¿Soledad, qué soledad?

Joseph Ratzinger es una persona difícilmente "manipulable": las actas degobierno, los nombramientos de obispos, las decisiones que ha tomado en losúltimos años lo indican de forma evidente. Una cosa muy diferente es indicarque Benedicto XVI no está siempre bien informado. La afirmación habría podidoexponerse más claramente, pero cuando Gabriele estaba por describir algunos ejemplos,el presidente del Tribunal lo detuvo, porque no era "necesario indicarparticulares", dado que los ejemplos concretos que había indicado en losinterrogatorios ya figuraban en las actas.
Las palabras de Gabriele, que vivió en el apartamento papal durante seisaños, hacen que resurja el tema (que no es novedoso) de la "soledad" del Papa.Un tema muy discutido incluso con los predecesores de Ratzinger: basta pensar,en el caso de Juan Pablo II, en las polémicas sobre la gestión de los casos deabusos sexuales cometidos por el padre Maciel y sobre el hecho de que lasnoticias relacionadas acabaran "filtrándose" al exterior. También se habló, ensu momento, del aislamiento que implicaba el poder excesivo del "entourage" máscercano tanto de Pablo VI como de Pío XII
Benedicto XVI había respondido a una pregunta relacionada con este temadurante el vuelo hacia Camerún de marzo de 2009. Dijo que le daba un poco derisa el mito de su soledad, pues de ninguna forma se sentía solo, dado que cadadía recibía a muchísimas personas (desde colaboradores cercanos, comenzando pore Secretario de Estado, hasta todos los que dirigen algún dicasterio o losobispos que recibe "ad limina"): "nada de soledad, estoy realmente rodeado deamigos", habría explicado.