Si no se alcanzan los objetivos, ¿repetir curso así es la solución?

Mundo · Jesús Pueyo
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5 julio 2017
Como muchos de los alumnos de nuestro sistema educativo que no han logrado alcanzar los objetivos propuestos en este curso, la “Subcomisión del Congreso de los Diputados para el Pacto Educativo” tampoco ha logrado el suyo y tendrá que prorrogar sus trabajos otros seis meses.

Como muchos de los alumnos de nuestro sistema educativo que no han logrado alcanzar los objetivos propuestos en este curso, la “Subcomisión del Congreso de los Diputados para el Pacto Educativo” tampoco ha logrado el suyo y tendrá que prorrogar sus trabajos otros seis meses. Lejos de suponer un fracaso como puede ser entendido en el caso de la mayoría de los alumnos a los que les toca repetir, el solo hecho de que se haya constituido este grupo de trabajo y estén compareciendo distintas personalidades expertas en el mundo educativo, representantes de instituciones vinculadas a la educación, miembros de la comunidad educativa o perfiles políticos ya supone un gran paso para acercarse a la consecución de un consenso que permita alcanzar unas conclusiones finales que dé como fruto un Pacto de Estado Social y Político por la Educación, resultado de las aportaciones y los distintos puntos de vista de todos los que han participado en el debate.

Muchos están siendo los temas abordados y, entre ellos, uno que especialmente debe preocuparnos, si el objetivo es mejorar el sistema y por ende la formación de nuestras generaciones futuras, es la repetición de curso de aquellos que no han alcanzado las metas propuestas al inicio. En la subcomisión se ha planteado desde su supresión hasta su modificación o su consolidación.

Desde la Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza (FSIE), una de las voces que ya se han oído en esta subcomisión, se ha trasladado a sus señorías que la repetición de curso se debe debatir, analizar y modificar. No son nuevos los estudios que cuestionan la eficacia de nuestro sistema de repeticiones y señalan el elevado coste de las mismas. Urge por lo tanto analizar en profundidad este asunto y proponer otras medidas alternativas que puedan servir para lograr el mismo objetivo siendo más eficaces.

¿Se han preguntado alguna vez de qué cifras estamos hablando? En España el porcentaje de alumnos que no terminan la ESO en el año que les corresponde es de los más elevados de Europa. Según la OCDE, “los alumnos escolarizados en 4º de la ESO que han repetido al menos un año representan el 35%, muy lejos de la media de la OCDE que está en el 13%”. Este mismo estudio afirma que “el coste de la repetición supone unos 20.000 euros por cada alumno, lo que supone un 8% del gasto en Educación Primaria y Secundaria”. El informe, entre sus conclusiones, también afirma que “si España redujese las tasas de repetición y la brecha de rendimiento entre los alumnos repetidores y no repetidores, el sistema educativo español se posicionaría en el mismo nivel o superior al de la OCDE”.

Estos datos reflejan la gravedad del problema y ponen el acento en lo que muchos docentes ya vienen expresando desde las aulas hace años, confirmando que es necesaria la reflexión sobre lo que estamos haciendo, ya que son muchos los que repiten pero muy pocos los que mejoran de verdad.

¿De qué sirve entonces repetir? Si la inmensa mayoría de alumnos que repite no logra el objetivo que se busca, no mejora sus resultados, ni su motivación hacia la escuela y nos encontramos con un alto porcentaje que incluso vuelve a suspender y acaba repitiendo nuevamente en años posteriores porque su nivel sigue sin ser el esperado, ¿no tenemos nada que pensar?

La realidad es esta. El alumno que repite tiene que volver a estudiar y trabajar las mismas materias suspensas, pero el sistema no le presta apoyo adicional ni individualizado, por lo que en esta situación resulta complicado subsanar las carencias o superar las dificultades que le han abocado a esta situación. Conclusión: el hecho de volver a “repetir” lo mismo que hizo el año pasado y en las mismas condiciones hace que lo más probable es que no se supere lo que antes no se logró superar, con la diferencia en negativo de que se acreciente la desmotivación del alumno y su sensación de fracaso personal, dos elementos añadidos que lejos de revertir la situación llevarán al siguiente paso de un camino poco alentador: el abandono prematuro de las aulas. Preguntémonos, ¿cuántos alumnos que repiten se convierten en el mejor alumno de la clase solo por el hecho de trabajar algo que ya conocen? Créanme, me atrevería a decir que ninguno. Por eso no es raro que los alumnos repetidores sean quienes más abandonen el sistema. ¡Qué raro! El objetivo de la repetición es precisamente el contrario, dar una segunda oportunidad para que continúen.

Leído lo leído, pudiera parecer que mi opinión es que la repetición debiera desaparecer, tal y como se ha podido escuchar en la subcomisión en las propuestas de algunos ponentes de prestigio. Pero nada más lejos. La solución a una repetición ineficaz, con deficiente organización y aplicación no es acabar con ella, ya que esto nos llevaría a otro problema como pudiera ser el establecimiento de una suerte de promoción automática del alumno sin que este haya adquirido un nivel suficiente de conocimiento o capacidad que, casi con toda seguridad, le ocasionará mayores dificultades para seguir el nuevo curso.

La cuestión de fondo es que la repetición de curso debe ser una medida excepcional y, desde luego, un 35% del alumnado no puede ser objeto de la misma. Es evidente que algo falla de forma estrepitosa y no son ni los alumnos ni los profesores. Hay que ir más a las causas, y la realidad es que aquellos estudiantes que no alcanzan los niveles mínimos para superar el curso necesitan de recursos humanos que desde la escuela logren dar la vuelta no solo a la adquisición de conocimiento y desarrollo de sus competencias, sino a la falta de motivación, a la necesidad de incentivación, al empujón que necesitan para crecer y lograr unos objetivos que se les han resistido pero que en el fondo, con estas herramientas a su alcance, son capaces de alcanzar. Y para eso, de nada sirve repetir y repetir lo que ya no sirvió, para eso hay que ofrecer una atención personalizada que permita que estos alumnos encuentren su camino, y sin los profesores suficientes eso es harto imposible.

Cuantificando y en frío, un alumno que repite necesita una inversión de 20.000 euros que hoy por hoy no están sirviendo para el propósito, así que ¿no sería mejor invertir ese dinero en programas eficaces y en profesores de apoyo? Es hora de aplicar medidas alternativas que pasan por la atención individualizada, las clases extras en los centros, la adaptación de los ritmos de aprendizaje o la detección temprana de las dificultades que pueda tener un alumno.

Y para terminar, y siempre como dueño de mis palabras, me atrevo a lanzar al aire unas preguntas que parten de una opinión personal y que quizás puedan estar presentes en el debate sobre las repeticiones: ¿tiene sentido hacer repetir a un alumno todas las asignaturas de un curso por haber suspendido por ejemplo tres?, ¿qué mejora o qué beneficio obtiene el alumno repitiendo materias que ya ha superado? Está claro que tenemos que hablar. Si este fuera el mejor sistema para ayudar y formar mejor a un alumno que presenta dificultades en materias concretas, ¿por qué en la universidad no se les hace repetir el curso entero a quienes no han superado todas las materias del mismo?

En conclusión, y partiendo de la premisa de que la repetición no debe desaparecer, sí hay que sentar las bases para que se entienda como una medida excepcional, y empezar a pensar en alternativas para ayudar a aquellos alumnos que presentan dificultades en materias concretas e incluso dotar de mayor flexibilidad al sistema educativo si esto ayuda a acabar con una rigidez administrativa que en casos como el que nos ocupa puede estar condicionando excesivamente el desarrollo de los alumnos.

Cuanto antes debemos abordar un debate productivo que nos lleve a modificar y revertir la situación actual. Hay que buscar las medidas efectivas que lleven a que el alumno, lo más importante de todo, supere los retos que cada curso le plantea, tanto con una repetición bien orientada y medida en caso de ser necesaria, bien sin ella, si así se decidiera, pero con otro sistema que le acerque al objetivo. El tema no es tan simple como decir sí o no a la repetición.

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