¿Será más fuerte la necesidad o la ideología?
El próximo año el desempleo puede llegar a afectar a más de tres millones de personas. La semana pasada Zapatero, acuciado por las malas encuestas e inspirado por la reunión de Bush con Obama y McCain, anunció que se iba a reunir con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, para hablar de economía. Días después ha quedado claro que detrás de ese anuncio no había nada. La oferta de diálogo entre oposición y Gobierno llegaba cuando los presupuestos del año que viene estaban a punto de ser presentados en el Congreso de los Diputados. Y cuando las decisiones ya estaban tomadas.
Los presupuestos incluyen una previsión de crecimiento del 1 por ciento que el Gobierno sabe que no se va a cumplir. Las previsiones de ingresos, según todos los analistas, están condenadas al fracaso. España estará pronto en recesión técnica, destruirá empleo y el coste del aumento de los subsidios de desempleo se disparará. Zapatero sabe, porque se lo ha dicho su ministro de Economía, Pedro Solbes, que el déficit superará el límite del 3 por ciento permitido. Pero la receta es no hacer nada, dejar que el saldo negativo de las cuentas públicas aumente. No hay en realidad nada que hablar con la oposición, que tampoco está aportando grandes soluciones, pero que reclama medidas sensatas como las de reducir la presión fiscal a las pequeñas y medianas empresas.
Zapatero, al que sin duda le convendría llegar a acuerdos con el PP, los sindicatos y los empresarios porque todo va a ir a peor, es incapaz de mirar de frente a su necesidad como político y a la de su país para alimentar una sincera voluntad de unidad. Zapatero no concibe más estrategia que la confrontación, que tanto éxito le dio en la pasada legislatura, y no está preparado para la gestión de los recursos escasos, lo suyo es la política virtual aplicada a los nuevos derechos civiles, en la que no es posible un fracaso por exceso de voluntarismo. La crisis financiera internacional no le ha servido para cambiar de actitud, en un ejercicio de oportunismo demagógico ha acabado culpando a la satánica América de Bush de todo lo que está pasando en España.
La sociedad española, enfrentada y dividida desde el 11 de marzo de 2004, con la crisis tiene la ocasión de recuperar evidencias sencillas sobre el sentido del trabajo y el valor del sacrificio para construir el país. Después de cuatro años y medio de política ideológica, la realidad reaparece en forma de crisis.