Obama desafía a América Latina
El Partido Republicano, profundamente dividido sobre cómo recuperarse tras las últimas derrotas electorales, ha utilizado el acercamiento de Obama al venezolano Chávez y el discurso antiamericano del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, como un argumento más a favor de su campaña para alertar a los americanos de la ideología "de izquierdas" de Obama. Su enfoque y su política, afirman, debilitan la posición de Estados Unidos y ponen en peligro la seguridad nacional.
La mayoría de los demócratas apoya al presidente y acusa al Partido Republicano de ser incapaz de entender los desafíos del momento actual. Sin embargo, a cualquier demócrata "moderado" o "conservador" le preocupa la aparente convicción de Obama de dejar de lado viejas controversias antes de resolverlas. Lo que más les preocupa es que la drástica ruptura de Obama con el pasado tenga peligrosas consecuencias si se hace desde impulsos ideológicos separados de la realidad.
Esta discusión trae a la memoria el debate suscitado en la campaña electoral en torno a las elecciones de Obama con el reverendo Jeremiah Wright, el pastor de su iglesia en Chicago. Son pocos los americanos "normales" familiarizados con la retórica de los debates entre la población negra de los suburbios urbanos y, por tanto, muchos se escandalizan por lo que parecen acalorados sermones antipatriotas.
En este contexto cultural se ha desarrollado el apoyo electoral inicial de Obama, pero a muchos americanos les cuesta creer que algunas de estas ideas, tan populares en su entorno, no fueran compartidas por Obama. Al darse cuenta de que esto podría perjudicar su carrera hacia la presidencia, Obama se distanció de Wright y su ambiente.
Algo parecido está sucediendo en la política de los Estados Unidos hacia América Latina. El americano medio no sabe mucho de cultura latinoamericana ni le importa demasiado. Muchos de estos debates derivan de las diversas corrientes del pensamiento marxista y de sus relaciones con la doctrina y la praxis social católica. La ignorancia de los americanos sobre el pensamiento y la acción social católica es notable y gran parte de los debates en América se enmarcan en la doctrina social protestante.
Para ellos es muy difícil de entender la retórica de los "caudillos" de izquierda o derecha que continuamente emergen en el mundo latinoamericano y muchos pensadores muestran su resentimiento por esta ignorancia y desinterés hacia América Latina.
En este escenario, la figura del presidente Obama es un desafío inesperado para América Latina porque pone en discusión muchos de los estereotipos sobre los líderes políticos americanos. La seguridad y el brillante nivel académico de Obama atraen y desarman a los latinoamericanos.
Por eso, personalmente creo que su conducta en la reunión con los líderes latinoamericanos no dará señales de debilidad por parte de EEUU. El riesgo, sin embargo, es que precisamente ese abandono del pasado, necesario para mantener esta posición, le lleve a ignorar otras preocupaciones que no deberían ser ignoradas.