Nobel de la Paz a Memorial: está cerrado, pero existe

Entrevistas · Marta dell’Asta
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12 octubre 2022
Elena Zemkova ha estado en Memorial desde el principio. Su intervención sobre el «retorno de los nombres» de las víctimas de Stalin fue un momento fundamental para la asociación. Memorial es una asociación dedicada a la investigación histórica y a la defensa de los derechos civiles que opera en la Federación de Rusia y varios estados postsoviéticos.

Tras el cierre de memorial, ¿seguís trabajando de alguna manera?

El trabajo de Memorial continúa como investigación sobre el pasado, sobre la historia de la gente, de las víctimas de las represiones, para los que buscan a sus seres queridos. Seguimos con nuestro trabajo de apoyo a los centros de investigación y a los museos. Todo eso sigue siendo legal. Hace muchos años empezamos a digitalizar nuestro archivo, no todo pero una parte importante ya está digitalizada, y esperamos que el año que viene se pueda publicar parte de este trabajo.

Decías que entre los colaboradores de Memorial había una libertad total de conciencia, pero el hecho de que el hombre sea el centro de la historia, ¿es una aseveración necesariamente compartida por todos? ¿O hay discusión?

No es algo que se hable abiertamente, pero una persona con otro punto de vista no podría estar mucho tiempo en Memorial. En todo caso, hasta ahora nunca se ha despedido a nadie. Al contrario, hay gente que se ha quedado a pesar de que a veces no hubiera dinero para pagar todos los sueldos. Entre nosotros no hay nadie que no comparta esta mirada humana hacia la historia porque sería algo que va en contra de la propia organización, de sus estatutos, que dicen que no aceptamos ningún tipo de nacionalismo ni actitud agresiva.

Dices que la parte más difícil de tu trabajo son las personas. ¿A qué te refieres? ¿Hay que convencer a la gente de cómo ha sido la historia?

No es cuestión de convencer, sino de explicar. Queremos que la gente saque conclusiones por sí misma. Tratamos de explicar cosas complicadas con palabras sencillas. Por ejemplo, ¿Cómo encontrar la sutil línea que separa al verdugo de la víctima? ¿Cómo juzgar el pasado cuando todos los culpables han muerto? ¿Se puede juzgar a los muertos? Son preguntas muy difíciles, y nosotros buscamos la manera de hablar de estas cosas tan difíciles con palabras comprensibles. Tal vez tampoco se trate de explicar, que puede ser lo más fácil, se trata sobre todo de intentar que surjan preguntas en la gente. Porque si la gente empieza a hacer preguntas, quiere decir que están intentando entender. Sin embargo, si no hacen preguntas hay que preocuparse, porque significa que no están entrando en materia seriamente. Preguntas surgen siempre.

Cuando intentáis explicar algo, ¿nunca os habéis encontrado con gente que se opone a vuestra narración de los hechos?

Claro que pasa, y no pocas veces, también con las víctimas o con los hijos de las víctimas de la represión. No digo que sean muchísimas, pero sucede. Entre las víctimas también hay quien todavía comparte las ideas del comunismo. Que haya gente que no saque conclusiones es un gran problema. Creo que es un gran problema en Rusia, pero tal vez no solo en Rusia, que haya personas que no están acostumbradas a hacer preguntas, a pensar y a discutir.

¿Qué hacéis cuando sucede esto?

Tratamos de hablar, pero si veo que mi interlocutor está levantando un muro, creo que no tiene sentido entrar en conflicto, pues probablemente no estará dispuesto a escuchar.

Eso muestra un respeto por la libertad del otro.

Se intenta.

¿Qué es lo que más alegría te ha dado en tu trabajo?

Sin duda, haber encontrado una fórmula adecuada para recordar a las víctimas del terror. Me di cuenta en los años 90. La celebración del Día de la memoria de las víctimas del terror, el 30 de octubre, se estaba quedando en algo muy retórico, una formalidad política a base de discursos pronunciados desde el palco. Así que busqué una fórmula distinta, que huyera de posibles instrumentalizaciones políticas, que estuviera a alcance de cualquiera y que al mismo tiempo exigiera una decisión libre por parte de cada uno. La lectura pública de los nombres (son miles) de las personas fusiladas en Moscú en los años del terror de Stalin se hizo de tal modo que cualquier ciudadano pudiera venir y decidir participar. Nosotros organizamos las luces, los micrófonos, las estufas de gas, el té caliente, imprimimos los folios con los nombres… pero quien elige libremente agarrar un folio y subirse al micrófono es cada persona concreta, que por un momento acepta identificarse con un desconocido fusilado hace ochenta años. Y sacarlo de la nada.

¿Cómo se conjuga eso con el hecho de que también publiquéis las listas de los torturadores?

Sí, publicamos sus nombres, pero no sacamos ninguna conclusión, no ponemos al lado: «estos son los culpables», ni lo llamamos «lista de verdugos». La gente es quien luego razona con esos datos. Porque en estos listados hay gente muy distinta, con destinos muy diversos, personas que realmente han sido torturadores, sádicos, y personas que tal vez eran mecanógrafos, es decir, que pasaban a máquina los listados de fusilamientos. Podemos pensar que estas personas tenían en casa hijos que pasaban hambre y que no tenían otra posibilidad de empleo que esta. Quiero decir, hay que entender que cada persona es distinta. Otra cuestión importante es la responsabilidad de cada uno ante las circunstancias que vive. No todos somos iguales, no podemos hacer tabla rasa. Es absolutamente necesario asumir responsabilidades, castigar a los criminales, pero eso no significa que nuestro trabajo consista en meterlo todo en el mismo saco. No es que cada uno tenga su punto de vista, sino que cada uno tiene su propia responsabilidad, y son responsabilidades distintas. Decir que cada uno tiene su punto de vista parece una justificación y nosotros no queremos justificar nada porque, puesto que las personas son diferentes, hay casos donde la responsabilidad aumenta. Lo más importante es que las personas que lean estos listados saquen por sí mismas sus propias conclusiones.

Al final de la exposición del Meeting de Rímini de 2022 había un video donde Katerina Gordeeva le pedía a Irina Ostrovskaja que eligiera entre misericordia y justicia, y ella opta por la misericordia. ¿Eso no quita algo a la justicia?

Aquí cada uno opina de una manera, pero creo que en ningún caso la justicia debe quedar mutilada. De todas formas, la condición esencial de la justicia es la transparencia. El rol de la persona y su posición, sus crímenes, su indiferencia o su no participación, la falta de apoyo, son cosas que deben señalarse, eso debe saberse necesariamente. Otra cuestión es saber cuál será el juicio humano o divino sobre esa persona, pero lo que ha hecho se debe saber. No creo que sea cuestión de elegir entre misericordia y justicia. Creo que es un error tal como se plantea esa pregunta. No es justo tener que elegir entre misericordia y justicia, pero ambas deben ir juntas.

Sobre la situación actual, ¿Cómo se puede hablar de justicia, misericordia, perdón?

Creo que hoy es aún más importante que en el pasado. De hecho, es importantísimo, desde el momento en que se cometen unos crímenes, que quien los comete sepa que luego habrá un juicio. Lo importante es que la gente entienda que las acciones conllevan una responsabilidad. Eso no significa que nunca nos equivocaremos, siempre está la libertad de elección, el hombre no es ideal, pero lo importante es que una persona sepa que tendrá que responder por sus acciones. El ser humano es pequeño, pero forma parte de la historia y sus acciones son importantes. Eso es agotador, es como estar siempre delante del espejo. Muchas veces se te olvida que estás delante de un espejo y no te ves como alguien que está dentro de la historia. Pero cuanto más lo hagas, mejor será para todos.

Mucha gente dice que juzgar es muy difícil cuando hay tantas fake news

Estoy totalmente de acuerdo, hay muchas noticias difíciles de comprobar y eso complica mucho la tarea de juzgar. Precisamente por eso hace falta pensar, empezar a escuchar, tratar de entender quiénes son las personas más autorizadas, de quién te puedes fiar… es muy importante generar relaciones de amistad porque no lo puedes controlar todo, ni comprobarlo todo. Tampoco hace falta controlarlo todo. Si tú me presentas a una persona y me dices que me puedo fiar de ella, que es una buena persona, que es amiga tuya, no necesito controlarla. El mundo funciona así.

 

Artículo publicado en: https://www.lanuovaeuropa.org/societa/2022/10/08/memorial-e-stato-chiuso-ma-esiste/

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