Siempre culpable

Editorial · Fernando de Haro
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28 marzo 2022
La culpa es una buena herramienta en manos del poder. Porque, amigo, como bien sabes, todo hombre si está mentalmente sano tiene algo en su conciencia que le acusa. Para que un hombre sea verdaderamente libre, libre hasta el fondo, necesita haber sido perdonado.

Solo un hombre que esté siendo abrazado con mucha fuerza, con mucha ternura, puede tener la libertad de no ser chantajeado por lo que pesa en la conciencia. Un hombre libre no duda, pero eso es muy difícil de encontrar, amigo mío. El poder sabe utilizar con mucha inteligencia el sentimiento de culpa, que sin querer nos acompaña de día y de noche. El poder sabe usar para su provecho esa inquietud, esa acusación que nos hacemos a nosotros mismos antes de conciliar el sueño. Somos modernos sí, pero somos hombres, y no podemos evitar el sentimiento y el pensamiento de que tenemos una deuda, una cuenta sin saldar. Hace falta haber sido, estar siendo, mirado con una infinita preferencia para que nos convenzamos de una vez por todas de que nuestra deuda ha sido saldada, que nadie nos acusa. Pero esa libertad, ya digo amigo, es rara de encontrar. La culpa la utiliza el poder para hacerte dudar de aquello de lo que estás más seguro.

Piensa en la invasión de Ucrania. Todos tenemos claro, amigo mío, que no hay nada que justifique la matanza de inocentes, la barbarie de las bombas, la devastación que hace ya más de un mes ha sacudido ese país. Pero luego vienen algunos y nos recuerdan que Europa y Estados Unidos han estado poco atentos, que incluso han despreciado el alma rusa, su sensibilidad. Nos recuerdan que fue un error ampliar la OTAN, despertar al oso, minusvalorar a Moscú. ¡Claro que ha habido muchos errores! Hay muchos errores culturales, geoestratégicos, personales. Pero no es justo hacer una “transferencia de culpa”. El verdugo es el verdugo y la víctima es la víctima. Se pueden haber cometido muchos errores pero la tiranía es la tiranía y la democracia es la democracia.

Mires a donde mires siempre sucede esto que te cuento. Acuérdate de Sayyid Qutb. Nunca hubiera sido uno de los inspiradores del islamismo moderno si no le hubieran torturado en la cárcel y si no hubiese despertado en muchos musulmanes la necesidad de hacerse perdonar su infidelidad al profeta y al libro. Su fuerza y la de los que le sucedieron ha estado en despertar en los creyentes la sensación de estar sucios por la basura de Occidente.

Mao fue el gran experto. Sus purgas tenían unos objetivos muy claros. Había que encontrar cierto número de “derechistas”. No importaba si realmente lo eran o no. Los detenidos, por el hecho de serlo, ya eran culpables. Pero, como recordarás, no se le imputaba ningún delito. Eso era lo más interesante del sistema maoísta, lo verdaderamente refinado. Bajo presión y tortura el detenido era el que tenía que revisar en su pasado, en sus aficiones, en su gusto por un cierto tipo de música, en su pasión por los espacios abiertos, cuál era el “gran error” que había cometido. Había siempre tiempo, antes de que el pobre “derechista” fuera trasladado al loagai (el campo de concentración), para que revisara su vida y encontrara conductas, pensamientos, inclinaciones burguesas y reaccionarias. Siempre hay algo, amigo, en una conciencia revolucionaria, o en una conciencia reaccionaria, más si estás solo, que te acusa por lo que has hecho, por lo que has dejado de hacer, por lo que has sentido. El “derechista” acababa por encontrar cuál era su pecado y se antoinculpaba. La utilidad del sistema no es que el detenido confesara sus malas prácticas sino que llegara a dudar de su propia identidad y de su valor. También el éxito del sistema creado por Sayyid Qutb fue transformar el pecado en la negación de la identidad. El musulmán occidentalizado se convertía en kafir (infiel).

Amigo mío, como te digo, hay que ser verdaderamente libre para reconocer que uno se ha equivocado muchas veces y que el poder, utilizando la culpa, no te haga dudar de ti mismo. No es fácil, repito. Esa libertad no se aprende en los libros, ni se conquista de una vez para siempre. Esa libertad solo la tienen los que están siendo abrazados.

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