Queda miedo

En Francia ya se habla de macronismo, ya lo hizo la televisión pública F2 en su informativo de máxima audiencia. Su ideario: el individuo por encima de todo; ningún colectivo o multitud deben torcer el destino de cada persona. Es preciso, por tanto, tomar riesgos y avanzar en el liberalismo fortaleciendo la igualdad de oportunidades. La clave política actual está en la reforma de la escuela al objeto de que todos salgan a la vida profesional en la misma línea de partida. Ante todo optimismo, la audacia de hoy es ser optimista.
Macron, hijo de médicos, siempre fue el primero de clase. Tras un año en Sciences Po hizo la carrera en el ENA y, a sus 27 años, se plantó en la vida como inspector de finanzas. El socialista Attali se lo atrajo como <i>rapporteur</i> pero también lo hizo Sarkozy. Hollande se lo llevó a un secretariado hasta conferirle el Ministerio de Economía. Macron abandonó a Hollande y se arriesgó a ir solo en la política fundando un mini movimiento <i>En marche</i>, ni de derechas ni de izquierdas. Ese ha sido el gancho para romper lo que parecía imposible. Ha roto el Partido Socialista, ha destrozado el partido de la derecha (<i>Les Républicains</i>) y ha abierto una gran fisura en el <i>Front National</i>. Macron acaba de transformar su propio movimiento robándoles la singladura a los de Sarkozy pues en adelante se harán llamar <i>La République en marche</i>. El exministro socialista Valls ya está con Macron así como otros muchos socialistas, entre quienes destaca Borloo, otro exministro; una decena de partidarios de Jupé también están con Macron. El PS no ha decidido si hay que ayudar a Macron o enfrentarse a él; lo mismo les sucede a Los Republicanos, con un Jupé escondido. La diputada Marechal-Le Pen, sobrina de Marine Le Pen, ha abandonado su cargo de diputada y abandona la política mientras arrecian las críticas dentro del FN.
Macron está preparando su lista de 177 personas para las próximas legislativas. Ya conocemos algunas de ellas, elegidas bajo el triple criterio de probidad absoluta, paridad hombre/mujer y representación de la sociedad civil. Ahí, en las legislativas, se la juega él, pero también los demás partidos. En función de quién sea su elegido para la jefatura del Gobierno, Macron logrará desarbolar del todo ya sea al PS o bien a LR. O a ambos a la vez. El PS ya no parece tener espacio político entre Hamon y Mélenchon; tras la pésima gestión de la corrupción por parte de Fillon y Sarkozy la derecha ha quedado moralmente descompuesta. Queda el populismo, con tantos aires de familia en la derecha y en la izquierda extremas. El populismo es la supuración de la democracia, un pus que sale de sus grietas y que solamente se cura sanando el cuerpo democrático enfermo. Nadie quiere discutir sobre la enfermedad que padecemos, todas las ideologías lo impiden; solamente se mentan síntomas como paro y precariedad económica en una gran franja social, y en la otra, ceguera de la realidad y corrupción política y judicial.
El fascismo fue un populismo; también el comunismo. Al FN francés sólo lo han parado diez millones de votos que se fueron a Macron sólo por frenar a Le Pen. Sin embargo no está claro que el miedo a que reviente el pus nos vaya a quitar el miedo a auscultar nuestra enfermedad.