Mi papa
Su visita a Valencia en 2006 fue la chispa certera que propició mi pertenencia consciente a la Iglesia. Ahora sé que mi relación con el Misterio empezó a crecer a partir ese momento a través de personas concretas. Y luego, adentrándome poco a poco en su magisterio he dado mis primeros pasos ciertos en la fe, hasta el día de hoy en que me pregunto cómo pude sobrevivir tanto tiempo sin sentir la sed de saber qué me decía el Papa -me conmueve el amor con que mi esposa cuelga todas las semanas sus catequesis en la página Web de nuestra parroquia-. Igual de potente me resulta escuchar a amigos, religiosos y laicos (mis maestros en la fe) que me han remitido constantemente a él, subrayando su importancia como signo auténtico de Dios.
Creo que es lo que mejor me define hoy es lo que ha dicho un buen amigo mío "¡Cuánto le debemos a Benedicto XVI, que Dios se lo pague!".