Sí al pacto PP-UPN, pase lo que pase

España · Ignacio Santa María
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21 octubre 2008
La Unión del Pueblo Navarro (UPN) ha abierto un expediente disciplinario al diputado Santiago Cervera en lo que parece ser ya un conflicto desbocado entre esta formación y el Partido Popular de consecuencias impredecibles, que sólo puede perjudicar, y mucho, a las dos partes en litigio y beneficiar a los socialistas.

El miedo está en la base de esta pelea; está en la base de la posición que mantiene el presidente Miguel Sanz al defender la abstención a los Presupuestos en el Congreso de los Diputados; está en la base del apoyo del 90% de los votos que recibió el presidente navarro en el Consejo Político de su partido y en el respaldo entusiasta que se puede palpar entre la gran mayoría de sus votantes. Esta trifulca política no se puede entender si no se tiene en cuenta el miedo que tiene una gran parte de la sociedad navarra a la posibilidad de que el nacionalismo vasco pueda llegar algún día a formar parte del Gobierno foral.

Temen que si Nafarroa Bai (plataforma política formada por Aralar, PNV, EA y Batzarre) llega a gobernar en coalición con los socialistas, Navarra sufrirá la misma experiencia que territorios como Cataluña, Galicia o el País Vasco, todas ellas sometidas a políticas en las que predomina la imposición ideológica y lingüística, así como la mala gestión de los problemas reales. Un temor al que se une la amenaza siempre latente de que algún día salga de su letargo la disposición transitoria cuarta de la Constitución, que prevé la incorporación de Navarra a la autonomía vasca mediante votación en el Parlamento foral y referéndum entre los navarros. 

¿Son miedos irracionales? Puede parecer exagerado que el simple apoyo de los dos diputados de UPN a la enmienda a la totalidad que ha presentado el PP a las cuentas públicas pueda desembocar en un cambio de alianzas en Navarra de tal naturaleza que traiga consigo la caída del Gobierno Sanz y la llegada del nacionalismo al poder. De hecho, esa amenaza no ha sido explicitada ni por el presidente navarro ni por ningún portavoz socialista. Sin embargo, en la mente de los votantes de UPN permanece fresco el recuerdo de aquella noche del 15 junio de 2007 en la que el comité regional de los socialistas navarros dio su apoyo casi unánime a un pacto de gobierno con los nacionalistas de Nafarroa Bai.

UPN es una formación nacida en 1979 que posteriormente aglutinó a miembros de la desaparecidas UCD y Alianza Foral Navarra, si bien sufrió una escisión en 1995 de la que surgió CDN. El pacto entre UPN y el PP, que ahora parece tambalearse, data de 1992 y ha permitido al partido regionalista construir una opción estable de gobierno de centro derecha para Navarra, si bien nunca ha disfrutado de la mayoría absoluta, por lo que el entendimiento, a veces explícito y a veces tácito, con los socialistas navarros, ha sido clave para la gobernabilidad de la comunidad foral.

El diputado expedientado Santiago Cervera, partidario de seguir la disciplina de voto marcada por el PP, alertaba ayer en las páginas de ABC del riesgo de una ruptura del pacto entre los dos partidos de centro derecha y la entrada del Partido Socialista de Navarra en un gobierno de coalición junto a UPN: algo similar a lo sucedido en Cantabria. A lo que la mayoría de los dirigentes de su formación podrían responder que eso siempre sería un mal menor frente a la posibilidad de que los nacionalistas vascos accedieran al poder.

La política es el arte de lo posible y en un dilema tan endiablado como éste es necesario preservar valores como la estabilidad y la gobernabilidad. Los dirigentes del PP y de UPN deberían intentar serenarse y hacer volver las aguas a su cauce porque de lo contrario saldrán todos perdiendo. Es una ilusión pensar que no se necesitan entre sí: el PP, sin UPN, no sería nada en Navarra y UPN necesita de una alianza con un partido estatal fuerte para hacer frente a su principal reto, que es el avance de un proyecto ideológico y cultural excluyente, representado por las fuerzas nacionalistas. La ruptura de un pacto que tan buenos frutos ha dado en estos 16 años sería una catástrofe y una grave irresponsabilidad.

El PP debe respetar las particularidades de la política de la comunidad foral, debe aprender de la capacidad casi proverbial, y muy enraizada en el propio carácter de los navarros, de alcanzar pactos entre fuerzas diversas para construir el bien común, pero por otra parte los políticos de UPN no deben encerrarse en una ilusión de autosuficiencia. Un regionalismo navarro (este fin de semana incluso llegué a oír en Pamplona la expresión "nacionalismo navarro") es insuficiente para hacer frente en solitario al avance del proyecto ideológico nacionalista que se mueve como pez en el agua en el relativismo cultural imperante.

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