Chile

Morandé valora el Marco para la Buena Enseñanza

Mundo · Alejandro León
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26 septiembre 2008
La educación en Chile se ha convertido desde hace ya tiempo en un tema que involucra a la sociedad en su totalidad, profesores y alumnos se movilizan a diario  por conseguir una educación de calidad para todos los estudiantes. De esta forma se han enfrentado diversos entes políticos y educacionales en busca de una propuesta que logre satisfacer a cada uno de los sectores educativos del país. Frente a este panorama los profesores de Comunión y Liberación realizan encuentros aproximadamente una vez al mes para comprender cuál es el verdadero problema y cómo poder afrontarlo. En este contexto se realiza un encuentro con Pedro Morandé, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica, para discutir en relación  a una educación de calidad.

Durante el año 2003 emerge una política de fortalecimiento docente en Chile, ésta surge como respuesta a una reforma que se puso en marcha a mediados de la década de los 90, gracias a ella se esperaba alcanzar la tan ansiada calidad de educación, sin embargo no consiguió acortar una histórica brecha entre las escuelas particulares (que son muy costosas), subvencionadas y municipales (que son gratuitas o se paga muy poco dinero), siendo los establecimientos educacionales particulares los que obtienen mejores resultados académicos. A partir de esta reforma, cuyos resultados no consiguieron revertir la situación en la que se encontraba el país, se crea un documento llamado Marco para la Buena Enseñanza, como una forma de garantizar que la educación en Chile sea de calidad para cada estudiante. En él se establece lo que cada docente debe conocer, saber hacer y ponderar para determinar cuán bien lo hace cada uno dentro del aula y la escuela de la que forma parte. Busca representar todas las responsabilidades de un profesor en su trabajo diario con sus educandos.

En este contexto Morandé realiza un diálogo relacionando el Marco para la Buena Enseñanza y los documentos dedicados a la emergencia educativa del Papa Benedicto XVI, ayudándonos a comprender qué es calidad en estos dos casos. "Si ustedes comparan estos dos documentos, los dos hablan de calidad, pero en términos completamente distintos; no necesariamente contradictorios, sino distintos, y es bueno clarificar cuál es el punto de vista desde el cual habla cada uno".

"El Marco para la Buena Enseñanza habla desde el horizonte tecnológico, es decir, cómo garantizamos procedimientos y métodos para que la educación sea más o menos la misma para todos. Cuando hablamos de calidad en el sentido tecnológico, hablamos fundamentalmente de rendimiento escolar; rendimiento en relación o en comparación con los rendimientos de otros. No está diseñado el sistema para medir el aprendizaje de un determinado estudiante y cómo ese aprendizaje le ha transformado la vida".

"El documento del Papa, desde el punto de vista sapiencial, dice una cosa exactamente diferente a esto. Él dice: ‘A diferencia de lo que sucede en el campo técnico o económico, donde los progresos actuales pueden sumarse a los del pasado, en el ámbito de la formación y del crecimiento moral de las personas no existe esa misma posibilidad de acumulación, porque la libertad del hombre siempre es nueva y, por tanto, cada persona y cada generación debe tomar de nuevo, personalmente, sus decisiones'. Es decir, ya de entrada nos dice que no podemos usar como vara la homogenización del rendimiento, sino educar la libertad de las distintas generaciones, para que tomen de nuevo sus propias decisiones, sea que asuman una herencia del pasado, sea que creen algunas cosas. Después dice cuáles serían los requisitos comunes para una auténtica educación y menciona lo siguiente: ‘Ante todo, necesita la cercanía y la confianza que nacen del amor. (…) Todo verdadero educador sabe que para educar debe dar algo de sí mismo'. En el fondo, lo que preocupa es cada persona; felizmente -y gracias a Dios-, el amor no es estandarizable, no lo podemos medir con números y homogenizar diciendo: yo amo cinco o diez a esta persona. El amor, justamente, es la sin medida, es la gratuidad, lo que no se deja estandarizar y entonces, desde el punto de vista sapiencial, aparece cada persona -tanto el profesor como cada uno de los alumnos- como alguien único, que tiene su propia vocación y que merece ser amado por sí mismo, porque Dios lo ama. Cada persona es un proyecto en sí mismo, no es el proyecto nacional del sistema de educación, cada persona es un proyecto y la única manera de acercarse a esa persona es a través del don de sí mismo".

Estas palabras para nosotros no están vacías, queremos profundizar para ser mejores alumnos, porque la tarea de la educación no es sólo de los establecimientos dedicados a ella sino que se forma gracias a una persona que tiene relación con otra.

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