Más centro, por favor
No era un discurso de investidura. Pedro Sánchez ni siquiera se empeñó en aparentar que lo fuese. No se esforzó en las propuestas, cuando hubo que concretar se notó demasiado que era una de aliño. En los últimos minutos de la intervención dejó claro su propósito: “hemos cumplido”. Con esas dos palabras queda claro de qué va lo de esta semana. Sánchez no es un candidato de Gobierno, es un candidato a la secretaría general del PSOE, un candidato a candidato para las próximas elecciones. Esta semana hay dos incógnitas en el Congreso de los Diputados: si Sánchez aguanta, si Sánchez lidera un PSOE que siga viajando al centro y que puede llegar, en la segunda vuelta, a algún tipo de acuerdo en el PP. No lo tiene fácil. Sobre todo, no tiene fácil hacer las dos cosas a la vez. Si se muestra complaciente con el PP, Podemos le gana terreno. Si carga la mano, se queda solo.
Conviene que Sánchez aguante. Y que aguante en el centro izquierda. El pacto con Ciudadanos le ha ayudado a mantenerse en esa posición. Y le ha permitido “cumplir”, aparecer como un líder responsable que busca acuerdos. Pero la contradicción en su posición se ha hecho evidente. En una frase revindicaba el respeto en política y en la siguiente descalificaba al PP y a Mariano Rajoy. Volvía a hablar de acuerdo y de mestizaje ideológico -interesante expresión- pero un minuto después proponía deshacerse de la herencia del centro-derecha. La música sonaba a concertación, la letra al cordón sanitario de siempre.
¿Si Rajoy se quita de en medio estará dispuesto a Sánchez, una vez celebradas las elecciones, a seguir el viaje hacia el centro? Ahora no es posible. Luego será necesario. Los verdaderos líderes son los que saben llevar a su gente hacia donde no quieren ir. Regla que vale para los líderes de la izquierda, pero también para los de la derecha.