Renzi no quiere ser el siguiente

España · PaginasDigital
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2 enero 2016
Ya lo advertimos en anteriores ocasiones: las políticas de austeridad en el gasto público están suponiendo un serio problema para los países meridionales de la Unión Europea, y ello está teniendo sus consecuencias en las diferentes convocatorias electorales: en un solo un año, 2015, han caído los gobiernos conservadores de Grecia (enero), Portugal (noviembre) y está a punto de caer el de España, si un cambio drástico en el sentido actual de las negociaciones entre partidos no lo remedia. Y Renzi, que pertenece al otro país importante del sur de Europa, no quiere ser el siguiente en caer. De ahí que el pasado día 22 el Senado italiano diera ´luz verde´ a los Presupuestos Generales del Estado para 2016 y en ellos Renzi ha mantenido su desafío a la ortodoxia europea, situando el déficit en el 2.4% cuando la Unión Europea le exigía rebajarlos hasta, como mínimo, el 1.8%.

Matteo Renzi sabe que resulta ya inevitable un triunfo electoral del Movimiento Cinque Stelle en las elecciones administrativas que se van a celebrar esta primavera, lo que él interpreta como un serio aviso hacia unas políticas, las de su Gobierno, más cercanas a la derecha que a la izquierda. Además, el heterogéneo partido de Beppe Grillo, tras un inicio de legislatura donde parecía que iba directo hacia la descomposición, ha logrado parar la caída y ahora vuelve a subir de la mano de su ´delfín´, el Vicepresidente de la Cámara de Diputados Luigi Di Maggio.

En un país donde la izquierda ha quedado reducida a la nada (el socialismo se hundió con Craxi a comienzos de los noventa y el comunismo se fue diluyendo dentro del Partido Democrático hasta el punto de convertirse en una suerte de socialdemocracia), el Movimiento Cinque Stelle sabe que es el momento de ocupar ese lugar que ha quedado libre. Renzi, por su parte, ha ido comiendo terreno al centroderecha y sabe que no tiene rival ni en una Forza Italia donde a Berlusconi le quedan meses para cumplir los 80, ni en un Nuovo Centrodestra cuyo líder (Angelino Alfano) es irrelevante, ni en una extrema derecha donde Matteo Salvini tiene un techo electoral en el 15% de los votos difícilmente superable.

En todo caso, Renzi, que ha cerrado 2015 con un crecimiento del 0.8% (lo que mejora en 1.2 lo logrado en 2014, donde se fueron al -0.4%), quiere continuar generando crecimiento a base de impulsar el consumo interno. A pesar de que su deuda nacional es del 133% de su PIB, el Gobierno italiano va a destinar 30.000 millones de euros a combatir la desigualdad y la pobreza, bajando los impuestos a la primera vivienda (algo que ya hizo en su momento con mucho éxito Silvio Berlusconi), a los beneficios de las empresas, a la agricultura, a la maquinaria de construcción y a la televisión pública (el canon RAI se reducirá de 113 euros a 100 euros). Además, el IVA seguirá teniendo un tipo máximo del 22%. En ese sentido, el ministerio de Economía de Pier Carlo Padoan espera que las empresas puedan deducirse el 140% de gastos de renovación de instrumentos de trabajo al tiempo que las corporaciones locales serán autorizadas a gastar más en temas esenciales como son las escuelas y el pavimentado. Igualmente, se prevén incentivos para las familias numerosas, para los nuevos contratos (en un país donde la tasa de paro juvenil es una de las más altas de Europa) y en los contratos indefinidos.

Entre otras medidas llama la atención la puesta en marcha de un ´bonus´ de 80 euros mensuales para policías y militares por los esfuerzos ´extra´ que están acometiendo ante el aumento del terrorismo yihadista. Por otra parte, el Gobierno italiano no se ha olvidado de una de sus principales riquezas, el patrimonio cultural, aumentando en 1.000 millones el presupuesto del ministerio que dirige Dario Franceschini y creándose un bono de 500 euros para gastar en áreas arqueológicas, exposiciones, libros, museos y teatros cuyos beneficiarios serán los jóvenes que cumplan 18 años de edad. Al tiempo que se contratarán 500 trabajadores más para el sector cultural.

Otro destinatario del aumento del gasto público será, por ejemplo, la lucha contra la pobreza, receptora de 600 millones. Lo que Renzi sí que no ha podido evitar es seguir recortando en el gasto de la Administración y manteniendo congelada la contratación de funcionarios, donde se ahorarrá unos 5.000 millones de euros. Con todo ello, el Gobierno italiano espera lograr un crecimiento del 1.5% en 2016, lo que prácticamente doblaría la cifra obtenida en 2015 y permitiría volver al país a tasas de crecimiento previas a la caída de Berlusconi, aunque todavía queda tiempo para que se recupere el crecimiento de los años setenta y ochenta, donde se llegó a obtener en varios años cifras que se movían entre el 15 y el 20%.

Lo que Renzi tiene muy claro es que el suyo sigue siendo un Gobierno interino, y que en cualquier momento se pueden convocar unas elecciones anticipadas en un país donde ya es todo un éxito que la legislatura vaya a sobrepasar los tres años cuando en la primavera de 2013 algunos vaticinaban la legislatura más corta de la Historia reciente de Italia. No debe olvidarse que la nueva ley electoral (la Italicum) entrará en vigor en julio de este año, y que en cualquier momento puede haber nuevas elecciones generales. Elecciones para las que Renzi quiere estar preparado y por ello ha puesto todos los medios necesarios para no ser el siguiente en caer, porque, como él dijo ya hace un tiempo, es cierto que debe haber contención en el gasto público, pero la prioridad, por encima de todo, debe ser generar crecimiento para que el país siga avanzando.

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