¿Pero se puede firmar el Pacto de Educación?

España · M. Medina
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29 abril 2010
No va a haber foto política. El viernes que viene, dentro de una semana, termina el plazo que había dado el ministro Gabilondo para responder a su última propuesta sobre el Pacto de Educación. El PP ya lo ha rechazado. Gabilondo busca ahora un acuerdo social con sindicatos, organizaciones de padres y patronales de educación concertada. UGT y CCOO están muy dispuestos a sumarse a ese pacto social.

Se han puesto encima de la mesa ofertas muy sustantivas para mejorar la situación de los profesores. Un ejemplo claro es la posibilidad de acogerse a la jubilación anticipada a los 60 años. Éstas y otras mejoras tientan también a los profesores de organizaciones nada afines al Gobierno. Un buen grupo de interlocutores sociales no rechazan el pacto a priori aunque son muy conscientes de que pretende lavar la cara al sectarismo educativo de Zapatero, de que no acomete la profunda reforma que nuestro sistema educativo necesita y de que no enmienda cuestiones que han provocado una intensa fractura social como es el caso de la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Gabilondo necesita una foto y sería ridículo que sólo se la hiciera con las organizaciones más afines. ¿Puede ser ésta una ocasión para "arrancarle" al Gobierno una mejora para el sistema de conciertos y una actitud más favorable hacia la libertad efectiva de los padres? La pregunta se formula cuando los gobiernos de las Comunidades Autónomas del PSOE están llevando a cabo una lenta política de asfixia y de exterminio de los conciertos. Se debate en torno al Objetivo 7 del último texto presentado por Gabilondo (http://www.educacion.es/dctm/ministerio/horizontales/prensa/documentos/2010/pacto-educativo-final-22-bril.pdf?documentId=0901e72b800d5814).

Su redacción no supone una corrección respecto a la política educativa de los gobiernos socialistas. Ese objetivo empieza hablando del "servicio público de la educación". Sólo esa definición supone ya una importante barrera ideológica. Los términos en los que se habla de programación de la oferta educativa dan perfecta cobertura a la guerra contra los conciertos. Se han elaborado redacciones alternativas, pero de momento Gabilondo no parece muy receptivo. En cualquier caso, las organizaciones sociales que siguen negociando son muy conscientes de que sólo el cambio de la redacción del Objetivo 7 no sería suficiente avance como para que el ministro pudiera tener su foto. Esa foto sólo sería comprensible si efectivamente se consiguieran avances para la libertad de educación, muy concretos y con todas las garantías.

Haría falta, además, que fuera una mejora reconocida por todas o por la mayoría de las organizaciones que desde décadas trabajan para que los padres puedan elegir. Las condiciones para poder firmar, y para que padres y colegios entendieran esa firma, son muchas.

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