No siempre hubo cónclaves
La regla de la mayoría de los dos tercios para la elección del Papa establecida en 1179 (constitución ´Licet de vitanda´ de Alejandro III) llevó a la eliminación de diferentes inconvenientes, pero tuvo también consecuencias y ´efectos colaterales´ como periodos de vacaciones larguísimos y una resistente ingerencia por parte del poder imperial que, en algunos casos, llegó a encarcelar a los cardenales que consideraba hostiles a sus propios planes. El pueblo de la cristiandad también encontró la forma para hacer escuchar la exigencia de que se garantizara la sucesión de la cúpula eclesiástica en tiempos relativamente breves: si la Iglesia debía ser gobernada ´regimen unius personae´, los que la elegían tenían que verse obligados a hacerlo.
Imitando un sistema de ´aceleración´ de las prácticas de algunos procedimientos civiles, los ciudadanos de Perugia en 1216, con la muerte de Inocencio III, obligaron a los cardenales a elegir al Pontífice mediante una cláusula forzada; en 1241, con la muerte de Gregorio IX, el senado romano dirigido por Matteo Rosso Orsini, encerró en la cárcel del Septizonio de Settimio Severo, en las faldas del Palatino, a los diez cardenales presentes para que eligieran al Papa, puesto que no se ponían de acuerdo sobre el nuevo sucesor. Casi torturados por guardias violentos, los cardenales tuvieron que superar las divisiones que había inducido Federico II, quien pretendía un Papa que estuviera de acuerdo con su plan para unificar la corona imperial con la corona de Sicilia. Este fue el primer caso de Cónclave, pero fue total la negativa para aceptar y formalizar un método de esa naturaleza como regla.
Cuando murió Clemente V (1268), después de 18 meses de deliberaciones, los diecisiete cardenales ´electores´ fueron encerrados en el palacio papal de Viterbo y se les negó incluso el alimento; tan solo se les proporcionaba pan y agua desde lo alto de la habitación, pues incluso se ordenó remover el techo por orden de la ciudad. La maniobra tuvo efecto, pero solo después del encierro, los cardenales eligieron como nuevo Papa a Gregorio X. Algunos años más tarde, con la constitución ´Ubi periculum´ de 1274 (Concilio de Lyon) se reguló la reclusión y se instituyó el ´cónclave´: los cardenales ´electores´ del Papa debían ser encerrados en el lugar de la muerte del Papa, después de un máximo de diez días de luto.
Durante los escrutinios podían llevar una vida normal y una dieta regulada progresivamente (después de tres días, se pasaba a una comida al día; después de cinco, se llegaba al ayuno a pan y agua). Además, de limitó la correspondencia con el exterior y se prohibió la posibilidad de llevar a cabo maniobras financieras. Sin embargo, tales normas fueron abolidas por el excesivo rigor pocos años después. Habrían sido desempolvadas a fines del siglo XIII.