Podemos (I)

España · Angel satué
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9 diciembre 2015
 Pablo Iglesias es la cabeza visible de un movimiento político-social que cuenta con un partido político, Podemos, cuyos máximos dirigentes y apoyos provienen de la extrema izquierda. Son intelectuales, profesores universitarios, estatalistas, anticlericales y laicistas, pero también ecologistas, pacifistas, feministas, antitaurinos y un elenco de grupos y sectores, que de alguna manera, no se sienten representados por las instituciones de la España política y jurídica de la Constitución de 1978, y su Estado social, democráctico y de derecho. 

 Pablo Iglesias es la cabeza visible de un movimiento político-social que cuenta con un partido político, Podemos, cuyos máximos dirigentes y apoyos provienen de la extrema izquierda. Son intelectuales, profesores universitarios, estatalistas, anticlericales y laicistas, pero también ecologistas, pacifistas, feministas, antitaurinos y un elenco de grupos y sectores, que de alguna manera, no se sienten representados por las instituciones de la España política y jurídica de la Constitución de 1978, y su Estado social, democráctico y de derecho.

Este partido ha servido de catalizador y de voto protesta de muchos españoles que, espoleados por la crisis económica que vive España, se han opuesto a las medidas de administración de reducción de gasto en áreas socialmente sensibles, como educación y sanidad sin acometer, en cambio otras igualmente necesarias, como el modelo autonómico insostenible o la altísima deuda, tanto privada como pública, que soportarán las futuras generaciones de los menguantes españoles.

Podemos, directa o indirectamente, gobierna y/o condiciona ya parte de los gobiernos locales y regionales españoles, y goza de representación parlamentaria en el Parlamento Europeo.

Aunque el detonante haya sido el económico (¿cuándo no lo es en una Revolución?), hay causas más profundas, mucho más graves y verdaderamente irremediables que explican este auge y que, sin duda alguna, explicarán su permanencia en la vida política los próximos tres lustros. Las personas que se unen a Podemos tienen un común denominador: piensan que el sistema es injusto, y desean participar para suprimir sus instituciones por otras nuevas (no se trata de transformar, sino de partir de cero), de acuerdo a lo que consideran más justo, y en contra del orden constitucional hasta ahora establecido, pero en el marco de éste.

Los votantes de Podemos, son parte del movimiento inconexo de indignados que ocuparon el centro de Madrid durante meses (15-M) y rodearon el Congreso de los Diputados, junto con personas de clase media y urbana, sin conciencia de clase, que se asocian en la indignación al encontrarse desconectadas de los valores de la España del 78 y sobre todo del proceso de toma de decisiones que realiza una clase dirigente poco permeable a nuevas incorporaciones (donde Podemos dice que debiera haber “pueblo”, encuentran “casta”).

                 

 Conclusión: El propio sistema que critican, tanto mediático, como jurídico-político-institucional les permite la reforma del propio sistema, en lo que no puede ser sino una victoria del sistema para atraer para sí, en aras de la estabilidad y la convivencia social, a sectores descontentos.

 

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