Entrevista a Astrid Barrio, presidenta de la Lliga Democràtica

´Solo a través de fuerzas moderadas es posible garantizar la formación de gobierno y la estabilidad´

Entrevistas · Juan Carlos Hernández
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29 noviembre 2019
La politóloga afirma que vivimos una crisis multidimensional de las sociedades occidentales (económica, política, cultural) en la que la comunicación política está basada ´en relatos emocionales, que simplifican la realidad, más que en ideas complejas fruto de un debate racional´.

La politóloga afirma que vivimos una crisis multidimensional de las sociedades occidentales (económica, política, cultural) en la que la comunicación política está basada ´en relatos emocionales, que simplifican la realidad, más que en ideas complejas fruto de un debate racional´.

¿Qué objetivos busca la Lliga Democràtica? ¿Podría ser una oportunidad para recuperar lo mejor del catalanismo?

La Lliga Democràtica busca la reconciliación de la sociedad catalana que corre el riesgo de quedar fracturada por el comportamiento de algunos dirigentes políticos que irresponsablemente han alimentado la división y la crispación, quiere tender puentes entre mundos que hasta ahora han vivido enfrentados con el objetivo de garantizar la convivencia y aspira, desde el gobierno, a recuperar el prestigio de las instituciones catalanas, a ejercer el autogobierno de manera responsable, a defender la especifidad de Cataluña y a contribuir a la gobernabilidad de España desde la lealtad, lo que constituye el programa clásico del catalanismo.

“Nos preocupa más el futuro que el pasado, buscar soluciones más que buscar culpables”

Pero este catalanismo moderado, ¿no debería hacer también autocrítica de por qué hemos llegado a esta situación?

Una parte del catalanismo es responsable de la deriva, la parte que ha mutado en independentismo. Pero hay otro catalanismo que no tiene ninguna responsabilidad con lo sucedido. Pero más que buscar responsables y señalar culpables, ya que los principales responsables han sido juzgados y duramente condenados por su comportamiento, incluso de manera excesiva, o se les quiere llevar ante la justicia, lo que quiere la Lliga es situarse en el postproceso. Nos preocupa más el futuro que el pasado, buscar soluciones más que buscar culpables, buscar complicidades para tender puentes y dejar de cavar trincheras.

En un escenario de polarización las opciones moderadas son especialmente necesarias y al mismo tiempo presentan la dificultad de abrirse paso en medio de la confrontación. ¿Cómo superar este escollo?

En un escenario de polarización y de competencia centrífuga la moderación lo tiene más difícil pero paradójicamente solo a través de fuerzas moderadas, en un contexto de elevada fragmentación como el actual, es posible garantizar la formación de gobierno y la estabilidad. Después de muchos años de mal gobierno y de ausencia de políticas, de radicalidad infructuosa y de confrontación hay muchos ciudadanos que se sienten huérfanos y que esperan una oferta política que gobierne responsablemente y que defienda los intereses generales, no los de una minoría, y que contribuya a garantizar la convivencia y la paz social.

¿Cómo están afectando a la vida cotidiana de los ciudadanos los actos violentos cometidos por un sector del independentismo en las últimas semanas?

El mes de octubre fue muy caliente pero progresivamente las acciones han ido a la baja evidenciando los límites de esa estrategia. El independentismo, mayoritariamente, es no violento y no se siente cómodo con la violencia, de modo que no se puede criminalizar al conjunto de un movimiento que tiene aspiraciones legítimas por lo que hace una minoría.

“Se abre paso la política de la identidad, un terreno abonado para la movilización de lo emocional, de los sentimientos”

Parece que estamos en un momento en el que el sentido del voto está más marcado por el sentimiento y fenómenos identitarios que por una pertenencia clásica a la derecha o a la izquierda. El Brexit, Cataluña, Trump en USA, Salvini en Italia… ¿Qué nos está pasando?

Las viejas fracturas sobre las que se articulaba la competencia política en base a unas ideologías hijas de la razón han perdido fuerza y se abre paso la política de la identidad, un terreno abonado para la movilización de lo emocional, de los sentimientos, hasta el punto de que hay quien habla del gobierno de las emociones o de “emocracia”. Tiene mucho que ver la crisis multidimensional de las sociedades occidentales (económica, política, cultural) así como la comunicación política basadas en relatos emocionales, que simplifican la realidad, más que en ideas complejas fruto de un debate racional.

Si reducimos nuestra identidad a nuestras ideas políticas, ¿no estaremos en un bucle continuo de confrontación? ¿Es la recuperación de la convivencia el mayor desafío en Cataluña a día de hoy?

Más bien diría que reducimos nuestras ideas políticas a nuestra identidad, en realidad a la que priorizamos, porque todos tenemos identidades múltiples. Eso es peligroso desde el punto de vista democrático porque puede dificultar la búsqueda del interés general y potenciar, en cambio, la confrontación y la resolución de conflictos por medio de mecanismos mayoritarios -unos ganan, otros pierden- en lugar de los consensuales que son los que mejor garantizan la paz social en las sociedades plurales.

En Catalunya no hay un problema de convivencia, hay un conflicto político, auspiciado por los dirigentes que ahora empieza a contagiar a la sociedad. Pero estamos a tiempo de revertir esa tendencia y evitarlo. Y eso es justamente lo que pretende la Lliga Democràtica.

“Entre la realización de un referéndum, que es lo que quiere el independentismo, y el statu quo hay mucho camino que recorrer”

Es justo aplicar las leyes pero parece insuficiente frente al desafío que afrontamos. ¿Cómo se puede ayudar desde el resto de España a Cataluña?

En un estado de derecho el cumplimiento de la ley es obligado para los ciudadanos y para los poderes públicos y quien no la cumple debe ser perseguido por ello. Pero no todo se agota en la ley y menos entendida esta como algo inmutable. La ley es el resultado de la política y la política es la gestión del conflicto de modo que cuando hay un conflicto hay que tratar de resolverlo y si es preciso hay que hacer cambios jurídicos e institucionales.

Entre la realización de un referéndum, que es lo que quiere el independentismo, y el statu quo hay mucho camino que recorrer, un camino que puede ser el de la profundización en el diseño federal. El referéndum no solo no es deseable no porque la Constitución no lo permita sino sobre todo porque se confunde el instrumento con la finalidad, porque es divisivo, porque no resuelve el conflicto y porque condiciona un acuerdo. Y el statu quo tampoco es deseable porque el modelo autonómico tiene muchas limitaciones y ha generado muchas disfunciones. Ante ello hay dos alternativas: la centralización, como propone Vox, algo que cuenta con un apoyo social muy minoritario, o la mejora del modelo, algo ampliamente respaldado socialmente en el conjunto de España, para mejorar la distribución territorial del poder, que en el fondo es el verdadero conflicto, y el rendimiento del estado autonómico. Esta, por tanto, debería ser la vía y la manera de ayudar a Catalunya desde el conjunto de España.

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