Sin crucifijo: un juez contra la libertad
La Asociación Cultura Escuela Laica de Valladolid, que vio derrotada su pretensión, lejos de respetar la decisión democrática se fue a los tribunales. Y han encontrado un juez que ha hecho ideología y que asegura en su sentencia que "la presencia de símbolos religiosos en las aulas y las dependencias comunes del centro educativo público en el que se imparte a menores que se encuentran en plena fase de formación de su personalidad vulnera el derecho fundamental del artículo 16 (de la Constitución), el que regula la libertad religiosa". Dicho de otro modo, los padres deciden, en un ejercicio de libertad, qué símbolos religiosos son los que quieren que sus hijos vean. Y el juez, todo para los ciudadanos pero sin los ciudadanos, les quita esa libertad en nombre de los derechos constitucionales.
Lo que ha sucedido en Valladolid es justo lo que está previsto en la ley del Estado de Baviera el 23 de diciembre de 1995. La norma determina en su artículo 7 que, "en consideración de la connotación histórica y cultural de Baviera, en cada aula escolar debe haber un crucifijo. Así se expresa la voluntad de realizar los supremos objetivos de la Constitución sobre la base de valores cristianos y occidentales, en armonía con la tutela de la libertad religiosa. Si la presencia del crucifijo es contestada (…), el director didáctico buscará un acuerdo amigable". Si ese acuerdo no se produce, dice la ley, se dictará una regla ad hoc que respete la libertad religiosa y las convicciones de todos los alumnos. En Valladolid había acuerdo.
La cruz es el símbolo, entre otras cosas, de la separación de Iglesia y Estado. En esa línea se pronunció el Tribunal Administrativo de Venecia (Tar Veneto) en una sentencia del pasado 17 de marzo de 2005, en la que afirmaba que "el crucifijo puede ser legítimamente colocado en las aulas de las escuelas públicas porque confirma el principio de la laicidad del Estado republicano". El argumento jurídico ha sido confirmado por un pronunciamiento del Consejo de Estado italiano de febrero de 2006. El crucifijo es en realidad la mejor defensa de una laicidad que estará cada vez más amenazada.