Entrevista a Emilia Guarnieri, expresidenta del Meeting de Rímini

Presencia: una humanidad que fluye dentro de mí

Entrevistas · Fernando de Haro
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20 enero 2023
Recorremos con Emilia Guarnieri, expresidenta del Meeting de Rímini, algunas etapas fundamentales de la vida de CL en los últimos diez años que pueden ayudar a seguir las indicaciones del Santo Padre.

Dentro de unas semanas se cumplirán diez años del comienzo del pontificado de Francisco. En la audiencia que tuvo el Papa con los miembros de la Fraternidad de Comunión y Liberación el 15 de octubre, les animó “a encontrar los modos y los lenguajes para que el carisma que don Giussani os ha entregado alcance nuevas personas y nuevos ambientes”.

En 2013 se abordó el tema de la presencia. En un encuentro presidido por Julián Carrón y Davide Prosperi, decían: “¿Por qué surge la tentación de sustituir la fe por un proyecto? Porque creemos que la fe, la comunidad cristiana como presencia, no es lo bastante incidente, no es capaz de cambiar la realidad y por eso pensamos que tenemos que añadir algo, no como expresión de lo que somos –eso es inevitable que se exprese–, sino como un añadido porque a la fe podría faltarle algo para ser concreta, como si a Jesús le faltara algo y tuviera que añadir algo más a su testimonio”. ¿Qué importancia tuvo esta sugerencia para ti?         

¡Recuerdo muy bien aquel encuentro! Cuántas veces volví a leer conmovida el pasaje donde Carrón habla de la Magdalena cuando va al sepulcro, no encuentra a Jesús, llora, Jesús se le acerca, ella no lo reconoce, cree que es el jardinero, le pregunta a él dónde está Jesús. Y él la llama por su nombre: “¡María!”. Carrón subraya entonces, y esto es lo que me parece especialmente sugerente, que en la vibración con que Jesús pronuncia su nombre, la Magdalena comprende hasta el fondo quién es ella misma, cuál es su identidad. Porque sintió vibrar su humanidad con una intensidad que nunca antes había sentido. ¿Pero qué tiene que ver la Magdalena con la presencia y con la incidencia de la comunidad cristiana como me preguntabas? Lo digo con mi experiencia. Todas las cosas que he hecho en la vida, desde acompañar a los chavales en clase hasta la responsabilidad del Meeting de Rímini, nacieron, de manera más o menos consciente, de un ímpetu que el encuentro con Cristo vivo generaba en mí, y genera ahora. Un ímpetu que es de esa misma naturaleza. Lo que tenía y lo que tengo es la humanidad que fluye dentro de mí y que comparto con los amigos que el Misterio me ha dado dentro de la experiencia de Comunión y Liberación.

¿Y sobre la tentación de sustituir la fe por un proyecto?

Comprendo esta insistencia en la tentación de sustituir la fe por un proyecto porque puedo confirmar también con mi experiencia que solo la compañía concreta, primero de Giussani y luego de Julián Carrón, me ha salvado, a mí y a mis amigos, de perdernos y caer en esa tentación. De hecho, muchas veces parece más fácil y eficaz secundar los propios proyectos, que parecen muy inteligentes, en vez de obedecer humildemente a lo que la realidad nos pone delante, con la certeza de lo que somos. Creo que el Meeting ha durado en el tiempo porque siempre nos hemos ayudado a no adueñarnos de él ni transformarlo en un proyecto. Giussani fue una compañía increíble para nuestra vida, para las personas que se implicaron en la construcción del Meeting, mostrándonos de esta manera que lo que le interesaba era que creciera la humanidad de cada uno de nosotros y no la organización del Meeting. La verdad del Meeting vendría como resultado de nuestra experiencia humana. Luego Carrón, en unos años en los que el Meeting creció mucho y se prestaba a la tentación de hacer proyectos, frente a cualquier pregunta que intentaba precisamente “proyectar” nos decía: “Mirad lo que sucede, en vosotros y en los demás, y seguid eso. ¡Haced las cuentas con la realidad! Seguid a las personas que se dejan tocar y conmover por lo que vosotros lleváis”. Y añadía: “Conseguiréis comunicar el contenido del Meeting a medida que se convierta en experiencia propia de cada uno de vosotros”.

Durante estos años también se han publicado muchos libros inéditos de Giussani y la gran biografía escrita por Alberto Savorana. Solo en Italia este libro se presentó con 200 personalidades, muchas de ellas laicas. A partir de 2013 se intensifica el encuentro del movimiento con laicos que se han convertido en compañeros de camino, la lista es larga. Solo en España hay nombres como Mikel Azurmendi, Pedro Cuartango, Pilar Rahola… ¿Qué interesa de CL?

A muchos, lo que les interesa de CL es la política, los bandos, la relación con el poder o, por decirlo de manera más noble, cómo se sitúa CL en el debate, tan actual hoy, sobre la relación entre los católicos y la política. A propósito de la relación con el poder, hace poco el sociólogo Sergio Belardinelli hablaba en el periódico Il Foglio de don Giussani y de una vez que, en 1986 en Cadenabbia, le oyó hablar sobre “La crisis de la experiencia cristiana como triunfo del poder”. Retomando algunos de aquellos pasajes de Giussani, Belardinelli afirma en su artículo: “Para Giussani la alternativa es sencilla: o el hombre depende de aquello que hace la realidad, es decir del misterio, de Dios, o depende del poder humano. La paradoja, por tanto, es que la dependencia de Dios es la libertad del hombre respecto a los demás hombres, y haber olvidado esto es una falta terrible, es el terrible error de la civilización occidental. Borracho de su propia autonomía, el hombre occidental acaba estando a merced de cualquier poder. Lo estamos viendo claramente en una cierta lógica que parece ir llevada hasta el extremo. Redescubrir, testimoniar la dependencia del hombre de Dios como fuente de libertad es por tanto el desafío más urgente”.

Esa irreductibilidad frente al poder creo que es una de las razones que siguen haciendo interesante el encuentro con CL, al menos para aquellos a quienes importa la verdad de la experiencia humana. Recuerdo una noche que invitamos a un amigo que no era de CL, al que habíamos conocido durante las elecciones, a la presentación de El sentido religioso de don Giussani. Al acabar el encuentro me dijo: “esta es la única posición que ningún poder podrá atacar jamás”. Era alguien que hacía política y que ha seguido haciéndola, pero desde esa noche está con nosotros. Porque lo que había visto y escuchado en nuestra amistad le pareció fascinante para vivir. Volviendo a Belardinelli, precisamente él en dicho artículo define como “uno de los temas más empalagosos la relación entre católicos y política, la eventual situación de los católicos en uno u otro bando o la formación de un nuevo partido para los católicos”.

Quien encuentra hoy el carisma de don Giussani encontrándose con personas de CL creo que también se ve atraído por otro factor. Es gente que construye obras, ciertamente, que ayuda a quien lo necesita, que sabe emitir juicios, pero en todo eso testimonia una humanidad atractiva, una forma de vivir deseable, una humanidad que da esperanza porque ves personas que miran la vida con positividad. Cuántas veces he oído decir, y como yo muchos de nosotros: “contigo se está bien, tu compañía me da serenidad”.

¿Por eso han aparecido tantos compañeros de camino?

Las personas que proceden de culturas y religiones distintas se han convertido en compañeros de camino porque han percibido en el encuentro con nosotros la posibilidad de hacer un tramo de camino juntos. Ellos también, atraídos por un encuentro humano, no por una mera sintonía intelectual, han intuido que podemos caminar juntos, y juntos afrontar los dramáticos desafíos del presente. Esta es la apertura que hemos aprendido de don Giussani y que nos ha llevado a la amistad y a la construcción común con el musulmán Wael Farouq, con el judío Weiler, con Luciano Violante, con Fausto Bertinotti, con el monje budista Shodo Habukawa.

La belleza desarmada es el título de uno de los libros del expresidente de la Fraternidad de CL publicado durante estos años. Las presentaciones se multiplicaron en Italia y en otros países con la participación de muchos laicos. ¿Qué valor tuvo esto?

La publicación en 2015 de La belleza desarmada fue una importante ocasión de encuentro con muchísimas personas procedentes de historias y culturas distintas. El libro recoge varias intervenciones de Carrón escritas o pronunciadas entre 2005 (año de la muerte de don Giussani y de la elección de Carrón a presidente de la Fraternidad de CL) y 2015 (año de publicación). Releyendo el libro ahora y repasando esos años, tengo que decir que fueron años apasionantes porque, atravesando el dolor por la muerte de Giussani, nos encontrábamos un poco como los discípulos tras la muerte de Jesús, afrontando, acompañados y siguiendo a Carrón, la posibilidad de profundizar, de ser más conscientes del don inmenso que la vida de Giussani nos seguía transmitiendo. Era apasionante dejarse desafiar por aquella pregunta que Carrón nos hacía insistentemente: “Pero nosotros los cristianos, ¿creemos todavía en la capacidad que tiene la fe que hemos recibido de provocar un atractivo en aquellos con los que nos encontramos y en la fascinación victoriosa de su belleza desarmada?”. Porque nosotros en primer lugar participábamos de la experiencia cristiana en virtud de una fascinación que la propuesta de Giussani había suscitado y seguía suscitando.

Ver el vídeo «El otro es un bien, también en política«

Todo el libro documenta el atractivo de esa belleza. Y lo hace atravesando el desmoronamiento de las evidencias de nuestro tiempo, el desafío del diálogo en el encuentro y a veces desencuentro entre las religiones, la emergencia educativa. Con la mirada puesta en los dos grandes factores de la experiencia humana, razón y libertad. Como nos dijo siempre don Giussani, la razón como apertura a la realidad y la libertad como capacidad de totalidad. En 2017, con motivo de la publicación de la traducción del libro al inglés, Disarming beauty, Carrón concedió una entrevista en Crux al vaticanista John Allen. Entre otras cosas, subrayaba que la gente ha perdido de vista lo que significa ser hombres y que la crisis es mucho más profunda que el rechazo a ciertos preceptos morales. “Muchísimas personas buscan un significado para su vida, una razón para ir a trabajar, para crear una familia, para afrontar la realidad, y como a menudo no la encuentran, tratan de huir de distintas formas. La cuestión fundamental es esta: en un momento en el que el valor absoluto para nosotros, modernos, es la libertad, la única posibilidad de no caer en el uso de la fuerza para limitar la libertad de los demás es que exista un espacio en el que las personas puedan encontrarse libremente para compartir el significado de la vida, es decir, aquello que cada uno piensa que significa vivir plenamente. Un espacio libre en el que las personas puedan encontrarse y medirse con respecto a la forma de vida que elige cada uno y a la posibilidad de decidir entre distintas opciones”. Los numerosísimos encuentros para presentar el libro demostraron ser ocasiones vivas de experimentar este espacio libre del que Carrón hablaba en esta entrevista. Así fue en 2018 en la prestigiosa Biblioteca de Alejandría de Egipto, donde se presentó la traducción en árabe de La belleza desarmada, con la participación, entre otros, del director de la biblioteca. Todos los invitados destacaron el sentido de la belleza y su valor como expresión de la verdadera religiosidad. “Todavía me sorprendo de lo que estamos viviendo”, afirmaba Carrón. “Creo que nada de lo que hemos visto esta noche puede expresar mejor lo que he tratado de decir en el libro. En un mundo como este en que vivimos, donde se trata de resolver conflictos creando muros, necesitamos crear espacios donde, escuchándonos y abriéndonos a la contribución de los demás, podamos salir siendo diferentes a como éramos al entrar. Esta es la belleza desarmada que trato de comunicar, que atrae a todos, sin necesidad de más armas”. Al terminar el encuentro, Carrón afirmaba: “No estamos hablando de teorías del encuentro sino de un hecho que ha sucedido, cargado de vida y de promesa, que acogido libremente puede empezar a dar frutos de estima mutua y de paz”.

¿Y en Italia?            

En Italia hubo muchísimos encuentros a los que la palabra presentación se les queda pequeña. Fueron infinitas ocasiones reales y muy vivas donde, mediante un diálogo amistoso con personalidades en su mayoría laicas, se verificó ese encuentro capaz de generar espacios de libertad. Así fue con Luciano Violante, presidente emérito del congreso de diputados italiano, con Antonio Polito, columnista del Corriere della Sera, con Fausto Bertinotti, sindicalista y secretario histórico de la Refundación Comunista. Justo en el encuentro con Bertinotti que tuvo lugar en Rímini, Carrón dijo: “creyentes y no creyentes estamos ante la misma cuestión: darnos cuenta de que sin el otro no podemos afrontar esta situación de crisis”.

 

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