La ´nueva Convergencia´

Partido nuevo con divisiones viejas

España · Francisco Pou
Me gusta 157
13 julio 2016
El nacionalismo es una dolencia cara. Una televisión autonómica con más tripulantes que el mayor portaaviones de Europa y una enorme complejidad de organismos culturales por Cataluña y el mundo fueron minando unos presupuestos que, de tanto inflarse, tras la crisis, ya no podían más. La izquierda fue sacando réditos de los obligados recortes en Educación y Sanidad, junto a la enorme deuda. Los equilibrios de Artur Mas para ser indispensable se agotaron también. Hoy es la izquierda quien decide en Cataluña; ERC y la CUP. Y lo único que ahora mueve ese voto no es ya “la tensión con Madrid”, la continua amenaza que dio vida al pujolismo pactista que hizo posible llevar al gobierno al PP de Aznar. Hoy es la independencia la promesa utópica, técnicamente imposible, que lleva los votos a las urnas de una nueva generación nacionalista, que hoy es de izquierdas.

El nacionalismo es una dolencia cara. Una televisión autonómica con más tripulantes que el mayor portaaviones de Europa y una enorme complejidad de organismos culturales por Cataluña y el mundo fueron minando unos presupuestos que, de tanto inflarse, tras la crisis, ya no podían más. La izquierda fue sacando réditos de los obligados recortes en Educación y Sanidad, junto a la enorme deuda. Los equilibrios de Artur Mas para ser indispensable se agotaron también. Hoy es la izquierda quien decide en Cataluña; ERC y la CUP. Y lo único que ahora mueve ese voto no es ya “la tensión con Madrid”, la continua amenaza que dio vida al pujolismo pactista que hizo posible llevar al gobierno al PP de Aznar. Hoy es la independencia la promesa utópica, técnicamente imposible, que lleva los votos a las urnas de una nueva generación nacionalista, que hoy es de izquierdas.

La historia reciente de Convergencia huele a chamusquina. Perdió una parte de la coalición, Unió Democrática, los que muchos consideraban “alma de CiU” que se escindió hasta volatilizarse. Después, el goteo incesante de evidencias sobre el enorme monto de la corrupción sistemática de la “corte” pujolista de políticos y funcionarios “del sistema” había ido calando a base de registros de la guardia civil, cuentas en el extranjero y revelaciones ante el juez. No hablamos de unos trajes o unas copas, sino de enormes sumas, que pasan sobradamente de los mil millones de euros y que hoy siguen aflorando. La erosión en el voto fue feroz. De aguantarse Convergencia en un equilibrio imposible con una alianza quimérica de Junts pel Sí, con Esquerra Republicana y la CUP, a perder definitivamente el protagonismo de la política catalana. Hoy hay dos péndulos que fracturan Cataluña en dos: la independencia frente al constitucionalismo y la revolución de izquierda frente al conservadurismo burgués. En ninguno de los dos tiene ya peso Convergencia.

Así se ha querido dar a luz a un nuevo partido: el “Partido Demócrata de Catalunya” que, mire usted por dónde, va a tripular Artur Mas, protagonista de tantas derrotas. Poco antes del congreso unos cuantos, como el vicepresidente de Convergencia del Vallés, Jordi Mas, se iban con portazo. En el congreso, muchos abucheos. Tras varias intentonas y un par de días de discusiones consiguieron aprobar el nuevo nombre, provocando una querella de parte de la formación, “Demócratas de Catalunya”.

A la salida del congreso que supuestamente inauguraba “algo nuevo” unos transeúntes se preguntaban qué estaba ocurriendo. “¿Quiénes son esos?” –“Son los de siempre, es Convergencia”, respondía con aplomo uno de ellos. “Los de siempre” son cada vez menos. Es la vida, que trae una generación nueva y que ve en las “redes del 3%” a unos vendedores de cuento. Es en parte una variante nacionalista del fenómeno de Podemos en Cataluña. No se sabe si esa eclosión de izquierda durará. Lo que sí se da por cerrada es la práctica defunción de Convergencia, que a duras penas conseguirá grupo parlamentario en Madrid y tampoco decide en una Cataluña que el nacionalismo ha dividido incluso ya a ellos mismos; una pirueta final que algunos llaman “masismo” y que para muchos explica, incluso, la situación en la que el “Procés” de Artur Mas ha encallado, dejando a Puigdemont atrapado en la Cataluña más fragmentada y dividida de la reciente historia de nuestra democracia.

Noticias relacionadas

Corrupción política e inhibición feedback
España · Juan Carlos Hernández | 0
¿Estamos condenados a la corrupción política? El problema es estructural y no basta con una simple dimisión de Sánchez al cual le queda ya poco por más que quiera estirar el drama....
25 junio 2025 | Me gusta 3
El aforamiento: Garantía vs privilegio
España · Juan A. Pérez Morala | 0
En la ciudadanía ha entrado con fuerza el debate sobre el aforamiento, porque en los actuales casos de corrupción, que comprometen la esfera política y personal del Presidente del Gobierno, algunos aforados de su entorno más próximo, no muestran escrúpulo alguno en usar tal condición, en...
19 junio 2025 | Me gusta 3
El Sánchez que tú y yo hemos creado
España · Carmen Martínez | 0
Sánchez lo niega casi todo y se presenta como una víctima. El código moral que tiene Sánchez solo alberga un precepto: evitar a la derecha lo justifica todo y muchos comparten ese criterio....
18 junio 2025 | Me gusta 1
El mes del bochorno
España · Carmen Martínez | 0
Ya no son casos de presunta corrupción, son casos de acoso y derribo a las instituciones democráticas cuando no se le someten....
11 junio 2025 | Me gusta 0