¿Nada más que hacer o decir?
Querido director, reacciono a vuelapluma sobre el editorial que esta semana publica Páginas. Huelga decir que comparto bastantes cosas del análisis que realiza, otras necesitarían clarificación y diálogo, otras sencillamente no las comparto. Pero voy al grano. Más allá de análisis y prospecciones, antes de situarnos en el escenario post-20D, ¿no hay ya nada que hacer ni que decir?
Yo digo que la previsión que Páginas asume con notable audacia (“a estas alturas lo más probable es que el próximo Gobierno de España sea socialista-radical-nacionalista”) sería un verdadero desastre para nuestro país. Y ante eso me pregunto si sólo queda esperar plácidamente algo que (nuevamente según este editorial) parece estar escrito en las estrellas, o se puede y se debe (como ciudadanos, como personas adultas y como cristianos, para los que nada de lo humano nos es ajeno) hacer y decir algo al respecto.
Un gobierno “socialista-radical-nacionalista” sería un desastre para la economía, la prosperidad y la cohesión social, o sea un desastre para nosotros y nuestros hijos. Sería, además, un desastre para algunas libertades preciosas, como la libertad religiosa y de educación, y para el tono cultural medio de nuestra sociedad. Sería, por último (hay mucho más, pero no quiero hacer una tesis), para ese bien que es la convivencia de siglos de los pueblos que conforman esta nación llamada España. Que esto último es un bien lo dicen nuestros obispos, quede claro.
Si la hipótesis del editorial llega a verificarse, ciertamente seguiremos viviendo y construyendo (con más dificultades, por supuesto). Sé que la más radical y de mayor calado que los católicos podemos ofrecer es el testimonio de la fe, y ese se puede dar en toda circunstancia (hasta en Mosul, donde te rebanan el pescuezo). Si el 21-D nos levantamos con un gobierno “socialista-radical-nacionalista”, yo estaré en mi puesto, trabajando si cabe desde más temprano. Pero hasta que eso llegue (si es que llega) hay trabajo que hacer.
Existen alternativas. Y la mejor, sin duda, es una mayoría constitucional cuyo eje (hoy por hoy) sólo puede ser el PP. Hay mucho de verdad en lo que dice el editorial, también bastante de realidad virtual. Pero en política, el instrumento más realista y eficaz para preservar algunas cosas valiosas para nuestra convivencia, sigue siendo a día de hoy el PP, aunque haya que criticarlo en muchos aspectos.
En el tiempo de la caída de las evidencias, con el deseo de encontrar a todos, de dialogar a 360 grados, de construir y ofrecer lo más valioso que tenemos (la fe que se hace caridad y obra para bien del mundo), me parecería una frivolidad imperdonable hacer como que “no pasa nada”, porque “lo nuestro es otra cosa”. Lo nuestro es todo, también el 20-D y la suerte política de nuestro país… que más de una vez siente un curioso instinto suicida.