Renzi, primera reválida en las elecciones europeas
El primer problema con el que se va encontrar el Primer Ministro es que su ambicioso programa reformista está totalmente a medias: aunque es un hecho que las rentas más bajas comenzarán a cobrar con carácter inmediata un bono mensual de ochenta euros (por cierto, sin saber de dónde sacará el Estado italiano ese dinero), otros temas, como la ley electoral o la supresión de las provincias, siguen sin convertirse en ley: mientras la primera ha sido aprobada por la Cámara de los Diputados pero no por el Senado, la segunda sí ha pasado el trámite del Senado pero no el de la Cámara de Diputados. Y así tantas otras cosas, de tal manera que la percepción entre los italianos es que Renzi hace muchos anuncios, pero que poco se convirte en realidad (al menos de momento).
El segundo problema son las grietas en el seno de su coalición. El pasado día 15 de mayo el Parlamento tuvo que votar el ingreso en prisión del antiguo Alcalde de Messina, Fracantonio Genovese, por varios presuntos delitos. Aunque la medida salió adelante con un apoyo suficiente, Renzi tuvo que ver cómo el Nuovo Centrodestra de Alfano y seis diputados del Partido Democrático (es decir, su propio partidoi) votaban en contra. Y no es la primera vez que esto sucede. Ya dijimos en anteriores ocasiones que Alfano va a hacer todo lo posible por marcar distancias con el Primer Ministro, y por encontrar su propio espacio político, esperando captar votos de la agonizante Forza Italia, que no ha parado de desangrarse desde que en octubre Alfano y un buen grupo de diputados y senadores abandonaran a Berlusconi.
Y el tercer problema para Renzi es que debe tener cada vez más confundido a su electorado, porque, aunque se supone que encabeza un partido de centro-izquierda, está a favor de medidas que en otros países está poniendo en marcha la derecha. Nos referimos, por ejemplo, a la reforma laboral que el Gobierno del Partido Popular hizo aprobar al poco de llegar al poder, y que ha sido muy criticada por las fuerzas de izquierda porque la realidad es que desde que éste fuera aprobada España ha sumado casi un millón más de parados: puede ser buena a la largo plazo, pero a corto se le considera en muchos sectores francamente perjudicial para los trabajadores. La haga aprobar o no, Renzi ya ha dicho públicamente que es muy partidaria de la misma.
Además, el Primer Ministro toscano ha prometido bajadas de impuestos, medida que normalmente se atribuye a la derecha (aunque en España haya sucedido exactamente lo contrario, ya que fue la derecha la que subió los impuestos y ahí siguen) pero, en el caso de Italia, es este gobierno de centro-izquierda quien ha apostado por dichas subidas.
Cierto es que las elecciones europeas no suelen ser el mejor indicador del apoyo del que goza un partido: los votantes suelen inclinarse por la abstención o por el desahogo dando su voto a partidos en ocasiones muy minoritarios. Pero Renzi tiene el problema de que llegó al poder sin la legitimidad de las urnas, y, a falta de unas elecciones generales que solo el Presidente Napolitano puede convocar, estos comicios se convierten para él (quien además ha asumido todo el protagonismo) en toda una reválida. Así, los italianos tendrán la última palabra dentro de una semana.