Morning Glory

El argumento gira en torno al mundo de la televisión, un mundo salvaje sometido a la tiranía de las audiencias y en el que Becky intenta aportar su fe en el trabajo en equipo, en los sueños posibles y en el propio medio televisivo. Pero se encuentra con un muro de escepticismo, cuando no cinismo, narcisismos galopantes y competitividad sin cuartel. Pero como en cualquier comedia de trasfondo capriano, se abrirá finalmente paso lo más noble y humano de los personajes.
La película descansa sobre una gran actriz de comedia, Rachel McAdams, que tiene como antagonista a un sobreactuado Harrison Ford, que hace una interpretación demasiado mecánica. Como secundaria de lujo está Diane Keaton, que salva unas cuantas escenas, y también contamos con la presencia de Jeff Goldblum y de Patrick Wilson, que lleva a cabo la imprescindible subtrama romántica. Algunas situaciones son muy divertidas, la mayoría muy previsibles, y el tono general, aunque poco elegante, se deja ver. Siempre acompañado de una muy notable presencia de canciones pop muy conocidas.
La cuestión de fondo que se plantea es muy actual e interesante: el periodismo tradicional ya no tiene cabida en productos televisivos que, al tener como único cometido subir la audiencia, tienen que recurrir a lo grotesco, sensacionalista y esperpéntico a cualquier precio. Lo que propone el film no es la abolición de ese perverso sistema, sino el reciclaje de los buenos profesionales al nuevo y discutible formato.