Randy Newman, contra los mitos
En este álbum sobresalen influencias musicales de los artistas callejeros de Nueva Orleáns, donde Newman vivió buena parte de su niñez, y también estructuras musicales propias de bandas sonoras para el cine. No en vano, Newman sí ha triunfado componiendo temas, entre otros para películas como Ragtime, Toy Story 2, Monstruos S.A., Cars.
Me atrae este disco por la voz personal de Newman, principalmente, y su interpretación al piano, que me recuerdan a glorias negras del rythm and blues.
Dicen que sus letras son irónicas, aunque mi conocimiento de inglés no da para certificar este punto. Como otros rockers, Newman se apunta al carro de la crítica a la administración Bush (o todos los músicos están en contra o en España nos cuentan sólo una parte).
En declaraciones a El Mundo por la presentación de Harps and Angels, reconoce su fragilidad, ya que hubiera sucumbido a las drogas si le hubieran gustado, como ha ocurrido con muchos artistas a los que les llega el éxito de jóvenes. El precio del triunfo en la farándula es la autodestrucción y los que sobreviven se convierten en "gilipollas", apunta, y pierden la "pureza" juvenil de los comienzos. Newman rompe la interesada aureola cuasi mística a los caídos del star system por los excesos de alcohol y drogas, y profundiza en la debilidad humana sin tapujos y falsos mitos. En fin, una crítica pertinente y necesaria entre tanta mitomanía orquestada.