Nuevo golpe de efecto de Matteo Renzi
Renzi regresó de las vacaciones veraniegas con una mala situación económica, ya que, a pesar de su bajada de impuestos el PIB había decrecido un -0.2%, lo que se añadía al -0.1% del primer trimestre que no era imputable, eso sí, al actual Gobierno italiano ya que este había sido nombrado el 22 de febrero. Pero lo que dejaba claro es que Italia tenía que hacer algo de calado para cambiar la dinámica negativa de una economía virtualmente estancada desde hace más de una década. El país tenía que crecer, y para ello resultaba y sigue resultando fundamental la inversión, pero el marco laboral (en particular el hasta ahora intocable Estatuto de los Trabajadores y su célebre artículo 18) impedía que los inversores extranjeros pensaran en Italia como un destino para hacer crecer sus negocios.
El panorama se presentaba, en ese sentido, muy revuelto para Renzi, al que una vez más le tocaba bailar con la más fea: tocar los privilegios de una parte de la población italiana. Como siempre, el ala izquierda de su partido aprovechó para atacarle, con los Bersani y D´Alema a la cabeza (esos a los que Renzi tantas ganas tiene de mandar al ´desguace´). A todo ello se añadía el sector liderado por Giuseppe ´Pippo´ Civatti, de la misma quinta de Matteo Renzi y derrotado ampliamente por este en las primarias de diciembre de 2013, pero quien ahora lidera la oposición dentro del partido al actual Primer Ministro. Así que Renzi decidió lanzar un órdago y sometió la reforma laboral a una moción de confianza que se planteó prácticamente como una moción al Gobierno en sí. Y salió vencedor, por 165 votos frente a 111. Solo tres diputados del PD se atrevieron a romper la disciplina, entre ellos el controvertido Corradino Mineo, a quien Renzi había sacado de la presidencia de la comisión para la reforma del Senado. La pregunta que hay que hacerse es: ¿por qué al final tanto ruido para tan pocas nueces?
Parte de la explicación debe encontrarse, a mi juicio, en el momento de la legislatura en que nos encontramos. No ha transcurrido más que un año y medio desde las últimas elecciones generales (celebradas en febrero de 2013), y por tanto quedan tres años y medio por adelante salvo que el Presidente de la República decida adelantar las mismas. Políticos como Bersani o Bindy, muy críticos con Renzi, saben que, de seguir liderando el partido el actual Primer Ministro, no aparecerían en las listas electorales porque Renzi se los quiere quitar de enmedio. En ese sentido, debe recordarse que Renzi dispone en este momento del respaldo público del 53% de los italianos (aunque se ha dejado en los ultimos meses casi diez puntos por el camino), y también que cuenta con el respaldo público del Presidente Napolitano, que ve en Renzi el último cartucho para transformar la realidad política italiana. Si los diputados y senadores díscolos del PD ejercieran el bloqueo sobre Renzi, ambos (Napolitano y Renzi) seguramente acordarían un adelanto electoral en el que Renzi podría ganar con facilidad al seguir sin rivales: Grillo sigue cayendo cada día más en el descrédito y Berlusconi, por su parte, sigue sin ceder el mando del partido (hace unas semanas tuvo una bronca tremenda con Raffaele Fito, uno de sus posibles sucesores, al que invitó, como hace cuatro años hizo con Gianfranco Fini, a que se marchara del partido).
Por otra parte, y en virtud del llamado ´Pacto del Nazareno´, Renzi sabe que puede jugar la baza de un Berlusconi dispuesto a negociar y llegar a acuerdos con el Primer Ministro porque le tiene las mismas ganas que Renzi a los Bersani y compañía. La realidad es que el Primer Ministro ha logrado todo un golpe de efecto en un terreno (el laboral) en el que han fracasado todos los intentos reformistas (el último, el de la ministra Elsa Fornero con Monti como Primer Ministro). Veremos qué sucede con los datos de crecimiento del tercer trimestre, porque Renzi no se puede permitir más datos negativos (el FMI le ha echado una mano al asegurar que Italia crecerá un 0.8% en 2015, aunque ya se sabe que las predicciones de este organismo son muy poco fiables). Ahora toca concluir la reforma laboral, para lo que será necesario seguir negociando y contar igualmente con el apoyo de la Cámara de Diputados, donde para Renzi es más fácil obtener la mayoría.