Nínive 1
Volamos hacia Iraq. Nuestro destino es la llanura de Nínive, la llanura que rodea Mosul. Es el lugar en el que, según el Parlamento Europeo y la Secretaría de Estado de Estados Unidos, se ha producido uno de los últimos genocidios, protagonizado en este caso por el Daesh. Genocidio en sentido técnico, con voluntad expresa de eliminar o de hace huir a un grupo religioso o étnico.
Sobrevolamos el Mediterráneo y los Balcanes en una ruta inversa a la que han seguido cientos de miles de refugiados. Esos que han huido del tenebroso proyecto de crear un nuevo califato del terror y de la muerte. Me acompaña I. en este que será nuestro quinto documental. Es el quinto que vamos a rodar después de Egipto, Líbano, Nigeria y la India. Se pone el sol pronto, I. ve una película y yo repaso notas.
Hace un par de meses, cuando hablé por primera vez con las autoridades kurdas que nos prestan su apoyo, me anunciaron que Mosul estaría liberado definitivamente en estas fechas. Pero a pesar de los avances de la coalición internacional, el ejército iraquí, las milicias chiítas y el ejército kurdo, la liberación definitiva tardará en llegar. El post-Daesh en la llanura de Nínive plantea muchos interrogantes.
Nínive (Mosul) y la llanura que le rodea son cuna de la humanidad. En ella se cumple aquello que decía el clásico: “profundo es el pozo del tiempo”. Para no llegar hasta lo más profundo podemos recordar que hace 4.000 años, en la planicie se sucedían en su hegemonía el Imperio Babilónico y del Imperio Asirio. Precisamente una buena parte de los cristianos de la zona, que llegaron en el siglo II, se denominan “asirios del Este”. Asirios, ni árabes ni kurdos. Orgullosos de usar todavía la lengua siriaca, que es un arameo del Este. Hasta el siglo VI la zona estuvo ocupada, sobre todo, por cristianos asirios nestorianos (forman en este momento una Iglesia separada de Roma). Luego llegaron los sirios ortodoxos, miembros de otra Iglesia jacobita, separada también de Roma en los primeros siglos. Y por último se extendieron los caldeos que sí son católicos.
Qaraqosh, Bartalla, Keremlis… son nombres que dicen poco a la opinión publica occidental. Son nuestro destino. Mosul está rodeado por una corona de pueblos de mayoría cristiana que tuvieron que ser abandonados a medida que avanzaba el Daesh. Se encuentran separados del frente y, ahora que han sido liberados, los kurdos garantizan su seguridad. Los cristianos han querido celebrar la Navidad en sus iglesias pero eso no significa ni mucho menos que haya vuelto la normalidad.
120.000 personas salieron huyendo en el verano de 2014 para refugiarse buena parte de ellas en Erbil, en el Kurdistán iraquí. Los kurdos aprovecharon la caída de Sadam para aumentar su autonomía y convertir la región en una especie de estado confederado. De hecho, a diferencia de lo que sucede para viajar a Bagdad, a nosotros los kurdos no nos exigen visado.
¿Volverán esas 120.000 personas a sus casas? Algunas seguro que no porque ya han emigrado a otros países. ¿Qué va a hacer el resto? ¿Han vuelto ya algunos? ¿Cómo han quedado sus iglesias y sus propiedades? ¿Qué seguridad tienen y necesitan? ¿Creen que es conveniente la creación de un tribunal especial para una causa de genocidio como el que se creó en Bosnia? ¿Estarían más seguros si Nínive fuera una provincia autónoma dentro o fuera del Kurdistán? El avance del frente ha ampliado de facto la zona controlada por los kurdos. Ya veremos qué dicen los turcos y los chiítas iraquíes cuando todo acabe. ¿Qué caras, qué sentimientos, qué fe tienen las víctimas de este genocidio? ¿Qué justicia esperan, qué reconciliación es posible? Muchas preguntas a la espera de respuestas.