Diario de un caminante a Santiago

Santiago de Compostela (19-07-2014)

España · José Manuel de Torres
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3 agosto 2014
Lo que más impresiona del Camino es que nunca se acaba. El caminante sigue despues caminando en el camino de la vida, el verdadero de cada día, una vez alcanzada la meta de abrazar al Apóstol. El caminante ya sabe que si cae en el Camino, el otro caminante que le acompaña a su lado procurará raudo que se levante, pues la meta siempre queda a una jornada de camino hasta completar la definitiva jornada. Pórtido de la Gloria

Lo que más impresiona del Camino es que nunca se acaba. El caminante sigue despues caminando en el camino de la vida, el verdadero de cada día, una vez alcanzada la meta de abrazar al Apóstol. El caminante ya sabe que si cae en el Camino, el otro caminante que le acompaña a su lado procurará raudo que se levante, pues la meta siempre queda a una jornada de camino hasta completar la definitiva jornada. El viajante se acuerda aquí de Manrique y las coplas a la muerte de su padre: “Este mundo es el camino / para el otro, que es morada / sin pesar, / mas cumple tener buen tino / para andar esta jornada / sin errar…”. El caminante, peregrino en la Tierra, espera, con la gracia de Dios, alcanzar la plenitud del Camino algún día. Las metas cotidianas también esperan sin dilación y el viaje interior debe continuar en cada corazón humano. El caminante sabe que el amor preside su camino y que ayudar al prójimo es el camino más rápido hacia la meta de las estrellas, la eternidad.

La jornada de descanso hace mucho bien al caminante, que se siente reparado en cuerpo y alma. El peregrino aprovecha las circunstancias para acercarse al mercado, comprarse unos pimientos de padrón y dos quesos artesanos de Ulloa, y ver después alguna exposición jacobea. Luego, cumpliendo con la centenaria tradición, acudimos como pobres peregrinos al Hospital de los Reyes Católicos, hoy Parador Nacional, para almorzar a la hora del almuerzo, o sea, a los doce del mediodía, hora del Ángelus, sin corresponder a dicha hospitalidad con otras dádivas que el agradecimiento sincero y una beneplácita sonrisa de satisfacción. El caminante sabe que comer de balde es cosa muy distinta, que otros sí practican, y nos sentimos por un día herederos legítimos de aquellos peregrinos heridos de cuerpo y alma acogidos en la vieja hospedería que fundaran la reina Isabel y el rey Fernando para su cuidado. El caminante descubre así que ahora le toca a él cuidar a los demás, a los enfermos y a los moribundos de cuerpo y espíritu. Uno quisiera sobre todo dedicarse a estos últimos, pero decidimos ponernos en manos de la Providencia y que ella disponga. Y con todo y así, sabemos bien que a este primer camino le seguirán otros más duros y difíciles de andar. Este humilde caminante se acuerda aquí de su padre, modelo de santidad inspirado por San José, que desde el Cielo le habrá también acompañado en el Camino, y de su madre, la persona a quien más quiere en el mundo. La familia cristiana es también un camino difícil de transitar, y una vez hechas las demás peticiones al Santo, el peregrino quiere, al abrazar hoy de nuevo al Apóstol, reafirmarse en la tarea de transmitir en el seno familiar el modelo de amor de Jesucristo. El caminante sabe que es difícil y que de sabios es rectificar y rectificará las veces que haga falta para alcanzar la meta interior tan deseada. “Ora et labora”, de nuevo, regla de San Benito. Después de una frugal cena con nuestra amiga austriaca a quien encontramos después de misa, el caminante, desde su pequeña estancia del Seminario Menor, tiene la certeza de que este Camino ha cambiado su vida para siempre y le da gracias a quien todo lo puede por lo recibido en él y de Él.

Adenda

La vida hace siempre extraños compañeros de camino que sólo Dios sabe si alguna vez se volverán a encontrar. Dejarlo en sus manos es la mejor opción. En todo caso, José Luis, Sergio, Christine, Javier, Danielle, Óscar, Marcelo y otros caminantes cuyo nombre ya no recuerdo, ha sido un placer conoceros y aprender de vosotros en el Camino.

Hasta siempre,

hasta la luz,

hasta la gloria eterna.

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