Más preocupación por la corrupción que en época de González

El caso Bárcenas ha planteado un test al PP: como defender la regeneración democrática. La regeneración de la democracia liberal es hoy el principal test de su sistema frente a la corrupción y el abuso del poder. Con ese mensaje y credibilidad ganó el PP las elecciones en 1996 tras 14 años de gobierno socialista, y luego en el 2011.
En el programa con el que ganó las elecciones Rajoy el PP fijó una de sus prioridades en la regeneración de la vida española. Decía, entre otras cosas y literalmente lo siguiente: “El Partido Popular extiende a todos los ámbitos de su programa un objetivo de regeneración al que va a responder también el conjunto de su acción de gobierno”. La buena o mala estrategia siempre se mide por sus resultados.
El caso Barcenas afecta a la debilidad o fortaleza del sistema. Un sistema político es más fuerte cuanto mayor sea su capacidad de regeneración. El problema de la corrupción en España es hoy un 50% mayor que en 1996 en la percepción de los españoles, y tanto el caso Bárcenas como otros que afectan a los principales partidos nacionales y regionales, instituciones y sindicatos, hay que situarlos en ese proceso de degradación del sistema democrático español.
Todo ello es mensurable y la medición es la misma desde 1996 a 2013. Está realizada con las mismas variables y el mismo instituto demoscópico, el CIS, que depende de presidencia del gobierno. El barómetro del CIS de febrero de 1996, días antes de que Aznar y el PP ganaran las elecciones después de 14 años de gobierno socialista, ofrecía el dato de que entre los tres problemas más importantes de los españoles estaba el de “la corrupción y el fraude” con el 20,9%, y el último barómetro de junio de 2013 también está entre los tres primeros problemas pero con el 32,5%.
Con una particularidad: en 1996 a la pregunta sobre la ‘crisis política’ como problema era valorada por los españoles con el 6,7%, y hoy a la pregunta similar sobre ‘los políticos en general, los partidos y la política’ como problema de España, el resultado es del 30,7%. Es decir, la percepción de los españoles se multiplica por cinco sobre la clase política como problema asociado a la corrupción.
Lo más importante no son las responsabilidades sino las irresponsabilidades que deterioran el sistema político español, que había llegado a ser un modelo de referencia mundial. Hoy el futuro de España depende de la capacidad de regeneración de su sistema político.