PODEMOS no es el problema, tampoco la solución
7. La causa de los débiles es una causa que viene de lejos. El comunismo, que solo pudo nacer en la Europa cristiana, ya fue probado sin ningún éxito y con muchas muertes. Yo al escucharle le veo marxista-leninista, pero puedo equivocarme, aunque lo ha afirmado. En un reciente libro de entrevistas, viene a decir que no debemos quedarnos con lo malo del comunismo. Yo te creo maestro, mi mesías, tú eres diferente. Pero de Cuba iban directos a Canarias. Y, de la Alemania del Oeste nadie saltaba a la del Este. Ni de Corea del Sur a la del Norte.
8. Recientemente acudí a una capea, y cuando el maestro toreó, al son de una cante jondo de su pareja (la España más clásica presente), se hizo el silencio. Arte. Toro. Belleza. Morena. Torero. En España se hace el silencio cuando el maestro torea, pero ay cómo salga corriendo. Pablo, esto, lo sabe, aunque no le imagine en una capea ni con aquella tonadillera que uno, de carne, anhela el susurro airado de su canto, sino más bien en un concierto “jevorro”. Cosas de la imaginación.
9. Y como Pablo lo sabe, tirará para delante, porque delante, lo que se dice delante, res de res, resulta que no tiene nada ni nadie.
10. El diagnóstico que realiza es muy acertado. Y no necesariamente a este diagnóstico le corresponden unas medidas específicas para los males de desgobierno y de la sociedad en que vivimos. Pablo, y los suyos, y la trama que tiene orquestada de simpatizantes, fieles y leales desde la facultad de Políticas de la Complutense hasta yo qué se donde, siempre ha tenido un plan profundamente estatalista, asambleario, ultralaico y comunalista. Se trata ahora de magnificar el diagnostico de la sociedad española, y no avanzar más que propuestas generalistas, guardando muy bien las instrucciones y guías precisas para el desmontaje del Estado resultado de la reconciliación de 78. Porque ellos lo valen.
11. Pablo lo piensa así, y está en su derecho pensarlo y actuar. En el mío, denunciarlo y oponerme, porque lo que ha fallado en España son las personas, en mi opinión. Y no las instituciones, por supuesto perfectibles.
12. Las personas se han corrompido y han robado. Han robado tanto que lo normal era robar. Lo normal ha sido que el fin justificara los medios. Y como todos han robado, hay que cambiar el modelo de Estado.
13. Pues a mí me parece que hay que cambiar a las personas, y seguir funcionando, eso sí, con el arrojo de aplicar los controles de legalidad y de oportunidad ya existentes, por ejemplo, en las contrataciones públicas, y dando más medios al poder Judicial para condenar a los culpables y separándolo del legislativo (pues no será independiente jamás de otro modo en sus interpretaciones de la ley), e introducir unos criterios de selección y de adjudicación para los aspirantes a gobernarnos, si no legales, exigibles por la sociedad entera, así como controles periódicos, a ser posible por parte de los medios de comunicación y los vecinos.
14. Si Pablo llegar a gobernar la culpa no será de los corruptos, será de los votantes. Los votantes son libres de tratar de cambiar las cosas ellos mismos, en vez de buscar mesías cuyo programa es de dudosa autoría y tiene un ritmo caribeño que casa mal con el chotís, la sardana o las sevillanas, y muy bien con las colas en las tiendas, mirar en las basuras y pasar temporadas entre rejas (solo si se es adversario opositor).
15. Pablo no es la solución, y tampoco es el problema, es lo que se avecina en plan efecto colateral de la inacción de los españoles ante la cosa pública, ante lo nuestro, ante lo de todos, empezando por la Propiedad, la Familia y el Trabajo personal. La inacción se explica por miedo y connivencia con un sistema que en el altar de la paz y la reconciliación ha ido dejando de lado otros principios. Recuperémoslos. Juntos. No contra nadie. No contra España. No contra las Instituciones. Participemos pero no asambleariamente, sino como individuos, o mejor, como ciudadanos, o mejor, como personas que sí sienten y sí padecen.
16. Mis amigos se quejan de la política, pero ¿cuántos van en época electoral al despacho de su concejal, o al menos lo intentan una, dos o tres veces? Nadie, ninguno. Yo sí. Y me recibió Luismi, y siendo sensata mi propuesta, al año y medio, hubo pasos de cebra mejorados.
17. Pablo es el mesianismo. Es el movimiento nacional sin Dios ni la madre que la parió. El mismo que aupó en Europa a los totalitarismos en el siglo XX. Se trata ahora de tomar las riendas de los partidos, de nuestras vidas, de nuestras familias y se trata de abrirse por entero a la sociedad.
18. Pablo, que es una persona, y como tal merece respeto, sin embargo, tiene sus ideas, que yo percibo como liberticidas y antiguas, rencorosas y antipáticas. No le dejaría mi casa y menos aun en sus manos los bancos, pues no quiero greco-corralitos. No tiene argumentos ni razones de peso para desmontar el Estado Social Democrático y de Derecho en el que vivimos. No las hay porque la segunda transición no es la vuelta al pasado, sino avanzar en dar parcelas de poder al ciudadano (subsidiariedad), respetando la pluralidad de nuestras sociedades (libertad y respeto).
19. “Aquí no pasa nada”, se quejan los Morancos en un vídeo contra el “mangoneo”. Algo tiene que cambiar, para que todo siga igual. Si no se cambia en algo, Pablo lo intentará por nosotros.
20. Señores políticos de España, les encomiendo a Santa Lucía para que les abra los ojos. Pablo no es mal chico, tiene sus ideas, pero son ideas “contra”. Sus votantes, entre los que tengo amigos, no son comunistas. Son, si acaso, socialdemócratas o no saben lo que son, pero aburguesados. Hay otros caminos para transformar la sociedad, y es comenzando por uno mismo. Maestrillo, no me lo tengas en cuenta, seguro que un vino nos acerca. ¡Viva la Constitución del 78 que te ha permitido asaltar, de momento, el purgatorio!