¿Qué demonios tendrán contra las legales tutoras los senadores españoles y las senadoras españolas?

Cultura · PaginasDigital
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27 noviembre 2013
Por increíble que parezca, la LOMCE ha salido de su paso por el Senado peor de lo que llegó. La verdad es que, de no ser por lo que comentaremos más adelante, este trámite hubiera sido intrascendente, puesto que se mantiene la misma falta de ambición, el mismo continuismo con las leyes educativas previas, el mismo olvido y desdén por las libertades y los derechos de los padres.Trataremos de explicar en este nuevo post –el segundo de este blog- qué tienen los senadores españoles y las senadoras españolas, o las senadoras españolas y los senadores españoles, pues desconozco cuál debería ser el orden políticamente correcto. http://1.bp.blogspot.com/-hO40HYauLTU/UDQpf9mw-cI/AAAAAAAABcQ/UhWZsPtQLTk/s1600/038-RecorteDePoliticos.jp

Por increíble que parezca, la LOMCE ha salido de su paso por el Senado peor de lo que llegó. La verdad es que, de no ser por lo que comentaremos más adelante, este trámite hubiera sido intrascendente, puesto que se mantiene la misma falta de ambición, el mismo continuismo con las leyes educativas previas, el mismo olvido y desdén por las libertades y los derechos de los padres.

Trataremos de explicar en este nuevo post –el segundo de este blog- qué tienen los senadores españoles y las senadoras españolas, o las senadoras españolas y los senadores españoles, pues desconozco cuál debería ser el orden políticamente correcto.

Es llamativo que se hayan presentado 896 enmiendas al texto aprobado por el Congreso de los Diputados, ¡más de 500 páginas del Boletín Oficial de las Cortes Generales! De esa ingente cantidad de enmiendas sólo se han aceptado por la mayoría 35: 10 de otros grupos y 25 del propio Partido Popular. ¿Significa esto que el Gobierno no presentó la mejor ley posible y hasta el mismo partido que lo sustenta tuvo que enmendarle la plana en algunos aspectos? ¿El Gobierno no contó con el partido y sus especialistas y portavoces en materia de educación? Es realmente llamativo.

Pero lo más grave es que entre esas pocas enmiendas aceptadas a la oposición hay una de enorme calado por lo que revela, aunque seguro que a muchos les parecerá poco más que una anécdota. Revela que el Gobierno de España comparte con la oposición, o acepta mansamente que se la impongan, una concreta visión antropológica, una perspectiva ideológica que se quiere imponer a toda la sociedad como la única posible, la única verdaderamente democrática, la única realmente progresista y moderna. Se obvian cuestiones fundamentales –por ejemplo, mejorar el tratamiento de la asignatura de Religión, garantizar con medidas efectivas la libertad de los padres y su derecho a elegir la educación de sus hijos (no sólo en la elección inicial sino a lo largo de todo el proceso educativo), o equiparar la enseñanza concertada a la pública no considerándola como algo residual, accesorio o subsidiario- pero se tiene sumo cuidado en ser políticamente correcto.

Esa concepción que se cree en posesión de la verdad, que se considera moral y éticamente superior a cualquier otro planteamiento posible, que se define como más democrática sin necesidad de aportar pruebas o datos que lo avalen, no puede ocultar sus raíces y vinculaciones con la ideología de género. Utiliza, además, una de las herramientas favoritas de esa ideología: la manipulación del lenguaje, la utilización ideológica de la lengua para conformar un pensamiento específico, sirviendo además para señalar quiénes son buenos ciudadanos y quiénes pueden ser tachados de crímenes de lesa democracia, pues no aceptan la imposición de ese pensamiento único, supuestamente avalado por la mayoría y más supuestamente aún fundamentado en una razón igualitaria, no discriminatoria y no sexista.

El Partido Popular, de manera absolutamente sorprendente e ilógica, ha aceptado una enmienda de modificación a todo el proyecto, por utilizar un lenguaje supuestamente sexista. ¿No se habían dado cuenta ni el Gobierno ni el partido, en ninguna de las versiones previas del texto, que estaban utilizando un lenguaje “sexista”? Realmente era un texto que llamaba poderosamente la atención porque daba la impresión de que no había sucumbido a la dictadura de lo políticamente correcto, que no había acatado el diktat de los inquisidores de género. Utilizaba el lenguaje normal de los ciudadanos, de la calle, alejado de modas y, sobre todo, ajustado a las normas de la Real Academia Española.

Esta enmienda fue presentada, por duplicado (nº 1 y 391), por dos grupos “progresistas”, de carnet, como si el lenguaje no sexista y la defensa de la dignidad de la mujer fuera algo privativo de una izquierda que se considera la única fuerza de progreso, tachando a todos los demás de conservadores, retrógrados y de mantener posturas ocultas y aviesas. Esa izquierda, por cierto, que tiene un miembro con responsabilidades de gobierno en Andalucía que no duda en referirse a una mujer, contraria a sus posiciones políticas, como «la de las tetas gordas.» O que tiene en uno de sus partidos mayoritarios algún individuo con condena por violencia machista. O que no duda en aplaudir la utilización del cuerpo de la mujer para vender sus mensajes políticos, o asiste muda a la mayor coacción que se ejerce contra muchas mujeres al avocarlas a la soledad y al aborto en muchas ocasiones. Una izquierda pseudo-progresista que permanece silente ante el aborto selectivo de fetos femeninos por el sólo hecho de ser niñas. ¡Y se jactan de apoyar a la mujer y de defender su dignidad al utilizar en lenguaje no sexista!

Al aceptar esta enmienda, que no es, como ya hemos señalado, una mera cuestión formal, sino que tiene todo un enorme trasfondo ideológico, los senadores del PP asumen acríticamente algunas cuestiones de suma gravedad. Aceptan sin prueba alguna que el lenguaje corriente de millones de ciudadanos, ajustado a las normas lingüísticas, es una expresión de sexismo. Asumen que quienes nos negamos a utilizar esa forma de hablar tratamos de invisibilizar a la mujer –no sé si a todas las mujeres reales, incluidas nuestras mujeres, madres o hijas, o sólo a una supuesta mujer teórica, ideal, genérica-. Aceptan que tanto su propio texto inicial como los que nos negamos a aceptar esa imposición, ese trágala, tenemos «una clara intención de pasar por alto, invisibilizar u ocultar» a las mujeres.

¿Ha aceptado el Partido Popular que el Gobierno que él sostiene tenía la intención oculta, subyacente, de invisibilizar u ocultar a millones de mujeres, puesto que en la redacción de varias versiones sucesivas previas no se había utilizado el lenguaje que ahora se impone? ¿Piensan los senadores españoles y las senadoras españolas que los diputados españoles y las diputadas españolas aceptan un uso sexista del lenguaje a la vista del texto –radical y extremadamente machista por lo visto- remitido desde la Carrera de San Jerónimo?

Lo tremendo del caso es que el lenguaje que se pretende imponer es tan antinatural, tan antilingüístico, tan ridículo, que ni siquiera sus defensores son capaces de utilizarlo correcta y permanentemente. Por ejemplo, ¿por qué los senadores españoles y las senadoras españolas invisibilizan y ocultan a las “tutoras legales”? Reiteradamente encontramos la expresión «padres, madres o tutores legales» pero, ¿es que no hay mujeres que sean tutoras legales de sus hijos e hijas? Si hay que decir obligatoriamente –para no ser tachado de no sé cuántos ismos y fobias terribles- padres y madres, alumnos y alumnas, profesores y profesoras, ¿por qué no dicen tutores y tutoras? Creo que he encontrado una explicación, que someto a la consideración del lector: ¿será porque los mismos promotores de la enmienda, deliberadamente, excluyen a las tutoras legales de la prolija relación que incluyen al final de su motivación: «clara intención de pasar por alto, invisibilizar u ocultar la presencia de las alumnas, las maestras, las profesoras, las directoras, las madres, las técnicas y todas las mujeres que se encuadran dentro de la comunidad escolar, a pesar de ser mayoritarias precisamente en este ámbito»? ¡Han ocultado a las pobres tutoras!

Grave es también que sean capaces de violentar la gramática con tal de imponer su ideología. Se repiten hasta la saciedad las fórmulas «los alumnos y alumnas» o «el alumno o alumna», pero las formas gramaticalmente correctas serían “los alumnos y las alumnas” y “el alumno o la alumna”, puesto que la concordancia gramatical de género –aquí sí que está correctamente empleada la palabra ‘género’- entre el sustantivo y su determinante así lo exige.

Otra incorrección es la utilización de las expresiones «los estudiantes» o «el estudiante», cuando lo correcto, en el uso del lenguaje que ellos propugnan, sería hablar de “los y las estudiantes” y “el o la estudiante” o “los estudiantes y las estudiantes” y “el estudiante o la estudiante”.

Cuando se insiste en un uso tan antinatural no puede ser más que por cuestiones meramente ideológicas. Una muestra de la imposibilidad de usar esa jerga permanentemente: en varios casos (Exposición de Motivos V o artículos 28, entre otros, -«…el conjunto de profesores del alumno o alumna respectivo»-) se habla sólo de «profesores» y no de «profesores y profesoras» como se hace en otras ocasiones. Para evitar esto se llega al ridículo de sustituir la expresión tradicional Claustro de Profesores por «Claustro del Profesorado».

Para acabar, señalaremos algunos ejemplos similares sacados de otras normas. A) Decreto 4/2008, de la  Junta de Extremadura: «… para que los padres, madres o tutores los conozcan con anterioridad» (¿No hay ‘tutoras’, o es que ellas no pueden ‘conocer con anterioridad’? B) Real Decreto 1630/2006 (norma estatal en plena era Zapatero): «Las administraciones educativas garantizarán que los padres o tutores de los alumnos y las alumnas puedan manifestar su voluntad…» (Es evidente, en este caso, que las madres y tutoras no pueden ‘manifestar su voluntad’, puesto que a ellas no se les cita y, en cambio, si se cita expresamente a ‘las alumnas’. ¿Por qué quieren invisibilizarlas y discriminarlas? ¿No habría sino más correcto, mucho más correcto, decir según su lógica ‘los padres y las madres o los tutores y las tutoras de los alumnos y las alumnas’?). C) En el siguiente apartado de la misma Disposición Adicional Única: «… respeten los derechos de todos los alumnos y de sus familias» (¿Por qué no quieren respetar los derechos de ‘todos y todas los alumnos y alumnas’ o de ‘todos los alumnos y todas las alumnas’? ¿Es que unas pocas líneas después se han dado cuenta de lo ridículo de su jerga? ¿Utilizan ahora ‘familias’ para no tener que decir ‘padres, madres, tutores y tutoras’?).

Un último, curioso e hilarante ejemplo, tomado de la tierra de mis amores y mis desdichas, sacado del Diario Oficial de la Comunidad Valenciana (nº 7.042, de 10-6-2013). En el índice, y supongo que en el texto de cada una de las normas, conviven expresiones ajustadas a lo que los nuevos censores e inquisidores de la corrección política llamarán “uso no sexista del lenguaje”, con otras que se supone que tienen la intención oculta –por pura maldad, machismo o misoginia- de invisibilizar a las mujeres. Veamos: Resolución de 29 de mayo de 2013, de la Universitat de València, por la que se hace la oferta pública de una plaza de investigador no doctor de este organismo con contrato laboral temporal (¿No podían acceder las investigadoras no doctoras?); Resolución de 30 de mayo de 2013, de la Universitat de València, por la que se hace la oferta pública de una plaza de técnico/a superior de apoyo a la investigación (aquí por lo visto sí que admitían a técnicos y técnicas); Resolución de 31 de mayo de 2013, de la Universitat de València, por la que se hace la oferta pública de una plaza de técnico medio de apoyo a la investigación (en este caso, quizá por ser día impar, sólo se ofertaba la plaza a técnicos). Orden 53/2013, de 5 de junio, de la Consellería de Educación, Cultura y Deporte, por la que se modifica el artículo segundo de la Orden 4/2013, de 7 de enero, de la Consellería de Educación Cultura y Deporte, por la que se convocan becas para la promoción de la excelencia académica de los alumnos que hayan concluido estudios oficiales de grado, licenciado/a, ingeniero/a, arquitecto/a, diplomado/a, maestro/a, ingeniero/a técnico/a y arquitecto/a técnico/a en las universidades públicas de la Comunitat Valenciana, durante el curso académico 2011-2012 (aquí se llega al paroxismo: se beca sólo a los «alumnos» que hayan acabado estudios de ingeniero o ingeniera, maestro o maestra o, por terminar, arquitecto técnico o arquitecta técnica).

 

Lo lógico sería que más de uno se sintiera avergonzado, pero me da la impresión de que les importa poco la verdad, la realidad de las cosas. Lo que cuenta es quién manda, y de momento son ellos. Propongo que castiguemos a nuestros políticos a copiar 46.000.000 millones de veces esta frase: “Antes de meterme a organizar la educación de mis conciudadanos, imponiendo mi ideología a toda la sociedad y limitando sus libertades, aprenderé a utilizar correctamente la lengua española.” Y, a ser posible, que devuelvan el dinero que han cobrado por un trabajo tan poco serio, que seguramente habrá sido bastante dado lo generoso de sus emolumentos.

                                                   

http://williamvbarber.blogspot.com.es/search/label/United%20States%20of%20America

Imaginativa y crítica visión de un tema que ocupó portadas en todo tipo de medios y que ya ha desaparecido prácticamente de nuestras preocupaciones inmediatas. El “Tío Sam” travestido en “Big Brother”. La pesadilla anunciada, descrita, por Orwell –que desenmascaró la manipulación del lenguaje en la política- hecha realidad. ¿Cuántas banderas, y no sólo del opulento Occidente, se podrían transformar en microchips?

Invito a visitar la página de William Barber, artista valenciano, paisano y buen amigo. Visión estética y ética de la realidad. Willy es capaz de fijarse en las cosas importantes, no sólo en las urgentes, por llamativas que puedan éstas ser. Tiene una mirada que trasciende la apariencia de las cosas y ve lo profundo. Advierto, a veces es duro y directo, muy directo.

En vez de mantener el lenguaje gramatical y académicamente correcto, abandonando una posición más que razonable, se ha optado por rendirse preventivamente al asumir una enmienda con el siguiente tenor literal: «Se propone variar de forma transversal en todo el texto del proyecto la forma de denominar los géneros masculino y femenino utilizando términos como: alumnado, profesorado, colectivo docente, familias, etc. O bien mediante otras fórmulas que eviten el uso sistemático del masculino genérico para referirse a ambos sexos, por tratarse de un uso sexista del lenguaje que invisibiliza a las mujeres. MOTIVACIÓN. La actual redacción incumple la Ley Orgánica de Igualdad que determina en su Título II que la Administración pública debe mantener en sus publicaciones un lenguaje que no discrimine por razón de sexo y que fomente la igualdad. En el actual redactado subyace una clara intención de pasar por alto, invisibilizar u ocultar la presencia de las alumnas, las maestras, las profesoras, las directoras, las madres, las técnicas y todas las mujeres que se encuadran dentro de la comunidad escolar, a pesar de ser mayoritarias precisamente en este ámbito.»

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