¿Qué pacto de Educación?
Ante todo hace falta voluntad política de remover los obstáculos que han impedido un gran acuerdo nacional sobre esta materia. Gabilondo se refiere a la estabilidad normativa. Hay que recordar que Zapatero al inicio de su primera legislatura, en lugar de corregir o matizar -que hubiese sido lógico- la reforma que fue impulsada por el último gobierno de Anzar, la tiró por tierra. La política educativa de Zapatero ha sido precisamente el ejemplo más claro de falta de estabilidad normativa. Existe un clamor social, y es necesario buscar los puntos comunes.
Desgraciadamente en España, cuando se piensa en lo común, se piensa en lo que nace del Estado. Cualquier pacto de Estado en materia de Educación debe reconocer la sana pluralidad que ha generado en la sociedad española la iniciativa social. Lo común no es lo que el Estado decide sino lo que la experiencia social hace evidente. Un pacto de Estado educativo, si se produce, no puede repetir esquemas estatalistas. Debe aumentar la libertad de educar de quien ya está educando y debe evitar intromisiones en lo que es propio de los padres. Bastaría que el ministro anunciara una modificación no ya de la asignatura de Educación para la Ciudadanía sino de sus contenidos para que supiéramos que va en serio.