Mavis Gallant

Lumen, que va sumando aciertos, recoge ahora una suerte de Collected Stories de la Gallant, agrupadas con un criterio cronológico. A mí me fascina Mary Gallant. Me parece una de las más grandes de los últimos cincuenta años. Historias con frecuencia mínimas. Bien trenzadas; mimadas con ternura. En la máxima soledad creativa. Con unos personajes (especialmente los femeninos) sutiles, elocuentes, inolvidables. Situaciones a menudo de cambio: de ciudad, de pareja, de vida. Inicios de etapa, con sus falsas promesas. Partidas, apuestas que llevan en sí la semilla podrida de la falta de futuro. Vocaciones, llamadas interiores, otras tantas frustraciones.
Sabe como nadie que el ser humano necesita, para desarrollarse, un tiempo del que a menudo va a carecer. Parece un tópico, pero es la más europea de las escritoras en lengua sajona. Mucho más que las inglesas (Elizabeth Bowen incluida). Ninguna de las corrientes filosóficas o estéticas del siglo pasado, desde el nihilismo hasta el nouveau roman, deja de tener su eco en el mundo de la Gallant. Pero lo esencial es, claro, el modo en el que todo eso ha quedado asimilado y digerido, vivido diría yo. Ni un gramo de pedantería. Al contrario, la mayor naturalidad, la más desarmante naturalidad.