Renzi, cada vez más cercano a la ortodoxia europea
Y eso que el Gobierno italiano en este momento se encuentra en la más absoluta soledad en lo que se refiere a la aceptación de las políticas de austeridad. Porque a Grecia han ido, con idea de mostrar su apoyo público al Primer Ministro griego Tsipras, no sólo los previsibles Salvini o Grillo, sino incluso representantes de Forza Italia. Está claro que Silvio Berlusconi sigue sin perdonar a Europa el que le dejara fuera del Palazzo Chigi (sede de la presidencia del Gobierno) en noviembre de 2011 para sustituirle por Mario Monti y, aunque Berlusconi está prácticamente acabado como político e incluso ha llegado ya a insinuar su marcha, lo cierto es que no termina de irse y que sus parlamentarios, salvo contadas excepciones, siguen fielmente sus consignas.
Sin embargo, todo esto no parece preocupar mucho a Renzi. El país ha vuelto por la senda del crecimiento (el primer trimestre finalizó con un +0.3% del PIB, y las previsiones indican que se podría acabar el año con un crecimiento de un punto en total, lo que no sería poco en un país acostumbrado en el último lustro a la recesión), el desempleo ha comenzado a bajar y los proyectos legislativos del Gobierno, como ´La Buona Scuola´, siguen saliendo adelante en las cámaras. Cierto es que las últimas elecciones regionales no fueron lo buenas que hubiera querido Renzi, pero lo cierto es que las ganó y además con seis puntos de diferencia sobre el siguiente partido, el Movimiento Cinque Stelle de Grillo. Renzi tiene, en ese sentido, un país en el que fijarse: la vecina España, donde el ajuste se realizó en los años 2012-14 y ahora, tras un 2014 donde se volvió a crecer (casi dos puntos del PIB), se encuentra a la cabeza de la Unión Europea en cuanto a aumento del volumen económico se refiere, si bien el desempleo sigue siendo un auténtico reto al que se está ganando la batalla todavía de manera débil.
La clave del crecimiento español estuvo en una reforma laboral que ha permitido la llegada de una numerosa inversión extranjera. Aunque tiene como principal ´handicap´ la acentuación de la dualidad en el mercado laboral y la apertura de una profunda brecha entre los que más y los que menos tienen, lo cierto es que España se ha convertido en un país fiable para los inversores y Matteo Renzi sabe que Italia tiene que hacer lo posible por lograr lo mismo. Desde esa perspectiva, el horizonte parece despejado, ya que, aprobada la nueva ley electoral y no entrando ésta en vigor hasta julio de 2016, salvo catástrofe, no habrá elecciones generales hasta, por lo menos, el otoño de 2016, y ahí Renzi cuenta con un aliado fundamental que es el Presidente Mattarella.
Sin embargo, necesita seguir dando argumentos para que los italianos le vuelvan a votar, y por ello debe seguir aumentando el crecimiento del Producto Interior Bruto, para lo que resulta fundamental en este momento las líneas de crédito que pueden proporcionar el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo (donde tiene a su compatriota Mario Draghi al frente) y la Comisión Europea. De ahí que en todo el asunto griego, acabe como acabe éste, ya se cuidó Renzi desde la llegada de Tsipras al poder de marcar distancias con éste y dejarle claro que él, a diferencia del dirigente griego, sí pensaba pagar a sus acreedores. De tal manera que ello conforma un claro bloque del sur de Europa formado por España, Portugal e Italia frente a una Grecia cada vez más directa hacia el precipicio. Pase lo que pase con el ´referendum´ griego, Alemania ya sabe que Italia está dispuesta a seguir la línea oficial y que espera recibir, en justa contraprestación, la debida ayuda para cuando realmente la pueda necesitar.