Quedarse corto

Pero lo que no estaba nada claro es que se fuera a quedar corto en lo quemás lo justificaba: una política económica que volviera a enmendar el rumbo, comose hizo en el 96. Cada vez se hace más evidente que llegamos a 2015 con unatasa de paro cercana al 20 por ciento. Con el sector bancario saneado, sí. Perocon muchas cuestiones pendientes por cambiar todavía en la legislación laboral,en el sistema fiscal -la subida de impuestos ha sido y va a ser poco fina-, enel sistema de financiación de las Comunidades Autónomas, en un Estado deBienestar insostenible, y en un modelo productivo obsoleto. Se han tapado losagujeros más urgentes pero la legislatura avanza sin que se hayan aportadosoluciones sostenibles. Los mercados ya no nos castigan. Bruselas nos da tiempopara recortar el déficit. Necesario pero no suficiente. Hemos aprendido bienque economía real y economía financiera tienen poco que ver y que la nuevaburbuja puede estar gestándose.
El desgaste de un Ejecutivo que llegó a Moncloa con mayoría absoluta seacelera. Y, si no cambia el clima, el panorama de inestabilidad crecerá. No porlo que haga el PSOE, al que el Gobierno y los medios le seguimos considerando,quizás por inercia, como alternativa. La amenaza es la antipolítica: unaselecciones con un resultado como el italiano. Elevada abstención y emergenciade "fuerzas alternativas": IU, UPyD, nacionalismos varios y otras que puedansurgir. Puede formarse entonces una "alianza progresista" que a Mariano loconvierta en "Rajoy el Breve". Parece lejano pero está aquí.