Polémico nuevo currículo escolar

España · Jesús Pueyo
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19 mayo 2022
El próximo septiembre el currículo escolar de la conocida como Ley Celaá comenzará a aplicarse en los centros educativos.

La polémica que acompañó la aprobación de la Ley Orgánica de Mejora de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE) no ha sido menor que la producida a la hora de ir conociendo el desarrollo del currículo escolar.

Estamos a mediados de mayo y el profesorado no sabe lo que tiene que hacer en septiembre. Después de dos durísimos cursos protagonizados por la pandemia ahora, coincidiendo con el final de curso y su evaluación, pretenden las administraciones que el profesorado prepare las nuevas programaciones adapte los nuevos horarios, estudie y seleccione materiales y textos nuevos… Los docentes no están implicados con esta reforma quizás porque tiene fecha de caducidad si hay alternancia en el gobierno, además de no haber recibido formación sobre un nuevo currículo que, según dicen, cambia todo lo anterior. Sin el compromiso y apoyo del profesorado ninguna reforma puede salir bien.

A pesar de que la Ley se aprobó el pasado 30 de diciembre de 2020, el Ministerio ha tardado mucho en publicar el currículo básico y obligatorio para todo el alumnado que responde al 50% o 60% del total, dependiendo de si es una comunidad con lengua cooficial o no. A día de hoy, ninguna comunidad autónoma ha aprobado ni publicado el currículo de todas las etapas educativas. Esta es la primera cuestión sobre la que habría que reflexionar: la enseñanza básica y obligatoria para todos los ciudadanos españoles solo será igual en el 50% o 60% del currículo en el mejor de los casos. Por lo tanto, las diferencias territoriales en la formación y educación del alumnado continuarán acrecentándose.

El enfoque competencial del currículo no es ajeno a la enseñanza. A los docentes, a los maestros, a las escuelas siempre les ha preocupado que sus alumnos adquieran conocimientos, que sepan utilizarlos y, además, les sirvan para formarse como personas. Tres ejes fundamentales en toda acción educativa y formativa.

El problema surge cuando una Ley Orgánica propicia un desequilibrio entre los tres ejes y se da preminencia a uno sobre los otros. El nuevo currículo apuesta más porque el alumnado en la escuela aprenda a “saber hacer” y, sobre todo “saber ser o cómo ser” minorando la importancia que para ello pude tener adquirir saberes y conocimientos. Para una mayoría de los profesionales esto no es posible si no se adquieren en determinadas edades los conocimientos necesarios e imprescindibles que permitan desarrollar las actitudes y habilidades que irán definiendo a cada persona con el paso de los años.

La propuesta de contenidos del nuevo currículo genera confusión en muchas cuestiones, así lo ha señalado el propio Consejo de Estado en sus dictámenes señalando “la excesiva complejidad, abstracción y dificultad de llevar a la práctica el contenido de los anexos (currículo de las materias)”. Por si fuera poco, también señala que “aunque son bienvenidos los métodos pedagógicos que se implantan (…), no queda claro que contribuyan a facilitar el trabajo de los docentes en las diferentes situaciones de aprendizaje”.

Además, es innegable que en determinadas materias se incluyen orientaciones y valoraciones que no responden a la estricta enumeración de contenidos a impartir; y ejemplo de ello es el contenido de la materia de Historia, la constante referencia a la perspectiva de género, etc, etc.

Si a esta “complejidad y abstracción” del currículo básico se une un sistema de evaluación del alumnado que “facilita” su promoción y titulación con materias suspensas es obvio que los docentes consideren que se les va a hacer un flaco favor a los alumnos, de forma especial a los más desfavorecidos, de cara a su futuro laboral y social.

El equipo docente puede promocionar a un alumno si, a pesar de haber suspendido varias asignaturas, considera que esas materias no superadas no le impiden alcanzar los objetivos y competencias del siguiente curso o de la etapa. Cabe preguntarse pues para qué están esas materias en el currículo si no nos sirven para superar los objetivos marcados. ¿Cómo se explica esto?

La nueva reglamentación establece el derecho del alumnado a una evaluación objetiva. Va a ser difícil dicha objetividad cuando la norma reconoce y permite que en el mismo centro un equipo docente, decida la promoción de un alumno al curso siguiente y la no promoción de otro alumno con las mismas materias suspendidas. Y para hacérselo más fácil al profesorado, a las familias y al alumnado se eliminan las calificaciones numéricas.

Lo peor y más preocupante, es que hay muchos indicios de que este nuevo currículo no va a resolver de verdad el enorme problema de nuestro sistema educativo ante el abandono y fracaso escolar en la enseñanza básica y obligatoria. Se mejorarán sin duda las estadísticas, habrá menos alumnos repetidores y más alumnado que titule y termine sus estudios. Otra cosa será si realmente el nivel de educación y formación que vamos a dar a nuestros jóvenes, les permitirá ser mejores personas y contribuir a la mejora de nuestra sociedad. Hay muchas dudas de que este nuevo currículo lo propicie.

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