No matemos el asombro del niño

Querido Director:
En las conversaciones de los padres que esperan para recoger a sus hijos del colegio sólo se habla de la propuesta de la presidenta Ayuso de eliminar de todos los colegios públicos y concertados de la región el uso individual de tabletas y ordenadores portátiles en alumnos de Educación Infantil y Primaria a partir del próximo curso.
Tengo que reconocer que como madre la medida me parece acertada. Nuestros hijos están hiper estimulados y más que incapacidad para las nuevas tecnologías o para manejar un ordenador, 0 competencia como se dice ahora, lo que muestran es dificultad para concentrarse y para no aburrirse. No tiene sentido que le digamos que no estén todos los días delante de una pantalla en casa para que en el colegio le mande a leer un libro en una tableta. Esto es un caso real que nos ha pasado en casa. Ante el cual hemos hablado con la profesora y le hemos dicho que le compramos el libro en papel y que lo lea. La medida parece seguir las indicaciones que Catherine L’Ecuyer, famosa autora sobre educación a la que sigo habitualmente, lleva tiempo reclamando.
Creo sinceramente que está bien. Nuestros hijos sabrán enfrentarse perfectamente en el futuro a un ordenador y sabrán manejarlo mejor que yo aunque de pequeños tengan unas horas menos delante de la dichosa pantallita. Por no hablar de los beneficios de la escritura a mano.
No me ha sorprendido la respuesta de muchos colegios concertados donde parece que lo más importante de la propuesta educativa es que cuenta con pantallas digitales. Recuerdo que con nuestro primer hijo estuvimos barajando la posibilidad de varios colegios: dos concertados y uno público en nuestro barrio. En las visitas que se organizaban para conocerlos en uno de los concertados la mayor insistencia sobre la bondad del centro era el gran número de pantallas digitales que poseía el colegio. No es que sea malo pero ¿de verdad que tu propuesta educativa se puede reducir al número de pantallas digitales que tienes? Algo que puede ser un instrumento útil parecía haberse convertido en un fin. Finalmente nuestros hijos fueron a un colegio público.
Sin embargo, ¿es suficiente un retorno a los “valores tradicionales” de la educación? ¿Es un problema de tener que volver a un tiempo pasado? Para empezar eso es irreal. Y, por otra parte, más que un problema de unas horas más o menos de “pantalla” lo que necesitan nuestros hijos es tener delante un adulto que le apasione lo que explica. A mis alumnos de ciencias yo les hablo de El Quijote y hace unos días me escribían emocionados porque habían estado en Alcalá de Henares en la casa de Cervantes. Menos horas de pantallas. ¡De acuerdo! Pero ¿tenemos algo que comunicar? De hecho, lo mejor de Catherine L’Ecuyer no es su cruzada anti pantallas sino cuando habla del asombro.
En su libro “Educar en el asombro” citando a Rachel Carson dice “para mantener vivo en un niño si innato sentido del asombro (…) se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos”.
Nuestro problema es que hemos “matado” el asombro del niño. En la Cabalgata de Reyes están más pendientes de recoger los caramelos tirados a toneladas que de “mirar” a los Reyes Magos.
¿Cuál es el instrumento principal para educar en el asombro? ¡Jugar! En el juego el niño crea, genera fantasías, resuelve problemas, se enfada con el hermano o amigo y tiene que arreglárselas para hacer las paces y así poder seguir jugando…
La profesora de mi hijo más pequeño nos decía a mi marido y a mi que nuestro hijo tenía gran capacidad de concentración y que notaba que a muchos de sus compañeros les costaba muchísimo. Conversando con ella nos dábamos cuenta que no habíamos hecho nada especial para que fuera así simplemente él se había pasado horas jugando con cualquiera de los hermanos o con los padres o con los amigos.
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