Obstinadas urnas

Este lunes comienza el juicio por las tarjetas black de CajaMadrid. Pasarán delante del juez lo más granado de la partitocracia y la sindicatocracia española. La semana que viene se inicia el juicio por el caso Gürtel. Vamos a tener ración sobrada de corrupción. Hay una corrupción que encaja en los tipos penales. Y hay otra, quizás más grave, que consiste en ignorar la realidad e intentar blindarse frente a las urnas. De esa hemos tenido mucha desde hace nueve meses. El dictamen de las urnas es, sin embargo, testarudo. Y lo ha vuelto a ser en el elecciones gallegas y vascas. El PP que triunfa es del Feijóo; Sánchez ha conseguido que su partido pierda el liderazgo de la izquierda; el PNV no secesionista, que se aleja de la secesión y que pide perdón a las víctimas triunfa; Podemos ha venido para quedarse y Ciudadanos no cuaja fuera de las grandes ciudades.
Feijóo revalida su mayoría absoluta en Galicia. Su forma de hacer política convence aun en los momentos más difíciles. Ha combinado buena gestión con sensibilidad social y con una claridad rotunda en la crítica a la corrupción. Gana puntos para un desembarco en Madrid.
Algo parecido se puede decir del País Vasco. El PNV de Urkullu gana las elecciones después de una gestión realista, alejada de cualquier secesionismo. Ha sabido distanciarse del radicalismo de Bildu que resta apoyos después del fin de la violencia.
Por el contrario, el PSOE de Pedro Sánchez pierde mucho terreno en Galicia y en el País Vasco. Este PSOE, alejado de la socialdemocracia clásica, es difícil de distinguir de opciones más a la izquierda. Y los votantes prefieren el original a la copia. Por eso En Marea adelanta a los socialistas en votos en Galicia y se convierte en la cuarta fuerza en el País Vasco. En las dos Comunidades Autónomas el descalabro es relevante. Los socialistas siguen bajando escalones en una deriva que puede hacerlos irrelevantes.
Es fácil deducir de los comicios de este domingo una advertencia para el líder de los socialistas. Si Sánchez se empeña en formar gobierno con Podemos y los independentistas, corre el peligro de entregar el liderazgo de la izquierda a su más cercano competidor. Eso en un momento en el que Podemos y sus confluencias acusan la debilidad de haber perdido un millón de votos y de las divisiones internas.