Powell y la polarización española

Militar brillante, fue el primer asesor de Seguridad Nacional negro de Estados Unidos, presidente del Estado Mayor Conjunto y secretario de Estado. Sirvió a tres presidentes, Reagan, Bush padre y Bush hijo. Se retiró del Ejército en 1993 siendo la figura pública más popular de Estados Unidos. Los principales partidos, demócratas y republicanos, quisieron que formara parte de sus filas, e incluso llegó a plantearse la posibilidad de presentarte a la presidencia. Fue secretario de Estado durante los años de la Segunda Guerra del Golfo. Powell, con una gran experiencia militar, siempre defendió que Estados Unidos solo debía ir a la guerra por razones de seguridad nacional, con el apoyo de la opinión pública y con una rotunda posibilidad de victoria. Buena parte de esas reglas se las saltó cuando defendió la invasión de Iraq en 2003. No fue solo cosa suya. Detrás de aquella operación, cuando Bush junior era presidente, estaba sobre todo el secretario de Estado de Defensa, Donald Rumsfeld, y un grupo de nuevos conservadores. Estaban convencidos de que la guerra e invasión de Iraq era necesaria para exportar la democracia a Oriente Próximo. Al difunto Powell le tocó el ingrato papel de defender ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas las supuestas pruebas de la existencia de armas de destrucción masiva con las que Sadam no contaba. Powell, armado de carpetas y fotografías misteriosas, fue a defender una invasión que, además de ilegal, resultó ser catastrófica.
Aquella intervención de Powell desató en España una intensa polarización. De un lado se encontraba el Gobierno de Aznar que quiso apoyar una guerra en Iraq que era injustificada y que, en parte, provocó el nacimiento del ISIS. El propio Powell había dicho que derrocar a Sadam sería un paseo por el parque, pero luego vendrían el infierno y la guerra civil. Y de otro lado un supuesto pacifismo que inundó las calles y que en muchos casos tomó como pretexto el conflicto para aumentar la violencia social e impulsar un cambio político. La historia ha mostrado que la declaración de Powell utilizó medios falsos para fines contraproducentes. Aquella guerra no trajo nada bueno. Y la polarización en España, por desgracia, desde entonces no ha parado de aumentar.