Seamos serios cuando hablamos de persecución

Mundo · Álvaro Real
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17 abril 2013
Cristianos y leones,reciente libro de la editorial española Planeta dedicado a la persecución delos bautizados en todo el mundo, sale a la venta. Se trata del relatoestremecedor y apasionante de la persecución que causa 100.000 muertos al año.

Su autor, Fernando de Haro explica elporqué de esta persecución y analiza la situación de los cristianos en OrienteMedio, África, China, India o Corea del Norte, donde en estos momentos "hay40.000 cristianos internados en los kwanlisos".

100.000 cristianos mueren al año. ¿Porqué?

Las causas de esta gran persecuciónson muy diversas. Y es difícil precisar una sola. Es necesario asomarse a lacomplejidad del momento que vive el planeta para poder responder. Pongamos elcaso de Iraq, donde vivía, hasta el comienzo de la Segunda Guerra del Golfo,una de las minorías de bautizados más relevantes de Oriente Próximo. Tuveocasión de conocerla cuando hice una serie de reportajes Bagdad durante losaños 90. Vivían tranquilos. Ahora el éxodo está siendo masivo y la presenciacristiana en esas tierras puede desaparecer. Los cristianos son perseguidosporque son incómodos tanto para los chiitas como para los sunníes que luchanpor implantar un proyecto hegemónico. Los bautizados son las víctimas delenfrentamiento entre Irán y Arabia Saudí. Algo que ocurre en muchos países demayoría islámica. Pero la persecución en Iraq no tendría las dimensiones quetiene si Occidente no hubiera comenzado la guerra de 2003. A la lucha de poderentre las dos corrientes más seguidas de cierto islamismo político hay queañadir la torpeza de Estados Unidos, y en parte de Europa, que en nombre deunos valores abstractos han sacrificado a una minoría que era esencial para lapaz.

Si hablamos de la India, país en estemomento decisivo para el futuro del mundo, hay que hacer referencia alnacionalismo hinduista y su lucha con el islam. Si nos detenemos en China, lagran potencia asiática que disputa el liderazgo a Estados Unidos, hay queexaminar el capitalismo de Estado del régimen comunista que no puede tolerarciertas libertades. Los fenómenos son muy variados. Pero hay dos rasgos encomún. La persecución más violenta suele producirse allí donde hay un procesode cambio importante: donde hay choque de poderes o donde un poder quiereimponer su proyecto. Y en esa situación los cristianos, como lo fueron duranteel siglo I, suelen ser incómodos. Porque no siguen la lógica que quiere imponerel poder.

Lo sorprendente, y eso es lo quequerido mostrar en el libro, es que en esas circunstancias tan difíciles apareceel testimonio de vidas bellísimas que no quieren renunciar a la alegría de sercristiano. Me gustaría que del libro, al lector, le quedara la sorpresa llenade positividad de esas vidas que me ha cautivado a mí.

En Occidente, a veces da la sensaciónque a los medios de comunicación no les interesan las persecuciones acristianos. Se hablan de faltas de libertades pero no de la libertad religiosa.¿Existe libertad religiosa en el mundo?

Es difícil responder a esa preguntaporque las situaciones son muy diferentes. En cualquier caso, yo no me heocupado en el libro de la libertad religiosa en general sino de la libertad delos cristianos, de la libertad de la Iglesia o de las iglesias. Y son dos cosasdiferentes. Pero no quiero dejar de responder la pregunta. La negación de lalibertad religiosa se ha convertido en una norma en el Sur de Asia, en PróximoOriente y en África del Norte. En el ranking de los países con menos libertadreligiosa, China está en lo más alto Hay un primer nivel de persecución: es elnivel de los que se juegan la vida. El de los que tienen que escoger entre serfieles al bautismo o verse privados de derechos civiles fundamentales o inclusode la vida. Y en esa circunstancia se encuentran importantes zonas del planeta.Es el caso de China, de Corea del Norte, de algunas partes de la penínsulaarábiga, de ciertas regiones de África (Sahel, Niger, etc) y de algunos paísesde Oriente Próximo.

Hay un segundo nivel de restricciónde la libertad de la Iglesia. En este caso la libertad se entiende como underecho privado o íntimo. Y no están tutelada la dimensión social y pública queconlleva ser cristiano. Esto sucede en muchos países de mayoría islámica, enalguno de los regímenes comunistas que aún perviven y en ciertas zonas de AméricaLatina. Lo preocupante es que esto avance en Europa cuando se prohíbe, porejemplo, exhibir signos cristianos. Y ahí tenemos la última sentencia delTribunal de Estrasburgo que impide a una enfermera llevar un crucifijo.

Y hay un tercer nivel que es unarestricción cultural. Ese poder del que hablaba Pasolini: un poder sobre laconciencia que pretender reducir el cristianismo a valores, a ética. Es lo queimpera en Occidente. Occidente no suele ocuparse de la persecución de loscristianos porque la cuestión no cabe en los esquemas ideológicos habituales:no es tema de derechas o de izquierdas. No da votos, no da dinero. No tiene quever con el cambio climático ni con el género pero tampoco es clasificable comoun producto del "choque de civilizaciones" que tanto les gusta o les gustaba aalgunos conversadores.

Son muchos los países en los quemuestras que "los cristianos están en el centro de la historia". En OrientePróximo, por ejemplo, cada vez hay menos cristianos…

El caso de Oriente Próximo es muysangrante. Bernard Levy, que es un agnóstico, ha escrito a propósito de estetema que "cuando el mundo árabe prescindió de los judíos y de su memoria, secometió un crimen irreparable. Si ahora se le priva de sus cristianos, si sehace sufrir a las últimas comunidades católicas capaces de rezar en la lenguade Cristo lo que se hizo sufrir a los descendientes de las tribus de Israel,será, no solo para él, sino para el mundo, una nueva pérdida total, una nuevaruina espiritual y moral, un nuevo desastre civilizatorio y cultural".

¿Cuál es el desastre moral? Hayvarios. El primero es que la desaparición de los cristianos en Oriente Próximosupone un atentado contra la fe. Porque, como nos han señalado los tres últimospapas, el cristianismo no es una doctrina ni una moral sino un acontecimientoque comenzó en un determinado momento de la historia y que ha seguido presentedesde entonces. Sin continuidad en los lugares en los que apareció la fe, esfácil que acabe convirtiéndose en un sistema de ideas o en un sistema ético. Yluego hay un desastre para la convivencia, las minorías de cristianos egipcioso caldeos, no hablemos de la libanesa, han sido fundamentales para que noavanzara la restricción de las libertades.

En Europa tenemos un problema paracomprender este fenómeno. Porque a menudo adoptamos un esquema neo-conservadorque demoniza al islam. El islam no es el problema, el problema es el islamismo.Hay un islam del pueblo que es realmente religioso. Hay que escuchar más a lasiglesias orientales y menos a los predicadores del choque civilizatorio. "Hayun doble error -explicaba Guitton-. Como se piensa que el cristianismo enmayoritario en Occidente se concluye que no puede aspirar a ser minoritario enOriente. Y, así, se tiende a transformar a los cristianos orientales enprotegidos de los occidentales, lo que les expone a mayores peligros".

En África, las persecuciones vienen porel islam radical. Lo estamos viendo, por ejemplo esta semana con el obispo deBangassou en República Centroafricana, monseñor Juan José Aguirre. Sabe que encualquier momento puede morir. ¿El corazón se conmueve al investigar y contarestas historias?

Exacto. Estas páginas están llenas denombres, de hombres y mujeres que sufren atentados, que tienen que dejar suscasas, que saben que van a morir. Son fieles, son pacíficos. Son, en muchoscasos pobres de solemnidad, pero son grandes y te hacen reconocerte a ti mismogrande. Es sorprendente que en muy pocos casos hayan respondido con violencia.

Te confieso que al meterme en susvidas, al recrearlas, me he sentido muchas veces conmovido. Al escribir tienesque ensimismarte, que intentar averiguar o imaginar lo que se le ha pasado porla cabeza a alguien que está en un campo de concentración o a punto de morir.No me avergüenzo confesarlo, hay muchas veces que me he conmovido hasta laslágrimas. Pero ahora el Papa Francisco ha dicho que eso es bueno ¿no?

En América Latina son las sectas, lospandilleros, o la guerrilla y los contrabandistas. ¿Por qué molesta tanto uncristiano?

El asunto de América Latina esapasionante y muy doloroso. Me gustaría hacer una investigación más profunda.Tuve ocasión de conocer de primera mano, al grabar un documental en Caracas, loque supone la presión del chavismo. También lo viví de cerca en Bolivia dondeel indigenismo ejerce una presión insoportable. Me gustaría viajar adeterminados sitios, pasar tiempo escuchando y viendo lo que sucede en algunaszonas de México. Pero para eso haría falta algún patrocinador generoso. Estesería un buen tema para un nuevo trabajo.

América Latina es hija delcatolicismo y de otras tradiciones como la tradición liberal. Pero eso no impideque el catolicismo, vigoroso como en pocos lugares del planeta no estéamenazado. Sufre la amenaza de un laicismo propio del XIX, que todavía siguemuy vivo, a la que hay que añadir la de los nuevos populismos. El indigenismoideológico, el de salón, no el que está con los indios en las selvas de Perú,quiere reducir al cristianismo porque el cristianismo afirma que no todas lasculturas son iguales. El catolicismo, que siempre es aliado de la razón, afirmaque una cultura debe ser sometida a criterios de juicio universales y que suvocación es abrirse, desde lo particular, al mundo. Y eso el indigenismo no losoporta porque es pre-ilustrado.

Las sectas son otro problema. Lassectas le plantean un interesante reto al catolicismo. El cristianismo para serauténtico tiene que ser sometido a prueba, tiene que demostrar que sirve paravivir el presente. Si la gente no ve utilidad existencial en el catolicismo loabandona. Es lógico. No hay que tener miedo a la libertad.

Ahora que está tan de moda, desgraciadamenteCorea del Norte, ¿allí hay cristianos? ¿Cómo viven?

Corea del Norte es uno de los paísesdel mundo en el que la persecución es más cruenta. La información es confusa.Se estima que hay 40.000 cristianos internados en los kwanlisos, campos deconcentración en los que muere uno de cada cuatro internos. Enfermedades comola neumonía y la tuberculosis están muy extendidas, pero no hay tratamientomédico para los prisioneros. Se ven obligados a trabajar enfermos y, si no soncapaces de trabajar, son enviados a los sanatorios a esperar la muerte. Tambiénson frecuentes las torturas, violaciones y ejecuciones extrajudiciales.

Los cristianos del país para podercelebrar misa tienen que esconderse en "iglesias domésticas". Corea del Norteno es una broma, es una tierra de terror donde se han detectado muchos casos decanibalismo. Como en la Ucrania de la época de Stalin. 

Una última pregunta. ¿Te perseguirán porescribir este libro? ¿Quedarás marcado?

No lo creo. Hay que ser muy serio alutilizar la palabra persecución. En ocasiones se utiliza de un modo frívolopara disimular la dificultad que tiene cierto cristianismo de estar al airelibre, en una sociedad plural, expresando de forma comprensible y amigable laexperiencia de la que nace. A veces, en España, utilizamos la palabrapersecución de forma superficial: para no admitir que no hemos sido capaces deretar la libertad de los otros, para no aceptar que lo que decimos esincomprensible para quien no sabe nada de la fe. O lo que es peor, porque en elfondo soñamos con un cristianismo hegemónico y vemos frustradas nuestrasutopías. Tenemos mucho que aprender de los que realmente son perseguidos. 

aleteia.org

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