´Nisman debe morir´, otra acusación contra el poder kirchnerista
Acaba de cumplirse un año desde la muerte en Buenos Aires, en circunstancias que en parte siguen envueltas de misterio, de Alberto Nisman. Era domingo, al día siguiente el magistrado debía informar al Congreso de la nación sobre su denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner y otros miembros del gobierno por haber firmado el acuerdo Memorandum con el estado iraní, considerado por muchos responsable de la bomba que destruyó la mutua hebrea Amia en 1994, provocando 80 muertos y más de 300 heridos. La muerte de Nisman provocó una colosal oleada de emociones en el país, con manifestaciones por toda Argentina en nombre de la verdad, que por otra parte todavía hoy sigue lejos, aunque el reciente cambio de gobierno permite esperar una aceleración en las investigaciones, realizadas hasta ahora en una confusión total.
Daniel Santoro, el periodista de investigación más famoso del país, autor entre otros de un libro que hace cien años fue fundamental para condenar al ex presidente Carlos Menem a ocho años de cárcel (que nunca cumplió, salvado por el poder kirchnerista), ha investigado a fondo la cuestión y ha publicado un libro titulado “Nisman debe morir”, donde se revelan detalles desconocidos sobre este caso.
Después de un año de la muerte de Nisman, ¿qué ha descubierto sobre esta misteriosa muerte?
He descubierto muchas cosas. La primera tiene que ver con Antonio Siusso, de origen siciliano y antiguo jefe de la SIDE (los antiguos servicios secretos argentinos), que en 2004, cuando Nisman recibió el encargo de investigar el atentado contra Amia, se convierte en su asesor principal. Ambos formaban una pareja de investigación imparable, reconocida tanto por el gobierno de Néstor como por parte del de Cristina Kirchner. Cuando, en 2013, Cristina firma el pacto con Irán, esta cuestión cambia radicalmente la política argentina, pues hasta entonces todos los presidentes, Menem, Dualde, De la Rúa, incluso Néstor Kirchner, habían acusado a Irán de estar implicado directamente en el atentado a Amia debido a las investigaciones realizadas con la ayuda de los servicios secretos internacionales, ya que Argentina no tenía capacidad para investigar ni en Irán, supuesto autor intelectual del delito, ni en Líbano, tierra de Hezbolá, que fue el autor material, proporcionando el conductor suicida, el medio (una Renault Traffic) y el explosivo. Un atentado para vengarse por el asesinato, por parte de Israel, de un líder chiíta de Hezbolá.
¿Qué sucede entonces?
El acuerdo Memorandum da un vuelto completo a las conclusiones, que ya habían sido probadas, de las investigaciones realizadas y acusa a Siria de ser la culpable. Una acusación confirmada por la propia presidenta en sus discursos, cosa que evidentemente pone en crisis a todos los sistemas de cooperación en las investigaciones. Todo ello deja tanto a Nisman como a Stiusso, los principales referentes argentinos, en una situación de gravísima dificultad en el sistema internacional. Reaccionan y a los seis meses publican un documento donde denuncian la creación de una red de penetración de agentes culturales y de la inteligencia iraní en América Latina (Argentina, Brasil y Venezuela) gracias al agregado cultural de la Embajada en Buenos Aires, Moshen Rabbani, miembro de la comunidad chiíta con fuerte influencia en todo el continente. A causa del embargo internacional por los experimentos nucleares del régimen de Teherán, en vigor hasta el año pasado, Irán intentó establecer relaciones internacionales y el venezolano Hugo Chávez abrió las puertas de su país, implicando entre otros también a Argentina.
¿Cómo se llega a este triste epílogo?
La ministra de Seguridad, Nilda Garrè, niega a Nisman la financiación para viajar a Washington a exponer su ponencia en el Congreso. Pero a pesar de ello el magistrado decide seguir adelante con su denuncia contra la presidenta, y se queda solo, puesto que a Stiusso le destituyen como jefe de Inteligencia y el 8 de enero del pasado año negocia con su director, Óscar Parrilli, su retiro como una jubilación voluntaria a cambio de una especie de inmunidad parlamentaria. La situación de Nisman se hace crítica cuando publica su denuncia y descubre que, después de llamarle insistentemente, Stiusso, que seguía creyendo a su socio, no le responde, y que después declara que no había oído el timbre de su teléfono.
¿Qué puede decir sobre la investigación, que parece que se ha hecho de una forma un tanto diletante?
Efectivamente, desde el principio se han cometido errores macroscópicos, como el de no preservar el lugar de los hechos, de tal modo que resultara casi imposible su reconstrucción. Luego el nombramiento de un solo magistrado, por otro lado sin experiencia alguna en casos similares, directamente por parte de la presidenta de la Magistratura, Alejandra Gils Carbò, de clarísima tendencia kirchnerista. Un año después no han terminado las pruebas periciales ni se ha respondido a las numersoas mentiras de los servicios secretos sobre este caso. Lo que está claro es que la mano de Nisman no tenía rastros de pólvora y que la pistola utilizada sí los deja, y que la puerta del baño no tenía ninguna mancha de sangre, datos que se inclinan a favor de la investigación paralela organizada por la ex mujer del magistrado, Arroyo Salgado, que sostiene la tesis del homicidio.
Uno de sus libros sirvió como prueba para condenar al ex presidente Carlos Menem a una pena de cárcel que luego nunca cumplió. ¿Este nuevo texto cumplirá la misma función en la búsqueda de la verdad o el caso Nisman quedará como un misterio sin solución?
No tengo ninguna duda de que Cristina Kirchner es la responsable política de la muerte de Nisman. Contrariamente a lo que sucede en las democracias más desarrolladas, donde si un presidente es acusado se somete a un proceso para demostrar su inocencia, en Argentina Nisman ha sido objeto de una campaña de difamación considerable, especialmente después de su muerte, por parte de varios órganos del estado, y no tengo ninguna duda de que Cristina ha sido la responsable política. También porque ahora el magistrado Eduardo Tajano ha citado al ex ministro de Exteriores, Cancelliere Timmerman, sobre la base de dos interceptaciones que yo revelo en mi libro, con el director de Amia en 2012, antes del acuerdo, en las que revela que el culpable del atentado era el gobierno iraní. Cosa que agrava enormemente la sucesiva firma que delega, repito, la soberanía argentina en la investigación a un país considerado por el propio firmante culpable del acto objeto del propio acuerdo.