Obama, diezmado

Mundo · Roberto Fontolan
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21 enero 2010
Como si tuviera que demostrarse algo a sí mismo, antes incluso que al resto del mundo, como si tuviera que pedir perdón por el malestar causado por las continuas malas noticias (Afganistán, Iraq, paro, banqueros), Estados Unidos se ha entregado literalmente al terremoto de Haití con una generosidad que nos deja estupefactos.

Tal vez, la necesidad de mirar hacia fuera, después de tanto tiempo de introspección, la necesidad de sentirse todavía útil para una buena causa, y naturalmente ese tradicional impulso de amor auténtico hacia el más débil, sobre el que Bush intentó construir aquella filosofía del capitalismo compasivo que a tantos ilusionó y que a otros tantos decepcionó.

El caso es que un hombre llamado Scott Brown ha traído de vuelta a casa la atención de los estadounidenses. Es el nuevo senador del estado de Massachussets. Es republicano, ha vencido a los demócratas al conquistar un sillón que durante generaciones ha estado ocupado por los Kennedy. Un golpe al corazón de Obama y del pueblo obamiano, que ha entendido demasiado tarde la tempestad que se acercaba desde el estado más liberal y progresista de la costa este.

Se abre un enorme problema para la reforma sanitaria (que cada día que pasa pierde terreno), ansiosamente esperada por casi 50 millones de americanos de clase media-baja que todos los días rezan para no tener que llamar a un médico, pero aborrecida por los republicanos y lobbies de seguros, que se gastan dos millones de dólares diarios para combatirla.

Se abre un enorme problema en el conflicto entre el Gobierno y Wall Street, donde rápidamente se han acabado los cientos de millones de dólares repartidos para salvar a los bancos y a los mercados, antes de corregir los defectos estructurales. Se aplaza indefinidamente el deseo de poner sobre la mesa el tema de la inmigración. Los grandes proyectos de política interna de Obama agonizan en la inestabilidad. De hecho, la cifra de 60 senadores (los que hasta el pasado martes contaban los demócratas) era la clave para el gobierno del Congreso. Disponer "sólo" de 59 supone una grandísima diferencia.

Así, el primer año de presidencia del hombre de la esperanza se cierra con esta sonora derrota, destinada a convertirse en catástrofe en las elecciones de midterm a finales de 2010, según lo que hoy podemos prever. La llegada a Washington del nuevo senador republicano de Massachussets contiene un alto valor simbólico y abre un nuevo capítulo de la vida política estadounidense, marcado por un desafío a muerte a Obama, algo impensable hace un año.

ilsussidiario.net

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