

¿De verdad mueren asesinados cada año 100 mil cristianos? Desde la BBC Británica, Ruth Alexander ha negado categóricamente estas cifras. La fuente de esta cifra es el Center for Study of Global Christianity, de Massachusetts. Fue este centro el que estimó en 70 millones el número de cristianos asesinados por su fe desde el siglo I, de los cuales 45 millones perdieron la vida en el siglo XX. Al actualizar los datos, el resultado fue de 160 mil cristianos asesinados cada año durante la primera década del siglo XXI, que después han descendido a 100 mil.

El Center for Study of Global Christianity es la institución de referencia mundial en materia de estudios sobre persecución religiosa. La Santa Sede ha esgrimido sus datos en numerosos foros internacionales, que hasta ahora, nadie había cuestionado seriamente. Y esto es lo que ha empezado a cambiar.

El periodista norteamericano John Allen Jr., corresponsal en el Vaticano de la CNN y del National Catholic Reporter –de línea, más bien, “liberal”– ha sido duramente atacado por dar las cifras por buenos en su reciente libro “The Global War on Religion –Dispatches fron the Front Lines of Anti-Christian Persecution”. Desde el Huffington Post, se le ha acusado de «inflamar las llamas del conflicto religioso, haciendo una llamada a los cristianos a resistir en una guerra que sólo existe en las páginas de este libro». También el diplomático Judd Birdsall , durante algunos años miembro del gabinete de la Secretaria de Estado Hillary Clinton y de la Oficina para la Libertad Religiosa Internacional de la Secretaría, ha salido a la palestra para refutar esta cifra.

Incómodo por verse asociado al senador Rand Paul y a otros dirigentes del Tea Party, Allen ha explicado, en tono casi de disculpa, que lo esencial de su libro no es la cifra de los 100 mil cristianos asesinados, sino hacer ver que la persecución no es un fenómeno restringido a los países de mayoría islámica y a las dictaduras comunistas, sino que se produce incluso en amplias zonas de América Latina. Pero además, Allen se atreve a aludir a la creciente discriminación contra los cristianos en Occidente, e incluye una la conocida frase del cardenal Francis George, arzobispo de Chicago, dicha en 2010: «Yo espero morir en la cama, mi sucesor morirá en prisión y su sucesor morirá mártir en el espacio público». Con esta cita en el libro, la reputación “liberal” del periodista ha quedado hecha añicos.

Surgen dos preguntas. La primera, y obvia, es si la cifra de 100 mil cristianos asesinados es cierta o exagerada. La segunda, a qué se debe de repente abrir este debate, más aún desde la BBC, tantas veces cuestionada por ignorar la persecución contra los cristianos en el mundo y de  alentar su ridiculización en el Reino Unido. Lo afirma en 2011 un informe interno de la propia radiotelevisión pública: la BBC es percibida por los espectadores británicos como abiertamente hostil a los cristianos, a quienes sistemáticamente presenta como “fanáticos”.

Con respecto al dato de asesinatos, el argumento principal de la BBC es que, en un porcentaje de entre el 70 y el 90%, los datos proceden de las matanzas en la República Democrática del Congo, y nada tienen que ver con la fe cristiana de las víctimas. En la misma línea, Birdsall acusa al Center for Study of Global Christianity de abusar del término “mártir”, olvidando, por cierto, que este centro expresamente evita esa palabra (corresponde a cada confesión definir quiénes son mártires). Se trata de víctimas asesinadas por su condición de cristianos, aunque a menudo concurran otros factores, como la pertenencia a una determinada etnia.

Massimo Introvigne, sociólogo italiano antiguo “Representante de la OSCE contra el racismo, la xenofobia y la discriminación, con especial atención a los cristianos y miembros de otras religiones”, ha pedido aclaraciones al director del Centro, el profesor Todd Johnson, y las ha publicado en el diario digital La nuova Bussola Quotidiana. Sobre los datos del Congo, Johnson responde que el Centro ha hecho una estimación prudente y conservadora del total de casos atribuibles a motivaciones religiosas. Lo que se ha contabilizado es el 20% del total de cristianos asesinados en el país. A ese porcentaje estimativo, se ha llegado tras diversos trabajos de campo, en los que se han recogido numerosos testimonios de personas asesinadas en iglesias o por negarse a luchar en una guerra que, en conciencia, consideraban injusta.

Son cifras rara vez disponibles a tiempo real. Ésa es la razón, por la que el Centro ofrece una media estimativa de varios años, no los datos contabilizados a lo largo de 365 días. Según la BBC, superado (o enfriado) el conflicto en el Congo, la cifra de 100 mil asesinados carece ya de todo sentido, pero Johnson recuerda que, tras el Congo, se sucedieron numerosas matanzas en Sudán. Y ahora, consumada la independencia del antiguo sur de este país africano, podría haber motivos para la esperanza, pero «la historia del cristianismo en los últimos dos siglos no da lugar al optimismo: cuando la violencia se debilita en un país, a menudo estalla en otro lugar».

Lo inaudito, tanto para Todd Johnson, como para Massimo Introvigne, es la falta de atención internacional a la persecución religiosa contra los cristianos. La Secretaría de Estado norteamericana era la única cancillería que solía prestarle alguna atención –condicionada siempre por intereses políticos y comerciales–, pero ahora también eso ha empezado a cambiar, y mientras la Administración Obama abandona esa lucha, algunos gobiernos europeos empiezan a tomar el testigo.

Es cierto que hay mucho de pose interesada. ¿Es sincero Vladimir Putin; habrá que creerle el lunes, cuando lleve al Papa Francisco su preocupación por los cristianos perseguidos de Siria y Oriente Próximo? ¿Y David Cameron, a quien los cristianos británicos acusan de convertirles en ciudadanos de segunda? Una ministra suya, la baronesa musulmana Sayeeda Hussain Warsy, dijo la pasada semana en la Universidad de Georgetown, en Washington DC: «Estoy preocupada porque en el lugar de nacimiento del cristianismo y en partes del mundo donde el cristianismo primero se expandió, amplios segmentos de la comunidad cristiana están abandonando».

Interesadas o no sus posturas, lo cierto es que el asunto empieza a estar en la agenda de las cancillerías europeas. Volker Kauder, presidente de la facción parlamentaria en el Bundestag de la CDU/CSU ha denunciado el silencio mediático y político sobre la persecución de cristianos, y ha anunciado que el próximo Gobierno alemán no olvidará esta cuestión.

Gracias a los democristianos alemanes, el Parlamento Europeo votó hace unas semanas una resolución condenando expresamente la persecución de cristianos en Siria. El eurodiputado socialcristiano bávaro Martin Kastler, principal impulsor de la iniciativa, se felicitaba de que, por fin, hubiera prosperado su propuesta, otras veces tumbada por la izquierda y los liberales, o bien adulterada de tal modo «que no se llamaba por su nombre al problema de la persecución de los cristianos», ocultado entre referencias a la protección de las minorías.

¿Es casual que justo ahora que aparece esta nueva sensibilidad, la BBC cuestione las cifras de persecución contra los cristianos? Probablemente, no. Pero si la radiotelevisión británica encuentra fuentes de documentación más fiables, hará un gran servicio al público ofreciéndolas. Mientras tanto, como dice Kauder, el dato escandaloso y difícilmente refutable es que, en alrededor de 100 Estados, dos terceras partes de los países del mundo, no existe la libertad religiosa. Y de esto, apenas se escucha nunca nada en la BBC.

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