¿Sociedad civil en España? Algunos datos del CIS

España · PaginasDigital
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21 octubre 2016
La situación política de nuestro país en España es un tema candente en muchas de las conversaciones que oigo en mi lugar de trabajo. Y casi todo son conjeturas: “¿qué pasará si PSOE se abstiene pero no deja gobernar? Si no aprueban presupuestos, tendrán que convocar elecciones. Será una legislatura muy difícil y muy corta…” Yo no quiero hablar de eso ahora. De lo que quiero hablar es de otra cuestión,

La situación política de nuestro país en España es un tema candente en muchas de las conversaciones que oigo en mi lugar de trabajo. Y casi todo son conjeturas: “¿qué pasará si PSOE se abstiene pero no deja gobernar? Si no aprueban presupuestos, tendrán que convocar elecciones. Será una legislatura muy difícil y muy corta…”

Yo no quiero hablar de eso ahora. De lo que quiero hablar es de otra cuestión, de más honda raigambre y origen de todos los males que denunciamos.

Es verdad que en España hay un entramado de asociaciones y partidos políticos, asociaciones pertenecientes al tercer sector, sindicatos y asociaciones de empresarios. Sin olvidar a las asociaciones de consumidores y usuarios, las Cámaras agrarias, las Cámaras de Comercio. Pero, la cuestión es ésta:

¿Existe sociedad civil en España?

A nivel de participación individual, el panorama resulta esclarecedor si se considera la participación en iniciativas como factor determinante del compromiso político y social:

 

A nivel de pertenencia, más de un 90% declaró no haber pertenecido nunca a ningún partido político, asociación, sindicato, organización ecologista, de defensa de los derechos humanos, ONG, o asociación empresarial. Veamos:

 

1.-  La mayor implicación correspondía a los que pertenecían a clubes y asociaciones deportivas (8,4%), a grupos culturales o de ocio (6,9%), o asociaciones voluntarias de otro tipo –asociaciones de padres, asociaciones de vecinos distintas a las comunidades de vecinos…- (6,4%). En este sentido, los que más han sufrido deserciones han sido partidos políticos y sindicatos. En el caso de los sindicatos, sólo un 3,4% pertenece activamente.

2.- Las asociaciones de caridad aún seguían teniendo una presencia del 6,2%, mientras que las de las ONG´s era algo menor (3,3%).

 

Aún habría que completarlos con datos más actualizados, pero a tenor de dos sondeos hechos por el Instituto de la Juventud –dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad- en 2014 (Jóvenes, satisfacción personal, participación asociativa y voluntariado; y Jóvenes, valores y ciudadanía) ya confirmaba, entre los jóvenes, un aumento en el asociacionismo de carácter deportivo-lúdico, y cada vez más, el motivo se alejaba de la defensa de un ideal, acercándose a razones más de autosatisfacción.

Sin duda alguna, existe un asociacionismo bastante individualista, en el que la dimensión comunitaria parece estar relegada a un plano más secundario, y el componente lúdico me lleva a pensar en una copia del modelo escandinavo de organizaciones de la sociedad civil más orientadas al ocio y al tiempo libre. Desde luego, este modelo tiene un éxito considerable en España. Por eso, algunos, a mi juicio, erróneamente, creen que la sociedad escandinava es muy activa y sostienen que son un modelo a imitar. Desde luego, para mí eso no es sociedad civil.

Puede ayudar a responder a la pregunta acerca de si existe sociedad civil en España partir de esta definición: una sociedad civil real debería ser una sociedad adulta, consciente de sus derechos y de sus responsabilidades, solidaria, emprendedora, capaz de poner límites a ese intervencionismo de las administraciones que se ha cristalizado en las instituciones comunitarias europeas. Es una sociedad que da espacio a la pertenencia ideológica, cultural, religiosa a la narración de oneself (de uno mismo, de su propia persona) en la vida pública: no se avergüenza del hecho religioso ni del compromiso político y social porque considera que cada uno es un bien y, por tanto, forma parte de una patria común. Esto, con sus límites y sus particularidades, lo tienen los países anglosajones (EE.UU., Gran Bretaña, quizá en menor medida). Preguntémonos esto: ¿tenemos estos ingredientes?

Para responder esta pregunta, a mi juicio, existen dos indicadores que podrían arrojar de luz: la participación ciudadana individual y el grado de pertenencia a una asociación o partido. Los datos del CIS, correspondientes al Barómetro de noviembre de 2013,  han de actualizarse, pero arrojan una serie de resultados bastante esclarecedores:

1.- Acciones como la de compra de productos por razones éticas, medioambientales, políticas…reflejaban un nivel de participación del 28,5% frente al 70,5% de personas que no participaron nunca.

2.-La participación en donación de fondos para alguna causa arrojaba un grado mayor (el 33,7%), aunque el grado de los que nunca habían participado en este tipo de iniciativas era mayoritario (65,4%)

3.-La recogida de firmas o peticiones es la única, de entre las muchas iniciativas o formas de participación, que contó con una participación del 49,9%, frente al 49,7% que no lo había hecho.

De entre las motivaciones, la que más predominaba era sentirse bien consigo mismo (51,2%) y con otras personas con las que participaban (50,1%), frente al 45,4% que lo hacía “por la causa”.

Las motivaciones más predominantes entre los que pertenecían activamente en una asociación estaban más  relacionadas con la puesta en práctica de sus ideas, creencias o valores (49,2%, en el caso de las partidos políticos; el 43% en las ONG´s); mientras que quienes veían la necesidad de implicarse a nivel de ciudadanía eran más en las asociaciones de caridad (33,3%) o en las organizaciones ecologistas (29,0%) o las ONG´s (25,2%); y el hecho de considerarse más beneficioso para conseguir objetivos el de asociarse era predominante entre los que se asociaban a nivel empresarial (27,6%), sin olvidar la defensa de intereses en el caso de los sindicatos (23,5%) y colegios profesionales (24,6%), que han sido los que más han sufrido la abstención ciudadana.

En el caso de los que no participaban, el motivo más esgrimido era que “había cosas más importantes que hacer” (29,5%) o el que no existiesen organizaciones o asociaciones que le motivasen (24,4%), mientras que un 21,6% sostenía que no querían complicarse la vida. Tampoco eran pocos quienes pensaban que no servía para nada (14,0%)

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