Entrevista a Rodolfo Martín Villa

´Nos movió un deseo infinito de reconciliación´

España · Fernando de Haro
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4 julio 2017
Rodolfo Martín Villa era ministro de Gobernación, lo que sería ahora ministro del Interior, en el gobierno que organizó las primeras elecciones democráticas en España hace 40 años, en 1977. Martín Villa, uno de los hombres de la Transición recuerda las claves de lo sucedido hace cuatro décadas.

Rodolfo Martín Villa era ministro de Gobernación, lo que sería ahora ministro del Interior, en el Gobierno que organizó las primeras elecciones democráticas en España hace 40 años. Martín Villa, uno de los hombres de la Transición recuerda las claves de lo sucedido hace cuatro décadas.

La época de la Transición fue de mucha violencia, ETA quiso boicotear las elecciones del 77, pero también había violencia de la extrema derecha. Recordemos el atentado de Atocha contra los abogados laboralistas. ¿Por qué cree usted que a pesar de esa intensa violencia la Transición salió adelante?

Fundamentalmente porque teníamos una España abierta y socialmente democrática y avanzada. Es verdad que no lo era el régimen político, pero fue fundamental la transformación social, cultural y económica. El desarrollo de los años 70-75 fue esencial para permitirlo. El Gobierno de Suárez fue el verdadero Gobierno de la Transición, porque al final de su mandato donde no había partidos los había, donde no había cámaras legislativas las había, donde no había pluralismo sindical lo había. Por primera vez en la historia de España, en muchos años, no había un solo preso político ni un solo exiliado. Tuvo fe el Gobierno. Porque hubo momentos gravísimos, especialmente a finales de enero de 1977.

Fue aquella semana trágica.

La semana trágica fue entre el 23 y el 30 de diciembre. A los atentados de los abogados laboralistas de Atocha, siguieron los atentados de ETA, también estaba presente el Grapo… hubo secuestros. Pero hay que decir, con humildad, pero también con orgullo, que no cedimos ni un milímetro. Tuvimos que atemperarnos en el ritmo a estos acontecimientos, pero en el objetivo, que era que al final tuviéramos una España democratizada y unas Cámaras impecablemente representativas del pueblo español que hicieran una Constitución, no cedimos.

En el caso del atentado contra los abogados laboralistas, el PCE estuvo a la altura, ¿no?

Estuvo a la altura todo, pero en concreto el PCE lo estuvo claramente. En la cabeza de aquel Gobierno y en concreto de la de su presidente Adolfo Suárez ya estaba la idea de su legalización. Pero si había alguna duda – como dice el viejo dicho de que se escribe derecho con renglones torcidos-, el torcidísimo renglón de los atentados produjo un comportamiento del PCE como un partido de orden, de su orden, pero de orden.

Torcuato Fernández Miranda tenía la obsesión de que se pasara “de la ley a la ley”, de la legislación franquista a la legislación democrática, y en ese lema se enmarca la reforma política del 77. Precisamente eso es lo que se cuestiona ahora. Se dice que, en realidad, la única sucesión legal que hubiera sido legítima es la que hubiera recuperado la legalidad republicana. Esta es una de las objeciones que se le hace a la Transición.

Eso pudo tener sentido en aquel entonces, cuando las gentes que venían del antifranquismo defendían la ruptura. El Gobierno de Adolfo Suárez, que no era un Gobierno democrático antes del 77, lo que planteaba era la reforma y el instrumento para la reforma era una ley de reforma política cuyo autor inicial fue Torcuato Fernández Miranda. No es que él diera la última solución porque hubo algunos cambios, para mí no fundamentales, pero la solución la dio él. La reforma se hizo de “de la ley a la ley a través de la ley”, pero se produjo, por ese proceso, una ruptura con el franquismo. Era lógico. El régimen nacido de la Guerra Civil había terminado.

1977 es también el año de la Ley de Amnistía, que es ahora la más cuestionada. Aquella ley fue defendida por Marcelino Camacho y por el PCE con auténtico entusiasmo. ¿Por qué la Ley de Amnistía no es una ley de impunidad? ¿Por qué podemos todavía seguir defendiendo aquella ley?

Hubo procesos de indulto, recién aterrizados nosotros en el gobierno. En julio del 76, con ocasión formal porque del Año Santo Compostelano, se dio el primer indulto. El segundo fue la primavera, justamente en el horizonte de las elecciones de junio del 77. Ya entonces no había ningún preso político, ni uno. Quedaban unos casos de atentados terroristas, fundamentalmente de ETA, con resultado de asesinato. El Gobierno pensó que eso no se podía indultar, pero eran pocos. El Gobierno pensó que aquello tenía que ser una ley de amnistía total que tenía que hacerse por unas Cortes representativas, y así se hizo. No es una ley de punto final en la que de alguna manera el franquismo busca la amnistía y el punto final, al contrario.

Hay algún historiador que ha dicho que en las elecciones del 77 Suárez no quería una mayoría absoluta. ¿Es cierto que Suárez ayuda al PSOE a obtener un buen resultado para no conseguir él la mayoría absoluta?

Comprenderá que yo no soy sospechoso: hay personajes excepcionales en la Transición, por supuesto el Rey, Suárez, Felipe González, Carrillo, Fraga, cada uno a su manera y con sus ideas. Pero no exageremos porque no tiene sentido. Una cosa es que todos pensáramos, no desde la conveniencia política sino desde el sentido común, que la izquierda antifranquista y republicana tenía que estar en el Congreso, y otra cosa es que Suárez no quisiera ganar y no quisiera ganar por el máximo posible. Yo puedo decir que los resultados electorales no me han gustado, pero nunca me han sorprendido. Si algún resultado fue el que deberíamos fue aquel. Ganábamos los partidarios de la reforma política, pero estaban presentes los partidos de la ruptura en la izquierda. Todos creíamos, en virtud del protagonismo que había tenido en el antifranquismo, que el PCE tendría mejores resultados, pero al final en la izquierda se votó a la parte más castiza de la izquierda, que era el partido socialista. Ese resultado fue el que posibilitó una Constitución de todos. Si no, hubiera sido difícil.

Vayamos a la cuestión de fondo. ¿Qué hizo posible la reconciliación en ese momento? ¿Qué hizo posible que los españoles decidieran, después de un siglo XIX tremendo y un comienzo de siglo XX también horroroso, reencontrarse y superar diferencias ideológicas? Porque esto parece que es lo hemos perdido ahora.

Ya en 1956 se habla de reconciliación, es un tema que abre entonces el PCE. Y a nosotros, los jóvenes reformistas del franquismo –jóvenes entonces–, se nos podrá discutir que no siempre estuvimos en la democracia, y es verdad, pero siempre estuvimos en la reconciliación. En aquel Gobierno de Suárez, excepto los cuatro militares que habían hecho la Guerra, generales o almirantes, no habíamos hecho la Guerra ninguno. Teníamos experiencias que nos habían contado de la Guerra y algunos teníamos experiencia en nuestras familias de uno y otro lado, como experiencia venía muy bien.

La memoria de la guerra generaba voluntad de reconciliación.

La memoria de la guerra generaba muchas cosas. Para empezar, era una memoria parcial porque durante mucho tiempo en las familias no se hablaba del tema, pero yo cuento mi propia experiencia. Mi experiencia familiar fue estupenda comprendí cosas de un lado y de otro, y con un deseo infinito de la reconciliación, la reconciliación de un exiliado y de un preso político. Para nosotros en eso nunca hubo duda alguna, desde el primer momento.

Esta entrevista se emitió en el programa La Mañana Fin de Semana de Cope

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