Oaxaca, un conflicto de grupos que han secuestrado a toda una sociedad

Mundo · Jaime Quintanilla
COMPARTIR ARTÍCULO Compartir artículo
| Me gusta 0
21 abril 2008
¿Cómo puede la democracia florecer donde no se educa a las personas a ser demócratas? Ésa es, en el fondo, la pregunta que surge en la situación actual que vive Oaxaca, y que los mexicanos no hemos podido contestar.

En las transiciones de la autocracia a la democracia, es común que surja el concepto de la "negociación" como la solución a todos los problemas que se puedan presentar ante un choque entre ambas corrientes. El demócrata tiene que presentarse como pacífico y tolerante, mientras que su contraparte, la demagogia, tiene que hacerse notar como radical e intransigente, esperando en la tolerancia del otro mayor y mejores conquistas para su causa.

Si bien la democracia llegó a México para quedarse, los demócratas no han aparecido del todo. Tradicionalmente, el sistema político mexicano funcionaba a través de una sola persona. La ya famosa frase "el Estado soy yo" era perfectamente aplicable a México hace apenas 12 años.

Por desgracia, los espacios dejados por una tradición autoritaria no han sido ocupados por las instituciones democráticas o, al menos, por demócratas. Estos vacíos, más bien, han sido tomados por grupos demagógicos que buscan crear un ambiente de anarquía en beneficio exclusivo de aquellos para quienes trabajan.

Tal es el caso de Oaxaca, en donde se ha desbordado la lucha entre los bandos o bandas de grupos de políticos que desean mantenerse a todas luces como coto de poder, como posición de influencia, como carta de negociación de prebendas y componendas.

Lo que comenzó siendo la batalla de "todos contra Ruiz" del cuestionado proceso electoral mediante el cual se ungió como gobernador, se convirtió en "Ruiz contra todos" a través de persecuciones y el uso del poder en forma desmedida e incluso violenta. Finalmente se llega a la situación que vive el estado hoy: "Ruiz y sus enemigos, juntos contra Oaxaca".

Es así como una minoría organizada, como es la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación -que desde hace más de 5 meses ni trabaja ni educa-, y el movimiento social de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la APPO (que desde el pleonasmo de su nombre refleja una confusión intencionada al servicio del mejor postor o impostor grupo político), han podido someter a los propios poderes del Estado y secuestrar a una mayoría paciente y desorganizada, bajo la exigencia "no negociable" de pedir la renuncia de Ulises Ruiz como gobernador del Estado.

Un conflicto similar en épocas de Díaz Ordaz, Echeverría o Salinas no habría pasado a mayores, a menos que ellos mismos lo hubieran provocado, y se habría resuelto en menos de 15 minutos. En esos tiempos, el presidente era amo, dueño y señor de todo y de todos. La democracia no comulga con esos excesos, pero tampoco ha creado las instituciones para erradicarlos.

Oaxaca, hasta el día de hoy, sigue siendo expresión de una lucha entre los diversos grupos de poder político, en donde a Ulises Ruiz le están cobrando las facturas de sus excesos e incapacidades y busca, a toda costa, su remoción. Un hecho que puede sustentar lo anterior es que el conflicto se haya circunscrito sólo a la capital y no se haya extendido a otras regiones del Estado. Ni siquiera a lugares como el Istmo, en donde grupos como el COCEI tienen una importante presencia y en el pasado han llegado al bloqueo de vías de comunicación con todo lujo de violencia. Sólo basta recordar que el ex-gobernador José Murat es nativo de esta zona y ha contado siempre con una presencia política importante desde su natal Ixtepec.

La situación actual presenta márgenes de maniobra que, además de ser pocos, son estrechos e incómodos. Al final se dibujan los siguientes panoramas y sus posibles desenlaces:

1.- Las mesas de diálogo funcionan, se liman las diferencias, se ponen todos de acuerdo, se aprueban cuantiosos recursos para rescatar a la economía del estado y Ruiz sigue gobernando en paz y en calma.

2.- Las mesas fracasan, el Gobierno federal aprueba la intervención de la fuerza pública para tomar el control de la situación. El gobernador Ulises Ruiz continúa su gestión bajo un ambiente de tensión e incertidumbre en donde se da lugar a cualquier cantidad de excesos de poder. El autoritarismo sería el sello distintivo de gobierno.

3.- Se pacta la salida de Ruiz a través de su renuncia después del 1 de diciembre del 2006. El Congreso Local designaría un gobernador sustituto que concluyera el período de gobierno, a condición de una negociación con grupos y actores del conflicto, pero a espaldas de la sociedad. Conduciría a una solución semi-democrática o semi-demagógica, según como se mire, que estaría apostando por el reacomodo de los grupos políticos.

4.- Se pacta la salida de Ruiz a través de su renuncia antes del 1 de diciembre del 2006. De esta forma, el Congreso Local nombraría a un gobernador interino que convocara nuevas elecciones en un término no mayor de 12 meses. Daría lugar a un ambiente de mucha presión, riesgo de gobernabilidad y altos costes económicos, políticos y sociales.

La primera de estas soluciones en teoría aparece como la mejor, pero también como la menos viable. Cualquiera de las otras, irremediablemente, dejará heridas que darán la gran oportunidad de reconstruir Oaxaca basándose en el perdón, en la reconciliación y en la esperanza de cada oaxaqueño.

Noticias relacionadas

No es un voto, es un puñetazo en la mesa
Mundo · Ángel Satué
Lo más plausible es que existe un cabreo generalizado. Sin embargo, sucede que este cabreo será instrumentalizado por los partidos radicales, cuya máxima preocupación es respirar fanatismo....
4 julio 2024 | Me gusta 3
No hay paz sin verdad y sin justicia
Mundo · Adriano Dell´Asta
La paz exige verdad y justicia, por lo que todos estamos llamados a hacer todos los esfuerzos posibles por la paz allí donde nos encontremos....
26 junio 2024 | Me gusta 3