Sólo un beso – más

España · PaginasDigital
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17 noviembre 2013
Sesión light de una discoteca de la capital. Una cola infinita. Un deseo más grande. Espera. Una espera interminable. Las dos amigas de quince años hablan entre ellas y observan a los chicos y chicas de su edad que las rodean. Van a divertirse hoy. Como se divierten los mayores. 

Las nueve de la noche. Un viernes. Katia y Alicia se preparan para salir. Maquillaje, risas, nervios, prisas. ¿Estarán ellos? ¿Cómo se comportarán ellas?

Sesión light de una discoteca de la capital. Una cola infinita. Un deseo más grande. Espera. Una espera interminable. Las dos amigas de quince años hablan entre ellas y observan a los chicos y chicas de su edad que las rodean. Van a divertirse hoy. Como se divierten los mayores. Buscan entre la multitud de jóvenes a aquéllos que la semana anterior les arrebataron el corazón. Por encima. No están.

Ya han llegado delante de la cola. Pagan diez euros y bajan unas escaleras infernales que llevan a la pista de baile. Van directas a la barra. Ya son mayores. Desde hace un par de semanas, cuando decidieron dejarse de tonterías y empezar a hacer lo que hacen todas las niñas de su edad. Piden una coca-cola y se van al baño. Allí, sacan la botella que hasta ahora han ocultado en sus bolsos. Mezclan Whisky con el resfresco comprado. Hacen un primer brindis aún en los servicios, mirándose en el espejo y riendo, como dos niñas que juegan a ser mujeres, y salen de nuevo al lugar donde se lo van a jugar todo esta noche.

–       ¿Una copa?-, escucha Katia. Se gira para ver quién le ha hecho esa pregunta, y ve un chico mayor que ella, muy guapo. Ella es todavía ingenua.

–       ¿Cómo, una copa? Esto es la sesión light.-, le responde sarcásticamente, con una sonrisa que demuestra su debilidad para con el apuesto galán que tiene frente a sí.

–       Ven conmigo, y verás lo que es una sesión light. Yo soy Iván.- Le ofrece su brazo. A Katia se le iluminan los ojos. Enseguida coge el brazo de él. ¡Quizás sea el chico de sus sueños! Le pregunta si puede ir con ellos su amiga.

–       Es Alicia.

Se dan dos besos. El joven ríe y asiente, invitándolas a ambas a una zona VIP. Les presenta a sus ocho amigos, todos un poco mayores que ellas. Katia y Alicia se miran, dichosas, sintiéndose privilegiadas. Más privilegiadas que otras personas cualesquiera del mundo.

Pasan las horas y las adolescentes son el centro de atención. Los chicos las sacan a bailar, las invitan a bebidas sin cesar. Les lanzan piropos. No les preguntan qué hacen, qué cosas les gustan ni cómo se encuentran. Sólo las alaban.

Iván se aproxima a Katia en el sofá que están compartiendo y le empieza a susurrar palabras al oído. Ella las escucha atenta, impresionada por que alguien vea cosas tan bonitas en ella. “¡Qué ojos!”, “¡Qué sonrisa!” o “¡Qué pendientes!” son frases que nadie suele decirle. Nadie más que su padre, que no cuenta. Al menos, no en ese instante. ¿Es esto un sueño? “Que siga”, se dice. “Que siga.”

Hasta que Iván se acerca tanto a ella, que a Katia le resulta imposible no responderle con un beso. Su primer beso. Iván continúa besándola. Katia le sigue, desconcertada, porque no le conoce, pero intrigada por eso mismo.

– Eres preciosa-, le susurra, y acto seguido la vuelve a besar apasionadamente. Katia mira de reojo a su amiga: Alicia también se está dejando besar por un amigo de Iván. Es su primer beso, también. Es la tercera vez que salen a una discoteca. Iván se levanta un momento para buscar otra copa. Entonces a Katia, de pronto, le viene una nostalgia infinita. Se está acordando, sin querer, de cómo ella y Alicia siempre habían soñado con un príncipe azul. Un príncipe azul que conocerían como se conoce a los príncipes en los cuentos, es decir, de un modo excepcional, maravilloso, y que sería el primero al que ellas le concederían un beso. Iván es simpático y atractivo, pero no tiene nada que ver con… Con el ideal. No se ha interesado por ella como lo haría el ideal… ¿Por qué tiene que pensar ahora en el ideal? Katia empieza a sentirse triste, y mira a Alicia, que está al otro lado de la zona VIP. Las miradas de las amigas se cruzan justo por un momento: un momento en que las dos han comprendido que lo que están viviendo no es lo que quieren para sus vidas. Entonces Katia se levanta para irse. Pero justo llega Iván con dos copas, una para ella, y entonces se vuelve a sentar. Se beberá esta copa con él. Pero sólo ésta. A lo mejor, irá acompañada de un beso. Pero sólo uno – más.

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