´No hemos hecho la pedagogía necesaria con las nuevas generaciones´
Ana Oramas, diputada nacional por la provincia de Santa Cruz de Tenerife y portavoz de Coalición Canaria en el Grupo Mixto, valora para Páginas Digital la actualidad política española.
En este periódico Carlos Bueno aseguraba hace unos días que “hasta la llegada de Podemos, teníamos la sensación de que las fuerzas políticas que se habían estado turnando en el gobierno cada ocho años dirigían sus discursos a la economía y a los mercados, dos conceptos abstractos y volátiles”. Abstracción, corrupción, alejamiento de la gente que lo pasa mal. “Vuestros valores son abstractos, no significan nada, no los queremos”, gritan los votantes de Podemos. ¿Por qué asciende Podemos?
Porque hay un descontento en la sociedad, porque quienes han gobernado el país hasta este momento no han sido lo suficientemente transparentes, ni han sabido conectar con el pueblo, con políticas que no han ayudado a que buena parte de la ciudadanía salga de la crisis, sino todo lo contrario. Hay mucha gente pasando dificultades y Podemos ha conectado con ese amplio sector de la población diciéndole lo que necesitan oír en un momento duro, aún a sabiendas de que gran parte de lo que prometen no lo van a poder cumplir. Además, han hecho una campaña permanente de marketing, usando su evidente dominio de las redes sociales y la comunicación, que les ha dado resultado. Pero eso no es gobernar. Gobernar es algo más difícil y serio, que trasciende los titulares y la política de gestos.
¿Hemos sabido transmitir a las nuevas generaciones el valor de la transición que hicimos en España o la posibilidad de una paz duradera que ha supuesto la Unión Europea en el viejo continente?
Pues, posiblemente, no hemos hecho la pedagogía necesaria. Han pasado ya varias décadas y los acontecimientos se van diluyendo en el tiempo. Tal vez sería bueno recordar a las nuevas generaciones que hubo una anterior que consiguió grandes cosas para el país, y las consiguió solo desde el diálogo y la enorme generosidad que mostraron unos y otros, todos los representantes de los distintos partidos políticos. Solo así se pudo vertebrar el Estado de los derechos y las libertades que hoy disfrutan esas generaciones. Costó mucho y no habría que ningunearlo, ni olvidarlo.
Ya en los años ochenta Julián Marías advertía del peligro de una “politización de lo que no es político”. ¿Estarán los partidos políticos dispuestos a autolimitarse en sus poderes y, por ejemplo, permitir una justa separación de poderes que otorgue una mayor independencia judicial?
Deberían. Creo que es necesaria la separación de poderes para el buen funcionamiento de un Estado. La gente no puede percibir que la Justicia favorece a unos pocos en detrimento del resto de la población. Un Estado democrático debe separar el poder ejecutivo del judicial.
Una de las realidades que ha resultado ser decisiva para poder afrontar la crisis es la familia. En muchas ocasiones, por ejemplo, han sido los abuelos los que han cuidado de los nietos o los que con sus casas y pensiones han colaborado al sostenimiento familiar. Otras realidades que nos han sostenido son las iniciativas de carácter caritativo. En estos ejemplos se ve cómo la gratuidad es un valor que permite desde la sociedad civil construir un país. ¿Qué medidas se pueden tomar para favorecer las iniciativas que puedan surgir desde la sociedad civil y que como hemos dicho ponen en juego esta gratuidad?
Apoyarlas. Ayudar a los que ayudan. Las ONG han llegado, en momentos difíciles, donde no llegaba la administración, por la excesiva burocratización o por la lentitud de los trámites. Por eso hay que permitir ese trabajo generoso e impagable y no ponerle trabas. Yo lo viví durante mi etapa como alcaldesa de La Laguna, una ciudad que es sede de gran cantidad de ONG de la Isla de Tenerife. Es admirable el trabajo que hacen para mejorar la vida de sus conciudadanos. Eso no quiere decir que las administraciones no deban cumplir con su trabajo de dar atención social a quienes la necesitan. Ambas cosas son complementarias.
Yo como católico, que vivo dentro de una sociedad plural y postsecular, estoy llamado a reconocer que una mayoría de la sociedad está a favor del divorcio y que es ilegítimo imponer mi visión sobre el tema. Pero, al mismo tiempo, puedo testimoniar el bien que son para el hombre las relaciones estables entre hombre y mujer abiertas a la vida. Esta capacidad de “contarse para reconocerse” es un déficit en nuestra sociedad. En un editorial de nuestro periódico se afirmaba: “La sociedad es plural, acoge en su seno tanto la religión como otras creencias e identidades. Si esas identidades hacen el esfuerzo de formular su experiencia en términos civiles (hay que “relatarse”) y de ponerla a disposición de todos, mejora la calidad de una democracia que no puede sostenerse solo con las leyes y los procedimientos”. ¿Qué opinión le merece este editorial?
Pues que, efectivamente, todos podemos tener nuestro relato de vida, sin imponer nuestras creencias. La convivencia es una asignatura pendiente en la sociedad actual, pero confío en que las cosas cambien.
¿Estamos cada vez más cerca de repetir las elecciones o de llegar a un acuerdo entre partidos para formar gobierno? ¿Cuál es su impresión? ¿Cuál es la postura de Coalición Canaria ante la disyuntiva actual?
Mi opinión personal es que sí, que estamos cerca de repetir las elecciones. Hace falta una altura de miras, un sentido de Estado y una generosidad para llegar a acuerdos y a un gobierno estable que no estoy viendo en los partidos llamados a gobernar. Es una lástima, porque creo, por otro lado, que la ciudadanía demanda, precisamente, que se haga el esfuerzo necesario para pactar y no que vayamos a unas nuevas elecciones.