Sherlock Holmes
La película en cuestión narra las aventuras y desventuras del famoso detective británico y su inseparable compañero el doctor Watson, que se enfrentarán al maléfico Lord Blackwood, que planea hacerse con el poder con el apoyo de una secta satánico-masónica.
El acierto de este largometraje es que el realizador consigue contar una historia de intriga, imprimiéndole un ritmo trepidante. Las escenas de acción resultan impecables. Destaca el modo en el que se describen las habilidades deductivas del personaje, aunque se utiliza el método de rodaje de la serie CSI, es decir, el proceso de acelerar las imágenes con la idea de dinamizar la escena.
En cuanto a los valores de la producción, destaca por encima de todo el de la amistad que une a los protagonistas, que ha sido muy bien captada por el director, puesto que explica que, a pesar de las diferencias que pueda haber entre ellos, se complementan, se apoyan y se entienden a la perfección. Curiosamente, las novelas de intriga más clásicas se han caracterizado por potenciar el valor de la amistad, si no acuérdense de la relación del padre Brown y Flambeau en las novelas de Chesterton o de Hércules Poirot y el capitán Arthur Hastings en las de Agatha Christie.
En contraposición con lo positivo encontramos dificultad para acostumbrarnos a la presencia de Robert Downey Jr. (¿demasiado físico?) y Jude Law. Nos da la impresión de que la elección no ha sido la más adecuada. Desde el primer momento en que supe que los protagonistas iban a ser estos dos actores, comprendí que sería un lastre para la película. La verdad es que me los imagino de otra manera y pienso que han existido otros actores, incluso de series de televisión, que han conseguido hacernos creer que estamos ante los auténticos Sherlock y Watson. Además, me sorprende la presencia de Moriarty, puesto que en las auténticas novelas de Arthur Conan Doyle apenas se menciona, aunque este personaje está muy generalizado también en otros largometrajes.